AVINOAM BAR-YOSEF – 

Encuestas globales descubren a Israel en lo alto de la valoración de felicidad y satisfacción con la vida – a pesar de las amenazas por todas partes

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La actualización del Informe Mundial de Felicidad de 2016 sitúa a Israel (judíos y árabes) en el puesto 11 de 158 países evaluados por las Naciones Unidas.

Israel también brilla como No. 5 de los 36 países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos en el Índice de Satisfacción de Vida de la OCDE – por delante de EE.UU., Reino Unido y Francia.

¿Cómo puede ser? Los israelíes viven en un entorno hostil y volátil, participan en un conflicto sin fin con los palestinos y bajo la amenaza de aniquilación nuclear por parte de Irán.

Si se tiene en cuenta los diferentes componentes de estos índices, Israel cae mucho más abajo en las listas. Ocupa sólo el número 24 en el PIB per cápita, y está en el puesto número 30 de los 36 países de la OCDE en materia de seguridad y seguridad personal. Israel tiene el 17 más alto ingreso per cápita del mundo. Pero los israelíes no califican de estúpidos en ningún índice.

Israel fue el quinto país más innovador en el índice de innovación Bloomberg 2015, y en un estudio de la OCDE de 2014 clasificó cuarto en el porcentaje de adultos con educación superior.

¿Entonces cómo se explica la paradoja de Israel? ¿Los israelíes se vuelven estúpidos solo cuando piensan en su propia felicidad? La explicación radica probablemente en indicadores que no se tienen en cuenta en las encuestas estándar.

Por ejemplo, un nuevo estudio realizado por el Instituto de Política del Pueblo Judío, miró el pluralismo en Israel y encontró que el 83% de los ciudadanos judíos de Israel consideran su nacionalidad “significativa” para su identidad. El ochenta por ciento menciona que la cultura judía también es “significativa”. Más de dos tercios (69%) menciona la tradición judía como importante. Las familias fuertes y amistades largas que se remontan al servicio militar de adultos jóvenes, o incluso a la infancia, también fomentan un sentido de bienestar. Todos estos factores refuerzan la razón de ser del Estado judío.

Este año, el 12 de Mayo marca el 68 aniversario de la fundación de Israel, cuando se creó una nación contra todo pronóstico. Los enormes retos nunca erosionaron la energía de los israelíes, ni la esperanza. David Ben-Gurion, el primer primer ministro de Israel, dijo una vez: “Sabremos que nos hemos convertido en un país normal cuando ladrones judíos y prostitutas judías realicen sus negocios en hebreo”. Pues bien, a este respecto, Israel lo ha hecho mucho mejor de lo que él habría soñado: con un ex presidente en la cárcel por violación, y un ex primer ministro encerrado por corrupción.

Los israelíes encuentran consuelo en el hecho de que los grandes y poderosos son tratados de la misma manera bajo la ley que los delincuentes comunes. El ex primer ministro Ariel Sharon, que murió en 2014, una vez recordó que después de terminar un día de trabajo con su padre en sus campos de Kfar Malal, había señalado con frustración cuánto quedaba por arar. Su padre, Samuel, le dijo que diera una vuelta y disfrutara de lo mucho que habían hecho.

En todos los aspectos de la existencia de Israel queda mucho por arar – mucho espacio para la mejora. Sin embargo, los israelíes se sentían reconfortados al mirar hacia atrás y saborear lo mucho que se ha logrado, cómo recuperaron la soberanía sobre la tierra de sus antepasados.

Al menos el 60% de la población israelí, ahora ocho millones, son inmigrantes judíos o sus hijos. Judíos de más de 90 países, de todos los colores y ámbitos de la vida, están unidos en una sola sociedad. Valoran el sentido de la libre determinación. Y no sólo los judíos. Vaya a cualquier playa o centro comercial y – a pesar de las fricciones – verá judíos y árabes, coexistiendo pacíficamente. Todos ellos pueden estar orgullosos de los logros de su país, como cuando Israel se enfrentó a una crisis del agua hace una década y puso en marcha un proyecto de desalinización que ahora es la envidia del mundo.

En 1964, mi amigo de la niñez, Aryeh Argani, un joven piloto de la Fuerza de Defensa de Israel, fue muerto en acción. Desde entonces he visitado su tumba cada primavera en el Día de la Independencia. Hace tres años, recibí una llamada telefónica de su escuadró diciéndome que habían observado que nadie participaba en las conmemoraciones oficiales por Aryeh. Había sido hijo único, y el dolor destruyó a sus padres. El escuadrón se había enterado de que él y yo habíamos sido amigos, y me invitaron a asistir al recordatorio oficial por Aryeh. En el club del Escuadrón 103 de los pilotos, encontré que una esquina del club está dedicado a la memoria de Aryeh. Su violín descansa allí. Este tipo de cosas hacen a los israelíes orgullosos y felices.

Si el índice de felicidad y satisfacción global pudiera medirlos, tal vez comprenderíamos mejor la paradoja de Israel.

Mr. Bar-Yosef es un ex corresponsal diplomático y jefe de oficina en Washington del diario israelí Maariv

Fuente: Tom Gross Media – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico