Durante el evento TAG CDMX, Salomón Chertorivsky, secretario de desarrollo económico de la Ciudad de México, dio una conferencia donde narró su historia de éxitos y fracasos, y cómo sus fracasos aprendió a levantarse para seguir avanzando, hasta encontrar un camino que lo llevó al éxito.

Cuenta sobre su fracaso en el mundo de la construcción, cuando era estudiante universitario, “Desarrollamos materiales de construcción, logramos desarrollar una vivienda que, después de la cimentación, se construía en 3 días. Con páneles prefabricados construías tu primer modulo de 30 m2, y te dábamos el crédito. Pensamos, esta es la idea, dejamos las alternativas de vida que teníamos y nos venimos a México a empezar nuestro negocio de vivienda de autoconstrucción”.

Pero pronto se encontró con obstáculos insalvables: “Seis meses después, fracaso rotundo. Quebramos, no vendimos una sola casa. Perdimos todos nuestros ahorros. Hicimos muchas cosas mal. La primera fue creer que un proyecto de universidad en el escritorio podía tener éxito sin haber probado, ni entendido, lo que la gente quería. La gente decía, por el material que utilizábamos, que eso no era una casa sino una maqueta grande. A los mexicanos nos gusta la piedra, desde las pirámides. Tenemos una forma muy particular de construir vivienda en nuestro país. Nos gusta la fortaleza, porque es una casa para toda la vida, pero además nos gusta la flexibilidad. El material de piedra nos da flexibilidad, agarras un cincel y haces un hoyo. El material prefabricado sí requiere orden y disciplina. A nosotros nos gusta crecer más desordenados. Hay casas con las varillas de fuera, se les conoce como los “castillos de la esperanza”: ya que construiste un piso, siempre puede haber un segundo.

Sobre este fracaso, aprendió que es necesario “entender el mercado y el momento que esta viviendo una comunidad”. También hizo hincapié en la importancia de la amistad y el altruismo: “Soñaba y me emocionaba con poder hacer una diferencia”, recordó, conmovido.

Con estas experiencias y aprendizaje a cuestas, dirigió su entusiasmo hacia otro campo: “Hicimos un estudio de la necesidad de lentes en niños de primaria. 18% de todos los niños en edad primaria necesitan lentes. Un niño que necesita lentes y no los tiene será afectado en su vida social, física e intelectual. En ese entonces esa desigualdad se corregía con 127 pesos. Pero alguien tenía que llevarlos, y tenía que generar mecanismos para que los niños pudieran tener lentes. Iniciamos con unas camionetitas que funcionaban como ópticas móviles, íbamos a comunidades rurales para ayudar. Hoy ese camioncito se convirtió en la empresa óptica más grande de Latinoamérica y nace de haber fracasado.

Sin el aprendizaje de haber fracasado, dice, “nunca me hubiera entusiasmado para iniciar otra cosa, y seguramente no hubiéramos podido concretar una segunda experiencia exitosa”.

Dio algunos consejos para los jóvenes emprendedores que asistieron al evento, y compartió sus ideales al respecto del país y la generación justa de riqueza: “Cuando uno genera un negocio, una de las cosas que tiene que saber es que no sólo está generando riqueza para uno mismo. Generas un bien para la sociedad. Tenemos que empujar e impulsar que muchas personas más que tengan la intención y las ganas de iniciar un negocio, lo puedan hacer en nuestro país. Sin el miedo de fracasar. Por el contrario, con el apoyo de una comunidad que te impulse a que se vale fracasar. Y con el apoyo de este ecosistema de emprender, donde las empresas, gobierno y universidades, para que las posibilidades de emprendimiento sean mayores”.