BOAZ BISMUTH

Una persona murió y más de una docena resultaron heridas, algunas de gravedad, en los ataques terroristas en Petah Tikva, Jerusalem y Jaffa el martes. Bienvenido, señor vicepresidente, Joe Biden, a la experiencia israelí, que hemos estado enfrentando los últimos seis meses. Algunos incluso podrían decir – no sin razón – durante los últimos seis meses más 100 años.

Jaffa de noche
Jaffa de noche

Si estos incidentes no fueran tan trágicos, tal vez podríamos reflexionar sobre la ironía: El vicepresidente de la superpotencia más importante del planeta se reunió el martes con el propio “señor Proceso de Paz”, el ex presidente Shimon Peres, en el Centro Peres para la Paz, donde los dos discutieron sobre la paz, la solución de dos estados, y algunas otras visiones para el futuro. Qué dulces delirios, perfectos para una noche mágica en Jaffa. Quizás también Biden estuviera considerando la belleza de la ciudad.

Sin embargo, sólo unas pocas calles más abajo, un frenético terrorista cuchillo-en-mano de Qalqilya hizo todo lo posible para recordar al anfitrión y su invitado la amarga realidad de aquí.

Mientras Biden y Peres estaban ocupados discutiendo una ventana de oportunidad, el terrorista estaba viendo la ventana abierta de cada coche como una oportunidad para apuñalar y matar tantos judíos como fuera posible. El hombre que perdió su vida, por cierto, era un turista americano.

Quizás Biden ahora entienda que en Medio Oriente el término “ventana de oportunidad” es relativo. Esto no significa necesariamente que el jueves no vayamos a escuchar el estribillo demasiado-familiar y erróneo de que la falta de un proceso de paz es la razón de estos ataques terroristas; y esto no significa que no vayamos a leer los titulares de las noticias terriblemente tristes de tres pobres palestinos muertos en Petah Tikva, Jerusalem y Jaffa (como informó una página web en Nueva Zelanda).

En realidad, nos despertamos el martes con una historia en un periódico norteamericano, The Wall Street Journal, que revelaba el plan del presidente Barack Obama de utilizar el poco tiempo que le queda en el cargo para trazarnos un camino, y tal vez incluso dejar sin efecto el veto estadounidense en el Consejo de Seguridad de la ONU, por si acaso una propuesta u otra pretende forzarnos una idea u otra sobre las fronteras, las construcciones e incluso Jerusalem.

A decir verdad, esto no es en absoluto para ponerse nervioso. El ex presidente Bill Clinton intentó lo mismo antes de salir de la Casa Blanca, y el canciller francés Laurent Fabius intentó sacar el mismo conejo de su sombrero antes de dejar el cargo hace unas semanas. Al parecer, el conflicto palestino-israelí estará siempre de moda. Un buen amigo mío, un árabe de Jaffa, me dijo al inicio de esta ola de terror que iba a continuar durante mucho tiempo. ¿Por qué, le pregunté. “Mira lo que está sucediendo en línea”, respondió. “Mira la incitación salvaje”.  Y esta es precisamente la raíz del problema. Igual que hace 100 años y seis meses, hay demasiada gente del otro lado que todavía no comprende que el terror no es el camino.

El martes, antes de que se conociera la identidad del terrorista, otro amigo me aseguró que no era de Jaffa. “Un árabe de Jaffa a lo sumo puede salir a protestar, pero no a matar”, me dijo.

De hecho, mi único consuelo en un día tan horrible fue que el atacante no era de Jaffa. Tengo demasiados demasiados amigos árabes ahí que me dicen que tuvieron la suerte de haber nacido israelíes.

Es una pena que en el Oriente Medio de hoy, muchas personas, igual que los asesinos musulmanes del siglo 12, crean que tienen la suerte de morir como Shahids (mártires). El terror es una ideología. Nada está sucediendo por la “ocupación” ni por “desesperación”. Este es simplemente su estilo. Y ninguna solución diplomática puede resolver esto. Punto y aparte. Sin lugar a dudas, no hay nada como Jaffa de noche – cuando no apuñalan a la gente.

Fuente: Israel Hayom – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico