ALAN M. DERSHOWITZ

Cuando conmemoramos el 70 aniversario de los juicios de Núremberg, en los cuales líderes nazis seleccionados fueron llevados al banquillo, debemos plantear algunas preguntas inquietantes sobre los que nunca fueron juzgados por su complicidad en el peor genocidio del mundo.

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Hace setenta años un grupo de prominentes nazis fueron enjuiciados por crímenes de guerra por los aliados en la Segunda Guerra Mundial en los juicios de Nuremberg trials. De izquierda a derecha: En la primera fila en el podio, Hermann Goering, Rudolf Hess, Joachim von Ribbentrop, Wilhelm Keitel, Ernest Kaltenbrunner. En la segunda fila, Karl Doenitz, Erich Raeder, Baldur von Schirach y Fritz Sauckel.

Habría sido imposible llevar a cabo el asesinato en masa de tantas personas sin la complicidad de tantos gobiernos, grupos e individuos. Quizás hubo demasiadas partes culpables como para llevarlos a todos ellos a juicio, pero no es muy tarde para hacer moralmente responsables a los culpables por lo que hicieron y dejaron de hacer.

Sin dudas, los individuos más culpables fueron los líderes nazis que planificaron directamente e implementaron la solución final. Su objetivo era reunir a los judíos de todo el mundo a fin de matarlos y destruir lo que veían como la “raza judía.” Ellos estuvieron muy cerca de tener éxito, eliminando a casi todos los judíos de Europa en un período de tiempo relativamente breve. Estos líderes nazis tuvieron la ayuda de muchos “verdugos dispuestos”, tanto en Alemania como en los países bajo su control. Entre los peores culpables hubo individuos lituanos, letones, húngaros, eslovacos, polacos, ucranianos, y otros. Hubo algunos héroes entre estos grupos y son recordados con razón y honrados. Pero el número de villanos excedió en mucho el número de héroes.

Luego estuvieron los gobiernos culpables que cooperaron y ayudaron a facilitar las deportaciones y arrestos. El gobierno francés deportó a más judíos que los que exigieron los nazis. Otros gobiernos, incluidos los de Noruega, Holanda y Hungría, también ayudaron a los nazis a lograr su objetivo genocida. Bulgaria y Dinamarca, por el otro lado, se negaron a cooperar con el genocidio nazi, y sus pequeñas poblaciones judías fueron salvadas. Dinamarca también rescató a sus judíos, muchos de quienes fueron transportados a la neutral Suecia.

Estuvieron también los países que se negaron a aceptar judíos que podrían haber escapado de los nazis si se les hubiera permitido entrar. Estos países incluyen a los Estados Unidos, Canadá y muchos otros lugares de asilo potencial que cerraron sus puertas. En los Estados Unidos y Canadá también hubo héroes que presionaron a sus líderes, pero fracasaron en su mayoría.

Muchos líderes árabes y musulmanes también desempeñaron roles innobles, poniéndose del lado de los nazis y conduciendo sus propios pogromos contra los judíos locales. El villano principal en este aspecto fue el Gran Muftí de Jerusalem, quien se unió a Hitler en Berlín y desempeñó un rol activo en enviar a los judíos a sus muertes y en mantener cerradas a los refugiados judíos las puertas de Palestina.

¿Inglaterra y Estados Unidos podrían haber hecho más para terminar el genocidio? ¿Ellos pudieron haber bombardeado las líneas ferroviarias a Auschwitz y otros campos de muerte? Estas son preguntas complejas que han sido planteadas pero no han sido respondidas en forma satisfactoria desde 1945.

Estuvieron también las acciones de los que indultaron y conmutaron las sentencias de nazis condenados en Núremberg, y los que ayudaron a los nazis a escapar del enjuiciamiento después que terminó la guerra. Esa lista también es larga y preocupante.

Los juicios de Núremberg, al enfocarse estrechamente en los líderes nazis y sus secuaces directos, exculparon en forma implícita a los que desempeñaron papeles importantes pero menos directos, roles a través de sus acciones e inacción. Por su naturaleza, los tribunales están limitados en lo que pueden hacer para llevar ante la justicia a grandes cantidades de individuos que pertenecen a una amplia secuencia continua de culpa legal y moral. Pero los historiadores, filósofos, juristas y ciudadanos comunes no estamos tan limitados. Nosotros podemos señalar con el dedo de la culpa a todos los que merecen ser culpados, ya sea que fueron o no llevados a juicio en Núremberg, o en procedimientos legales posteriores.

Nunca habrá justicia perfecta para los que ayudaron a llevar a cabo el Holocausto. La mayoría de los culpables escaparon a la acusación, vivieron vidas felices y murieron en sus camas, rodeados de familiares amorosos. Alemania Occidental prosperó como resultado del Plan Marshall, y muchos industriales alemanes, que se habían beneficiado del trabajo esclavo, continuaron beneficiándose como resultado de las necesidades percibidas de la Guerra Fría. Las balanzas de la justicia siguen desequilibradas. Quizás esto ayude a explicar por qué más de 6 millones de personas han sido asesinadas en genocidios evitables– en Camboya, Ruanda, Darfur y otros lugares — desde que el mundo prometió “nunca más.”

Existe el riesgo, por supuesto, que culpando a todos, no culpemos a ninguno. Es importante calibrar la responsabilidad de los que desempeñaron roles muy diferentes en el Holocausto. Esta es una tarea que da miedo, pero debe ser emprendida si van a ser disuadidos los genocidios futuros.

El Profesor Alan Dershowitz, junto con el Profesor Irwin Cotler, está co-presidiendo un simposio sobre el legado de Núremberg siendo celebrado en Cracovia el 4 de mayo del 2016.

Fuente: Gatestone Institute

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México