El empresario mexicano se ha hecho en un año con todo el imperio Koplowitz

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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Cuando Carlos Slim puso sus ojos en FCC a finales de 2014, Esther Koplowitz, la dueña heredera del imperio constructor que fundó su padre Ernesto, había ya confiado en George Soros para salvar la compañía. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de la inversión pública en España, y una gestión no muy acertada habían llevado a la constructora al borde de la quiebra. Hacía falta dinero y con urgencia. Pero el inversor estadounidense no tenía prisa y quería aprovechar el apremio al que se enfrentaba la firma española para tomar su control a precio de saldo. A Koplowitz no le gustó el regateo del financiero de origen húngaro y encontró en Slim, tan multimillonario como Soros pero más cercano en el trato, el caballero blanco llamado a rescatar las históricas siglas de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC).

Al magnate mexicano le bastaron un par de reuniones en el Santo Mauro, un coqueto hotel en el centro de Madrid donde gustan ir las celebrities del fútbol y de la farándula, y un vistazo exhaustivo a las cuentas (y las deudas de FCC), para poner el dinero encima de la mesa. Hasta 650 millones de euros que le permitían entrar en la constructora con el 25,6% del capital, cediendo Esther Koplowitz su mayoría de más del 50% hasta el 22,4%.

Mal conocían las intenciones de Slim quienes pensaron que se conformaría con ser un simple apósito de las maltrechas finanzas de FCC. El dueño de América Móvil, el imperio de telefonía que le planta cara a Telefónica en Latinoamérica, no suele ir de convidado de piedra en las empresas donde invierte. Le ha bastado una segunda ampliación de capital y una opa (oferta pública de adquisición) para hacerse con todo el poder y todo el capital de FCC en apenas un año. Y además, sin que eso se perciba como un movimiento hostil desde la gestión de la compañía.

Fuente: El País