JONATHAN FREEDLAND
Todo comenzó el domingo 27 de junio con un vuelo de rutina de Air France de Tel Aviv a París, llevando 247 pasajeros y 12 tripulantes. El avión hizo una parada planificada en Atenas, pero a los pocos minutos de despegar de Grecia, encontraron problemas. “Oímos gritos procedentes de la cabina”, recuerda ahora el capitán del avión, Michel Bacos, hoy de 92 años. Él envió a su jefe de máquinas para averiguar lo que estaba pasando. “Abrió la puerta de la cabina y se encontró cara a cara con Wilfried Bose, armado con un revólver y una granada de mano”.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Bose y su compañera eran parte de una facción alemana conocida como Células Revolucionarias, o RZ, uno de los varios grupos de guerrilla urbana activos en la era de la banda Baader-Meinhof. Se habían unido a dos miembros de una facción disidente del Frente Popular para la Liberación de Palestina. Juntos, los cuatro habían abordado el vuelo 139 en Atenas, donde la seguridad era notoriamente laxa. Böse se abrió paso en la cabina, tiró al copiloto y, agarrando el micrófono, anunció que el avión ahora sería llamado Haifa 1, tomando su nombre de la ciudad al norte del país que los pasajeros llamaban Israel y los secuestradores llamaban Palestina. Su demanda era la liberación de 53 prisioneros detenidos en cinco países diferentes.

Wilfried Bose, secuestrador alemán del vuelo de Air France 139 en julio de 1976 Secuestrador Wilfried Bose. Foto: AP
Wilfried Bose, secuestrador alemán del vuelo de Air France 139 en julio de 1976
Secuestrador Wilfried Bose. Foto: AP

Incluso antes de oír el anuncio, con acento alemán, algunos de los pasajeros sabían que algo estaba pasando. En la parte trasera del avión, Sara Davidson – una pasajera bien nerviosa – había cronometrado con ansiedad a la azafata de vuelo que salía de la cabina de primera clase, con la cara de un blanco fantasmal. Estas estaban destinadas a ser las vacaciones de su vida, un viaje a Estados Unidos para celebrar el Bar Mitzvah de su hijo Benny de 13 años. Pero ahora Sara se volvió hacia su marido, un piloto de la fuerza aérea de Israel, y le dijo que temía que hubieran sido secuestrados.

No era una idea tan descabellada. En ese momento, los secuestros eran frecuentes, un elemento básico de los boletines de noticias nocturnas. En 1972, hubo un secuestro de un mes. Para los palestinos, habían sido una táctica favorecida desde finales de 1960, dirigida inicialmente a jets de la línea aérea nacional israelí, El Al. Además de las exigencias rituales para la liberación de prisioneros, los secuestros eran vistos como una forma rápida y poderosa de ganar publicidad para lo que entonces era la causa emergente de la independencia palestina. Aún así, el marido de Sara se rió de su sugerencia: “Tú y tus ideas aterradoras. Todo está bien”. Un minuto más tarde estaba claro que tenía razón.

Siguiendo las órdenes de Bose, Bacos voló el avión a Bengasi, Libia. “Me advirtió que no rompiera el tren de aterrizaje: tendríamos que ser capaces de volver a despegar”.

La parada de Libia fue breve, sólo el tiempo suficiente para que una mujer de origen británico, Patricia Martel, que fingía estar teniendo un aborto involuntario y fue liberada del avión. Había emigrado a Israel unos años antes y estaba recién casada; su madre acababa de morir y ella se dirigía a Manchester a visitar a su padre. No sólo el aborto involuntario era falso, Martel ni siquiera estaba embarazada. Pero era enfermera – y buena actriz.

Bacos recibió la orden de volver a despegar. Preguntó a Böse dónde: “Él dijo, ‘No es asunto suyo'”.

El avión voló durante horas, tiempo suficiente para que Benny se tumbara en el suelo a dormir. “Tantas horas volamos y volamos, y no sabíamos adónde”, me dijo Sara Davidson. Los pasajeros trataban de adivinar. ¿Su destino era Siberia? ¿China?

Finalmente, el avión tocó tierra. Davidson y los otros fueron autorizados a abrir los postigos de la ventana y allí en la pista estaba de pie reconocible al instante, la figura del internacionalmente conocido Idi Amin, en uniforme de combate de camuflaje. Sólo entonces se dieron cuenta de que estaban en Uganda. Fueron escoltados fuera del avión al viejo edificio de la terminal del aeropuerto de Entebbe.

Ya no eran pasajeros. Ahora eran rehenes.

La Operación Entebbe, 40 años después – Parte I

Fuente: The Guardian – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico