THOMAS L. FRIEDMAN

Hoy quiero hablar sobre la horrorosa tragedia humana de Orlando. Pero primero quiero hablar sobre Hiroshima — o, más precisamente, el discurso profundo que dio allí el Presidente Obama el 27 de mayo que se perdió aquí en todo el ruido de la campaña.

Hiroshima, sugirió Obama, representa un mundo en el cual por primera vez un país poseyó el poder de matarnos a todos nosotros — y si tuvo que ser algún país, estoy contento que fuera Estados Unidos. Pero hoy, dijo él, estamos ingresando a un mundo donde grupos pequeños — tal vez incluso pronto una única persona podrá matarnos a todos nosotros; por lo tanto mejor empezamos a pensar acerca de las consecuencias morales del lugar donde nos está llevando la tecnología.

“La ciencia nos permite comunicarnos a través de los mares y volar por sobre las nubes, curar la enfermedad y comprender el cosmos, pero esos mismos descubrimientos pueden ser convertidos en máquinas de matar cada vez más eficientes”, destacó el presidente. “Las guerras de la era moderna nos enseñan esta verdad. Hiroshima nos enseña esta verdad. El progreso tecnológico sin un progreso equivalente en las instituciones humanas puede condenarnos. La revolución científica que llevó a la división de un átomo requiere también de una revolución moral.”

Lo que el presidente estuvo describiendo es la cuestión estratégica central de nuestro tiempo: el creciente desajuste entre la evolución rápida combinada de nuestra habilidad tecnológica y los poderes que da un único individuo o grupo para destruir a escala (puedes hacer tu propia pistola ahora con una impresora de 3-D), y el ritmo de nuestra evolución moral y social para gobernar y usar responsablemente estos poderes.

Y eso me lleva a la masacre de Orlando — a lo que sucede cuando, en una escala más chica, nos negamos a re-imaginar los cambios sociales y legales que necesitamos para manejar un mundo donde un perdedor puede ahora matar a tantas personas inocentes. La noción que tal persona — cualquier persona — debe ser capaz de comprar un rifle de asalto estilo militar es insana. Que el Partido Republicano no pueda ver la sabiduría del sentido común de las leyes de armas es sólo el comienzo para masacres mayores.

Al mismo tiempo, año tras año, seguimos viendo a hombres jóvenes musulmanes tomando inspiración y permiso del Islam para matar a gran cantidad de civiles en el Occidente y, aún más así, matar a otros musulmanes en tierras musulmanas.

He vivido demasiado tiempo en el mundo musulmán, y experimentado la decencia de las comunidades musulmanas, para creer que esta es la esencia del Islam. Pero he visto demasiado de esta violencia suicida por demasiado tiempo para creer que tiene algo que ver con las versiones puritanas, anti-gay, anti-transgénero, anti-femeninas, anti-pluralismo-religioso del Islam que muy a menudo son promovidas por fuentes en el mundo árabe, Pakistán y Afganistán.

Los sitios web, redes sociales y mezquitas que promueven estas ideas intolerantes pueden “iluminar” a las almas perdidas en cualquier lugar del mundo. Hasta que se detenga, estamos sólo esperando por el próximo París, Bruselas, San Bernardino u Orlando.

Y lo único que puede detenerlos es desde el interior: un movimiento masivo significativo por parte de los gobiernos, hombres del clero y ciudadanos musulmanes para deslegitimar este comportamiento. Se necesita un pueblo y sólo se detiene cuando el pueblo dice claramente, “¡No más!” Y eso no ha sucedido en la escala y consistencia que necesita para suceder.

Por último, en una época en que los individuos pueden volverse súper-facultados, tenemos que asegurar que nuestro gobierno tenga todos los poderes de vigilancia que necesita — bajo revisión judicial apropiada — para monitorear y arrestar a los extremistas violentos de todo tipo. Los chicos malos ahora tienen demasiadas herramientas para eludir la detección.

Obama cerró su discurso en Hiroshima con palabras que podrían haber sido dichas fácilmente de Orlando: “Los que murieron, son como nosotros. … Ellos no quieren más guerra. Ellos preferirían que las maravillas de la ciencia estén enfocadas en mejorar la vida y no en eliminarla. Cuando las elecciones tomadas por las naciones, cuando las elecciones hechas por los líderes, reflejan esta sabiduría simple, entonces la lección de Hiroshima está hecha.”

Tenemos que tomar elecciones apropiadas para nuestra época en que la tecnología puede amplificar tanto el poder de uno. Necesitamos leyes de armas con sentido común, leyes de igualdad de género con sentido común y de pluralismo religioso y de privacidad con sentido común.

Pero eso precisa de líderes con sentido común, no los que piensan que las complejidades de esta época pueden ser bombardeadas a distancia, amuralladas a distancia, ordenadas a distancia o insultadas a distancia. Deténganse por un momento y reflexionen sobre cómo podría haber sido esta semana de haber sido presidente Donald Trump — el bombardeo masivo que él habría ordenado, el temor y aislamiento que habrían engendrado su exclusión musulmana en todo estadounidense-musulmán, la alegría que habría tenido el ISIS de estar en guerra con todo Estados Unidos, la licencia que habría dado esto a los locos en nuestra propia sociedad para lanzar bombas incendiarias a una mezquita. Y la reacción que engendraría entre los musulmanes en todo el mundo, con los más radicales lanzando bombas incendiarias a nuestras embajadas. Cuando Estados Unidos se chifla, el mundo se chifla.

No concuerdo con Obama en todos los aspectos de esta cuestión, pero el muchacho está pensando profundamente y actuando en forma responsable. Trump está disparando desde la grupa, rociando insultos a 360 grados, diciendo mentiras, avivando temores y profiriendo amenazas que muchos en nuestro ejército y el F.B.I. se negarían a implementar. Si ustedes, senadores y congresistas republicanos, apoyan a Trump para presidente, él será su propietario — y ustedes admitirán todo lo que él haga.

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México