EVELYN C. GORDON

Que los israelíes estén todavía discutiendo por el soldado que disparó a un terrorista herido en Hebrón hace tres semanas no es sorprendente; la misma rareza del caso lo convierte naturalmente en la conversación del país. Lo que es sorprendente, sin embargo, es cuántos expertos de izquierda han usado comparaciones con el famoso caso del Autobús 300 de 1984 para acusar al Israel de hoy de degeneración moral.Para cualquier criterio razonable, lo que muestra de hecho esta comparación es cuanto más elevados se han vuelto los estándares morales de Israel durante los últimos 32 años.

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El caso del Autobús 300 comenzó cuando terroristas palestinos secuestraron un autobús civil, el Autobús 300, y amenazaron con matar a todos los pasajeros. Tropas israelíes finalmente atacaron el autobús, matando a dos terroristas y capturando a otros dos. El servicio de seguridad Shin Bet llevó a los terroristas inmovilizados y capturados a un lugar aislado y los mató. Posteriormente afirmó que todos los terroristas fueron eliminados cuando fue atacado el autobús, pero esa afirmación fue rebatida algunos días después cuando un diario israelí publicó una imagen en primera plana de un terrorista capturado siendo retirado del autobús  con vida. Así terminó el Acto I; pasaremos al Acto II después.

El incidente del mes pasado en Hebrón, en el cual el soldado mató a un terrorista que ya estaba yaciendo en el suelo herido, tiene algunas similitudes obvias. Pero consideren las diferencias:

En primer lugar, en el caso del Autobús 300, la ejecución extrajudicial fue perpetrada por los más altos rangos del establishment de defensa: Fue ordenada por el entonces jefe del Shin Bet, Avshalom Shalom – quien más tarde sería agasajado por los izquierdistas por denunciar la presencia de Israel en la Margen Occidental en la película documental “Los Guardianes”– y llevada a cabo por el entonces jefe de operaciones de la agencia, Ehud Yatom. Por el contrario, el tiroteo en Hebrón fue la iniciativa privada de un conscripto solo, relativamente de bajo rango, un sargento.

En segundo lugar, el establishment de defensa hizo su mayor esfuerzo por encubrir los asesinatos del Autobús 300, y probablemente habrían tenido éxito en ausencia de la foto de ese diario. En contraste, según todos los relatos de los medios del incidente de Hebrón hasta ahora, el oficial de rango en el lugar informó del tiroteo a la cadena de mando menos de diez minutos después de que sucedió, y sus superiores decidieron rápidamente abrir una investigación de la Policía Militar. Esa decisión fue hecha aún antes que B’Tselem publicara su famoso video del hecho.

En tercer lugar, después que fue publicada la foto del Autobús 300, el Shin Bet trató de incriminar a un hombre inocente por el asesinato. Ese hombre, el oficial del ejército Yitzhak Mordechai, fue juzgado pero finalmente fue absuelto. Por lo que sabemos, nada remotamente comparable sucedió en el caso de Hebrón.

Pero el contraste se vuelve aún más marcado cuando consideramos el Acto II del caso del Autobús 300. Se abrió dos años después cuando tres oficiales de alto rango del Shin Bet dijeron al entonces Primer Ministro Shimon Peres que Shalom había ordenado las ejecuciones. Peres – quien también más tarde se convirtió en un ícono izquierdista (y galardonado con el Premio Nobel de la Paz) por su rol en los Acuerdos de Oslo – no sólo se negó a ordenar una investigación sino que expulsó a los tres del Shin Bet. Ellos posteriormente llevaron su información al entonces Procurador General Yitzhak Zamir, quien ordenó una investigación penal. Pero el gobierno le dijo que la diera de baja, y cuando él se rehusó, él también fue echado del cargo.

En el tiroteo de Hebrón, por el contrario, no sólo nadie ha sido despedido por buscar una investigación penal sino que el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y el Ministro de Defensa Moshe Ya’alon, ambos del partido de centro derecha Likud, exigieron, públicamente, una investigación total y minuciosa. Esa investigación está actualmente en marcha, y se espera en breve una acusación.

