En ese momento Hitler desconocía quién era Feuchtwanger, no sólo porque ignorara su origen sino que realmente él no sabía que, el pequeño niño, era sobrino del escritor Lion Feuchtwanger.

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Eran los años treinta, la Gran Depresión estaba cambiando la situación económica y social del mundo; los avances tecnológicos permitieron a los científicos descubrir Plutón; en América latina ocurría el primer Golpe de Estado y en Europa, Alemania se levantaba, del desastre en que los dejó la Primera Guerra Mundial.

En esa Alemania de aquella época la economía se impulsaba con fuerza gracias a que la industria nacional se reforzó como jamás antes se había hecho. Durante esos años Edgar Feuchtwanger contaba con apenas 8 años pero algo en su interior le decía que a pesar de todo el panorama de progreso que atravesaba el país algo siniestro estaría por suceder.

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A pesar de su corta edad lo comprendía todo, aún cuando la inocencia de la infancia todavía estaba presente en él, supo que las campañas de odio ya estaban dando resultado. Lo comprendió porque lo vivió, podía sentir el odio en las calles, en la escuela y en cualquier lado al que fuera. Pero la historia apenas comenzaba y ni él, ni el mundo sabían aún que una matanza horrible se avecinaba.

Feuchtwanger fue vecino de Adolf Hitler durante varios años. Lo vio por primera vez en 1932, un año antes de que el alemán fuera nombrado canciller.

“Había sido llevado por mi niñera a una caminata. Pasé por su puerta principal justo al tiempo en que salía. Me miró y yo lo miré, y lo hizo de manera benévola”, indicó el hombre que hoy tiene 91 años.

Ese momento no se le borraría jamás de la cabeza.

“Hubo algunas personas, por supuesto, que en la calle inmediatamente comenzaron a gritar ‘Heil Hitler’”, añadió.

En ese momento Hitler desconocía quién era Feuchtwanger, no sólo porque ignorara su origen sino que realmente él no sabía que, el pequeño niño, era sobrino del escritor Lion Feuchtwanger, un reconocido novelista que se convirtió en el “enemigo personal” de Hitler.

“Si hubiera conocido quién era, no estaría aquí hablando con usted”.

Antes de que el pequeño Edgar Feuchtwanger escribiera su autobiografía, I was Hitler’s Neighbor (Yo fui el vecino de Hitler), y se convirtiera en el prestigiado escritor que ahora es, tuvo que soportar la instrucción ideológica de la Alemania nazi. Incluso en la escuela Edgar tuvo que escuchar todos los comentarios antisemitas que sus profesores hacían y aprender toda la propaganda impuesta de la currícula educativa.

“Por supuesto, me pidieron que hiciera lo que los maestros me dijeran” […]”Sabía que era un mal asunto para nosotros. Pero al mismo tiempo, tenía que hacer lo que la maestra me indicaba. Y la maestra era una mujer muy carismática que empujaba todo y que estaba en la luna”.

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Poco después, el 9 de noviembre de 1939 para ser precisos, el padre de Edgar fue capturado durante la infausta Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht) e inmediatamente después fue llevado Dachau, el primer campo de concentración nazi. Afortunadamente el padre del escritor fue liberado seis semanas después. Sin embargo, las presiones sociales y la persistente ideología nazi obligó a los Feuchtwanger abandonar el país como cientos de familias judías.

La familia Feuchtwanger eligió Inglaterra para vivir y comenzar una nueva vida. Edgar paso el resto de su infancia y vida en Londres. Ahí se convirtió en un prestigiado profesor de historia en la universidad de Cambridge.

“Creía que ése era el propósito de los nazis: que dejaran el país. “Después de todo, cosas como Auschwitz todavía no existían. Uno no anticipaba que alcanzaría ese extremo”, rememoró.

Fuente:mundotkm.com