NICHOLAS BLANFORD

Advirtiendo la destrucción generalizada esperada en cualquier conflicto futuro, ambas partes se las han arreglado para mantener el status quo relativamente tranquilo.

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El miércoles fue el turno de Israel de emitir duras amenazas contra Líbano, la última salva verbal en una estrategia de disuasión de toma y daca entre el estado judío y Hezbolá que ha ayudado a mantener la paz durante los últimos 10 años.

El General de División Yair Golan,  subjefe del estado mayor del ejército israelí, dijo a un grupo de corresponsales internacionales que cualquier guerra futura con Hezbolá desataría “daño devastador para Líbano.” Él dijo que el arsenal de Hezbolá incluía más de 100,000 cohetes y misiles y que la organización representaba una amenaza “sin precedentes” para Israel.

“En cualquier crisis futura, ellos no van a ver una guerra pequeña en Líbano. Va a ser decisiva. Va a ser una guerra a gran escala”, dijo.

Golan agregó “No hay otra forma de eliminar esta amenaza sin… crear gran daño para la infraestructura libanesa, para las casas libanesas y otras instalaciones civiles.”

Los comentarios de Golan fueron una actualización de una estrategia israelí de disuasión que ha estado en juego desde el año 2008 cuando el entonces jefe del Comando Norte del ejército israelí pronunció por primera vez lo que se ha vuelto conocido como la “doctrina Dahiyeh.” El General de División Gabi Eisenkot dijo que no era práctico perseguir a cada lanzador de cohetes de Hezbolá en una época de guerra. En cambio, Israel debía llevar el peso de su fuerza contra áreas civiles y causar tanta destrucción – similar a lo que sucedió en el suburbio sureño de Beirut, “Dahiyeh”, en la guerra del 2006 – que Hezbolá se retirara escarmentada y no molestara nuevamente a Israel.

“Esta no es una sugerencia. Este es un plan que ya ha sido autorizado,” dijo Eisenkot en el año 2008.

Israel se ha embarcado antes en campañas de “castigo” contra la infraestructura libanesa, muy notablemente la Operacion Responsabilidad de siete días, en julio de 1993 y la Operación Viñas de Ira de 16 días en abril de 1996. Pero el propósito de la “doctrina Dahiyeh” es esencialmente uno de disuasión, para disuadir a Hezbolá de embarcarse en aventuras riesgosas junto a las fronteras norte de Líbano que podrían provocar una guerra. Si fracasa la disuasión y estalla una guerra, la “doctrina Dahiyeh” no sólo fallará en acobardar a Hezbolá, podría volverse en contra de Israel. La comunidad internacional generalmente concede a Israel cerca de una semana para desbocarse en Líbano antes que la inevitable cuenta de víctimas civiles libanesas provoque llamamientos para un cese del fuego. Si, en el inicio inmediato de la guerra, Israel fuera a “ejercer fuerza desproporcionada”, en las palabras de Eisenkot, contra áreas civiles de Líbano, es probable que la cuenta de víctimas sea muy alta en un corto espacio de tiempo, acelerando así una intervención diplomática de una comunidad internacional que, lenta pero inexorablemente, se está volviendo menos simpática hacia Israel.

En cuanto a Hezbolá, en algunas formas la “doctrina Dahiyeh” jugaría en sus manos. Hezbolá no dejará de disparar cohetes dentro de Israel porque los poblados, caminos, puentes, aeropuertos, plantas eléctricas, etcétera, estén siendo arrasados. Hezbolá sabe, a partir de la experiencia pasada, que durante una guerra con Israel el tiempo está de su lado. El foco de Hezbolá será mantener el flujo de cohetes dentro de Israel y esperar que la comunidad internacional intervenga.

 Además, si la predicción de Golan de que el próximo conflicto será una “guerra a gran escala”, entonces una campaña de bombardeo aéreo de la “doctrina Dahiyeh” será insuficiente y las tropas israelíes tendrán que ser enviadas dentro de Líbano. El ejército israelí ha pasado la última década entrenándose para una futura guerra terrestre con Hezbolá. Pero la próxima guerra no estará confinada al norte de Israel y sur de Líbano como en el pasado. Se cree que Hezbolá tiene cohetes con suficiente alcance para golpear Tel Aviv si son disparados desde el norteño Valle de Bekaa. Sus instalaciones militares van desde Bint Jbeil en el sur a Hermel en el norte. La próxima vez, los territorios de ambos países se convertirán en una zona de guerra.