Pero la gloria coronadora del caso del Autobús 300 ocurrió enseguida después del despido de Zamir, cuando el entonces Presidente Chaim Herzog – como Peres, un miembro del Partido Avodá de izquierda (el cual lidera actualmente su hijo, Isaac Herzog) – se anticipó a cualquier intento adicional de investigación emitiendo un indulto preventivo para Shalom y otros cuatro oficiales del Shin Bet. Este es el único indulto preventivo en la historia de Israel; generalmente, los indultos son concedidos sólo después que alguien ha sido acusado y condenado. No obstante, la Corte Suprema lo sostuvo, así que nadie jamás fue juzgado por las ejecuciones excepto el hombre inocente que fue incriminado.

En contraste, salvo algún acontecimiento inesperado, el tirador de Hebrón será juzgado casi con seguridad, muy probablemente por homicidio involuntario.

¿Entonces cómo alguien que compara estos dos incidentes puede ver posiblemente evidencia de deterioro moral? Se reduce a una afirmación: El público israelí fue “sacudido” por el caso del Autobús 300, mientras que el tirador de Hebrón goza de fuerte apoyo público. Esa afirmación, sin embargo, hace caso omiso de dos hechos importantes.

Primero está el hecho que las redes sociales no existían en 1984; de haber existido, habrían mostrado gran cantidad de racismo contra los árabes también entonces, también. Esta no es mera especulación; en 1984 es el año en que el partido Kaj de Meir Kahane, posteriormente proscripto, ingresó por primera vez a la Kneset, y sus partidarios solían cantar consignas racistas en las calles.

El hecho más importante, sin embargo, es que la mayoría del apoyo al tirador de Hebrón se deriva no del racismo contra los árabes, sino de tres elementos que no existían en el caso del Autobús 300.

Primero, mientras que los terroristas del Autobús 300 ya estaban inmovilizados y eran inocuos, el terrorista de Hebrón todavía no estaba inmovilizado y estaba libre para mover sus manos. Como los terroristas heridos en situaciones similares han usado esa libertad para matar – por ejemplo, detonando chalecos explosivos – muchos israelíes sintieron que el soldado podría haber estado bastante justificado al abrir fuego si, como él afirma, vio un movimiento de manos sospechoso.

En segundo lugar, la evidencia inicial contra el soldado – antes que hubiese sido tomado el testimonio de sus camaradas – consistió principalmente de imágenes de videos palestinos diseminadas por B’Tselem. Como es difícilmente desconocido que los videos palestinos son editados en formas que distorsionan la verdad (por ejemplo, mostrando la respuesta de un soldado ante alguna acción palestina pero no la acción misma, haciendo así que la respuesta parezca no provocada), muchos israelíes no estuvieron dispuestos a condenar al soldado basados únicamente en el video.

Tercero, muchos israelíes sintieron que el soldado fue perjudicado gravemente cuando el Ministro de Defensa Ya’alon y el jefe de las FDI, Gadi Eisenkot, lo condenaron de inmediato, sin esperar una investigación de los hechos. Y francamente, cualquier liberal que se respete debe concordar. Como Ya’alon y Eisenkot son las personas que deben aprobar toda promoción para oficial superior, esto constituyó interferencia grosera en el curso de la justicia. Los fiscales militares ya han decidido que no pueden ganar una condena por asesinato, pero con sus jefes habiendo declarado públicamente al hecho un crimen, podrían bien sentirse obligados a acusar al soldado de algo que ellos de otra forma estimarían una acusación injustificada.

En resumen, las diferentes reacciones del público se derivaron de serias diferencias sustantivas en los casos en vez de a partir de algún cambio importante en los valores morales de los israelíes. Por el contrario, el comportamiento del establishment reflejó un cambio real en los valores morales – y ese cambio fue completamente positivo.

Hace tres décadas fue ordenada una ejecución extrajudicial por parte de los más altos niveles del establishment de defensa, encubierta por los más altos niveles del gobierno y finalmente no investigada nunca o llevada a juicio. El mes pasado, fue cometido un homicidio involuntario (en el mejor de los casos) por parte de un soldado de bajo rango actuando solo e investigado de inmediato por el propio ejército, con apoyo pleno de los niveles más altos del gobierno.

De qué manera cualquier persona cuerda puede llamar a eso prueba de degeneración moral, está más allá de mí. Pero entonces, como he mostrado antes, las afirmaciones del deterioro moral de Israel raramente resisten el escrutinio.

Fuente: Commentary

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México