Avraham Sinaí, una vez Ibrahim Yassin, espió al grupo terrorista para Israel. Esta semana, su hijo Amos, nacido en el Líbano, recibió una mención presidencial por su servicio en el ejército.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Líderes israelíes elogiaron este jueves a los 120 jóvenes soldados formados en la residencia del presidente en Jerusalem para recibir la distinguida mención por su servicio y logros excepcionales.

Pero pocas historias se podrían comparar con la de Amos Sinaí, un joven soldado de la Brigada de Golani.

Amos no nació en Israel, tampoco era judío, sino musulmán chiíta nacido en el Líbano. Su padre, el rabino Avraham Sinaí, una vez Ibrahim Yassin, fue plantado en la organización terrorista de Hezbolá como espía a favor de Israel.

Amos insiste en que su padre, y no él, merece los honores, por “haber pasado un infierno para protegernos de los horrores de Hezbolá y llevarnos a Israel, donde pudiéramos crecer y vivir como una familia normal libre de persecuciones.”

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Abraham Sinaí, el padre, recuerda los horrores de la guerra civil del Líbano que comenzó en 1975 cuando su hija fue maltratada por grupos militantes palestinos que la ataron a dos vehículos mientras conducían en diferentes direcciones.

“Ella gritaba y los coches estiraban su cuerpo fuera de mi casa. Yo lo vi con mis propios ojos”, dijo al canal 2 noticias esta semana.

Sinai relata su experiencia cuando el ejército israelí entró en el Líbano en 1982: “Mi mujer estaba dando a luz y no había manera de transportarla a una clínica. Una patrulla del ejército israelí pasó por la carretera y pedí ayuda. El comandante israelí entró al pueblo poniendo en peligro su vida y la de sus compañeros, llamó a un helicóptero que transportó a mi esposa al Hospital Rambam de Haifa.”

Tras el incidente, Sinaí se hizo amigo de los israelíes y comenzó a trasmitirles información. Esto llamó la atención de Hezbolá recientemente establecida, y la organización lo secuestró, encerrándolo en un búnker subterráneo donde fue interrogado y torturado durante muchos meses.

Su principal torturador era un joven llamado Imad Mughniyeh, quien más tarde fue jefe de operaciones globales del grupo y en 2008 murió por una explosión en Damasco.

“Lo conocía por sus pasos”, dijo a Canal 2. “Recuerdo cómo temblaba al oírlo sin decir una palabra.

“Él me colgaba de mis manos y me golpeaba hasta caer en una tina de agua hirviendo. No pasaba un día sin perder el conocimiento a sus pies.”

Más tarde, Mughniyeh trajo al niño de su preso y cuando éste seguía profesando su inocencia, el pequeño fue quemado vivo ante los ojos del padre.

Hezbolá finalmente se convenció de que Sinaí era inocente y lo liberó. Fue entonces cuando decidió tomar venganza y se unió a Hezbolá para espiar a la organización a favor de Israel.

“Solía caminar a la frontera con Israel para reunirme con los representantes del ejército israelí,” relató mientras recorría la zona fronteriza con su hijo Amos y el equipo del canal 2.

Sinaí fue un excelente agente, quien sirvió al país durante 10 años, proporcionando una gran cantidad de información vital. Su contacto era el joven Yoav Mordechai, ahora un general de división y el Coordinador de las Actividades Gubernamentales en los Territorios, a cargo de las relaciones de Israel con los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza.

“Estaba dispuesto a morir y no encontrarme con él sin conseguir lo que quería,” comentó Sinaí.

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Mordejai señaló que la contribución de Sinaí “ascendió a la de muchas docenas de soldados.”

En 1997 Sinaí, su esposa y sus cinco hijos fueron trasladados a Israel clandestinamente. La familia se convirtió al judaísmo y se estableció en Tzfat a orillas del Kinneret (Mar de Galilea).

“Hoy miro a Líbano y pienso que no quiero mirarlo … este es el paraíso, allá es el infierno. Ahora estoy en el paraíso, nunca regresaría al infierno,” destacó Sinaí.

Amos es el cuarto hijo en reclutarse al ejército y terminará su servicio próximamente, pero desea seguir contribuyendo a la seguridad de Israel.

“Estoy pensando en continuar mi servicio en el Shin Bet, tal vez en el servicio penitenciario,” dijo a Ynet.

Avraham señaló que en otras circunstancias su hijo podría haber sido un valioso combatiente de Hezbolá. “Se lo perdieron,” dijo en broma.

Cuando padre e hijo se reunieron con el antiguo contacto de Sinaí en Tel Aviv esta semana antes de la ceremonia, se palpaba la cercanía y el afecto entre el rabino y el general, mientras relataban sus reuniones nocturnas en el interior del Líbano, en medio de ataques de mortero.

Mordejai observó con satisfacción que Amos ahora era un distinguido soldado en el Batallón 51 de Golani, la misma unidad en la que él sirvió. “¡Qué orgullo!” exclamó sonriente. “¡Cómo gira el mundo!”

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“Yo sé lo importante que es esto para mi padre,” expresó Amos emocionado.

“Hace treinta años, yacía en el calabozo de Hezbolá cubierto de sangre, con la cabeza inclinada y la ropa hecha jirones,” dijo a Ynet.

“La próxima semana, me pondré de pie con camisa blanca y la cabeza en alto frente al presidente de Israel, quien premiará a mi hijo. En esos momentos, recordaré el dolor y las lágrimas del hermano mayor de Amos, que nunca llegó a Israel.”

Fuente: The Times of Israel

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