 Hezbolá, por supuesto, ha estado implementando su propia estrategia de disuasión, especialmente desde el 2010. Sayyed Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, ha dado una cantidad de discursos de toma y daca diseñados para establecer una sensación de reciprocidad marcial con Israel. Si Israel bombardea Beirut, Hezbolá bombardeará Tel Aviv. Si Israel bloquea los puertos de Líbano, Hezbolá bloqueará los puertos de Israel con sus misiles anti-buques. En febrero se informó en Israel que Hezbolá había estado bloqueando radares de misiles anti-aéreos en aviones israelíes que estaban volando en espacio aéreo libanés. Anteriormente, este mes, el diario alemán Bild afirmó que Hezbolá ha adquirido el sistema de misiles anti-aéreos de mediano alcance.

SA-17 “Grizzly.”

En febrero, Nasrallah advirtió a Israel que él podía lograr un efecto de “bomba atómica” disparando cohetes en las plantas de depósitos de amoníaco en Haifa.

Que la disuasión mutua continúe llevándose a cabo se debe en parte a un darse cuenta en ambos lados que la próxima guerra será de una magnitud muchas veces mayor que el conflicto del 2006. Además, tanto Hezbolá como Israel entienden los riesgos del error de cálculo. Ese es el motivo por el cual Hezbolá desde el 2006 no ha reanudado lo que llama sus “operaciones recordatorias” contra tropas israelíes que están ocupando las Granjas de Shebaa. Han sido llevados a cabo apenas cuatro ataques por parte de Hezbolá en las Granjas desde el año 2006 (comparados con 23 en los seis años previos) y fueron todas represalias directas por acciones llevadas a cabo por Israel (tres ejecuciones y un ataque aéreo en suelo libanés). Los israelíes han empujado un poco más que Hezbolá, llevando a cabo muchas ejecuciones de altos comandantes de Hezbolá tanto como de un general iraní en los Altos del Golán el año pasado y llevando a cabo múltiples ataques aéreos en Siria contra envíos de armas que se creían destinados a Hezbolá.

Una pregunta que ha sido planteada repetidamente en los últimos tres años es si Israel irá un paso más allá y sacará ventaja de la preocupación de Hezbolá con Siria lanzando un ataque preventivo unilateral contra Hezbolá en Líbano. A menos que haya una provocación seria por parte de Hezbolá, la respuesta es casi seguramente que no. Sin embargo muchos generales israelíes pueden soñar con tener otro ataque contra Hezbolá, la realidad cruda es que ningún político israelí va a dar la orden de una guerra unilateral contra Líbano que resulte en misiles guiados sub-balísticos llevando ojivas de 500 kilogramos estrellándose en Tel Aviv.

Aunque a lo largo de la Línea Azul trazada por las Naciones Unidas sobre la frontera sur de Líbano hay un modus vivendi tácito en funcionamiento, el lugar para observar en los próximos meses y años es los Altos del Golán. Hezbolá tiene una pequeña presencia en el área de Hadar del norte del Golán y ha llevado a cabo, directamente o en forma indirecta usando representantes, algunas operaciones negables a pequeña escala contra las fuerzas israelíes aquí en los últimos dos años. Se entiende que Hezbolá quiera convertir al Golan en un nuevo escenario de confrontación con Israel, similar al rol desempeñado por la Línea Azul entre los años 2000 y 2006. Las circunstancias no son adecuadas en el presente cuando mucho del Golán enfrente de las líneas israelíes es controlado por grupos sirios rebeldes y Hezbolá tiene temas más urgentes en Siria que provocar a los israelíes con ataques ocasionales.

En los últimos días, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha dejado en claro que los Altos del Golán permanecerán bajo la soberanía del estado judío y él dijo al presidente ruso Vladimir Putin que la seguridad de la meseta ocupada es una “línea roja.” Si la situación en el Golán cambia en favor del régimen del Presidente Bashar al-Assad y Hezbolá comienza a consolidar una presencia militar allí, probablemente aumentará el riesgo que ocurra un error de cálculo entre Hezbolá e Israel.

*Nicholas Blanford es corresponsal en Beirut del Monitor de Ciencia Cristiana y Miembro Principal No Residente de la Iniciativa de Paz y Seguridad del Medio Oriente en el Centro Brent Scowcroft en Seguridad Internacional del Consejo Atlántico.

 

Fuente: NOW Lebanon

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México