EDUARDO HADJES NAVARRO

Hoy, 14 de Nisan de 5776,  me encuentro en plena meditación sobre lo que ha pasado desde hoy, hasta el inicio del Pésaj del año pasado.

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En pocas horas más, junto a gran parte de mis seres queridos, estaremos iniciando un nuevo transitar, en busca de la libertad, tan deseada y tan difícil de lograr. Sentados alrededor de una festiva mesa, estaremos recordando la gesta gloriosa, emprendida por Moshé, hace más de 3.500, en un caminar de 40 años, para llegar a las puertas de la Tierra Prometida, signo inequívoco de esa libertad espiritual, moral y física, que aún seguimos buscando.

Para mí, que ya pertenezco, por gracia Divina, a la cuarta edad, ya he cumplido dos ciclos de 40 años y, ya ingresado a mi tercer ciclo, me pregunto si algún día, alcanzaré a encontrar la tranquilidad y la paz de saber que he logrado encaminarme por aquellas enseñanzas que nos dejó por legado Moshé, siguiendo éste los mandatos divinos, que me permitan realmente calificarme de “LIBRE”

¿Me habré logrado liberar de la envidia, el rencor, la rabia y el lashón hará? ¿Habré logrado inculcar en mis hijos y nietos, esos principios maravillosos que nos entrega tan generosamente la tradición judía, lo que nos ha de llevar a una vida proba, libre de ataduras ancestrales, que sólo logran enardecer nuestros sentimientos?

Pero, un momento. Se supone que hoy, debería estar deseando a mis parientes, amigos y correligionarios, bendiciones y buenos deseos, en vez de mencionar mis propias aspiraciones.

Eso es justamente lo que estoy tratando de hacer. ¿Es posible desear a alguien algo mejor que lo que yo deseo tan fervientemente, para mí y cada uno de mis seres queridos? Indudablemente que no. Yo, hoy, en este momento, quiero elevar mis oraciones a Hashem, rogándole humildemente que todo aquello que deseo para mí y los míos, aun cuando no haya sido nombrado, lo extienda generosamente a cada uno de mis amigos, los conocidos y desconocidos, ya que, gracias a los distintos portales electrónicos que habitualmente transcriben mis comentarios y a Internet, me imagino que puedo juntar un par de cientos de “amigos virtuales” a los cuales, en plenitud, van también dirigidas todas y cada una de las bendiciones ya mencionadas.

¿Debo dejar afuera a aquellos que nunca han escuchado de mí? Nuevamente, indudable que no. Entonces, Dios Todo Poderoso, si te place escuchar a éste, tu humilde servidor, te suplico envíes tu bendición a la humanidad toda

Sé que es imposible aplacar el odio y la maldad de millones de seres humanos, pero ¿Podrías, oh Dios misericordioso, extender tu bendición sobre tantos millones de hermanos que hoy sufren por culpa de terceros, transformando sus vidas en un infierno?

Mis mejores deseos para cada uno de los que lean esta misiva y, si tan sólo uno de ustedes me acompaña en estos ruegos, me sentiré complacido y, una vez más, agradecido de quien espero ilumine mis pasos, hasta que sea llamado a emprender el camino a lo desconocido.

UN ABRAZO LLENO DE AMOR Y CARIÑO A CADA UNO DE USTEDES Y A TODA LA HUMANIDAD

AMEN