BRET STEPHENS

Obama pregona un acuerdo que Teherán viola a cada oportunidad.

Lo que los diplomáticos llaman el Plan Integral de Acción Conjunto—conocido por el resto de nosotros como el Desastroso Acuerdo con Irán—fue acordado en Viena hace un año esta semana. Ahora llega una actualización de estatus, cortesía de nuestros amigos en el Bundesamt für Verfassungsschutz, o BfV.

En su fascinante informe anual del 2015, publicado a fines del mes pasado, el servicio de inteligencia interna alemán informa un “incremento particularmente fuerte” en el número de salafistas, describe el alcance de las campañas de espionaje ruso y chino en Alemania, y destaca un creciente número de extremistas de derecha.

Luego está esto:
“Las actividades ilegales de procuración sensible de proliferación [por parte de Irán] en Alemania registradas por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución persistieron en el año 2015 en lo que es, incluso para los estándares internacionales, un nivel cuantitativamente elevado. Esto es así en especial con respecto a elementos que pueden ser utilizados en el campo de la tecnología nuclear.”

El informe también destaca “un incremento adicional en las ya considerables campañas de adquisición en conexión con el ambicioso programa de tecnología de misiles de Irán que podría entre otras cosas servir potencialmente para enviar armas nucleares. Contra este contexto es seguro esperar que Irán continúe sus actividades intensivas de adquisición en Alemania usando métodos clandestinos para lograr sus objetivos.”

El informe de BfV llegó días antes que Alemania arrestara a un nacional pakistaní, identificado como Syed Mustufa H., acusado de espiar para Irán.

También corrobora otro informe de inteligencia alemán, este del servicio de inteligencia de Renania del Norte-Westphalia, que los intentos de adquisición nuclear de Irán han aumentado drásticamente en los últimos años, de 48 intentos conocidos en el año 2010 a 141 en el 2015. Otros siete estados alemanes han informado intentos iraníes de adquisición similares. Esto viola el compromiso explícito de Irán de pasar a través de un “canal de adquisición” oficial para adquirir materiales nucleares y de misiles.

Todo esto fue suficiente para provocar que Angela Merkel advirtiera al Bundestag la semana pasada que Irán “continuaba desarrollando su programa de cohetes en conflicto con las disposiciones relevantes del Consejo de Seguridad de la ONU.” No esperen sanciones alemanas, pero al menos la canciller está viviendo en la zona de realidad.

En cuanto al gobierno de Obama, no tanto. Durante el año pasado ha desarrollado una narración—metida con cuchara a los periodistas y escritores editoriales que Ben Rhodes ridiculiza públicamente como narcotizados e incautos—que Irán ha cumplido con todas sus obligaciones en virtud del acuerdo, y ahora merece galletitas extra en la forma de acceso a dólares estadounidenses, aviones Boeing, adquisiciones estadounidenses de aguas pesadas iraníes (subsidiando de este modo su programa nuclear), y otras concesiones que el año pasado la administración prometió al Congreso que nunca concedería.

“Todavía tenemos sanciones sobre Irán por sus violaciones de los derechos humanos, por su apoyo al terrorismo, y por su programa de misiles balísticos, y continuaremos ejecutando vigorosamente esas sanciones”, dijo el Sr. Obama en enero. Cualquier cosa.

La administración ahora está sopesando si apoyar la membresía de Irán en la Organización Mundial de Comercio. Eso neutralizaría la capacidad de un futuro presidente de imponer sanciones contra Irán, ya que las normas de la OMC permitirían a Teherán demandar a Washington por interferir con el comercio. La administración ha presionado también a la Fuerza de Tareas de Acción Financiera, un organismo internacional que aplica normas contra el lavado de dinero, para que alivie la presión sobre Irán, lo que la FTAF hizo el mes pasado suspendiendo algunas restricciones para el año próximo.

Y luego está el acuerdo de Boeing para vender u$s17.6 mil millones en aviones a Irán, que llevó a los republicanos en el Congreso liderados por Pete Roskamare de Illinois a tratar de detenerlo. Irán usa su flota civil para transportar armas y combatientes a sus clientes terroristas en Siria y Líbano.

“La administración está tratando de encerrar el acuerdo con Irán e impedir que un futuro presidente haga algo, incluyendo repeler el comportamiento maligno de Irán”, dice Mark Dubowitz de la Fundación para la Defensa de las Democracias, quien sabe más sobre sanciones a Irán que cualquiera en Washington. “En lugar de torcer el peor comportamiento de Irán, la administración lo facilita efectivamente.”

Un último detalle: En junio, Jay Solomon del Journal informó que la Agencia Internacional de Energía Atómica había descubierto “rastros de uranio hecho por el hombre” en la planta militar de Irán en Parchin. La agencia informó este hallazgo en una nota al pie de un informe en diciembre, pero el gobierno no hizo comentarios entonces y ahora lo descarta como noticia vieja. La AIEA ya no tiene más permitido inspeccionar Parchin, o ninguna otra instalación militar, en virtud del acuerdo.

Entonces recapitulemos.  Barack Obama dice que Irán está honrando el acuerdo nuclear, pero la inteligencia alemana nos dice que Teherán está violándolo en forma más agresiva que nunca. El prometió sanciones “resorte” en el caso de tales violaciones, pero Estados Unidos está operando como el agente de promoción comercial de Irán. El prometió inspecciones “sin precedentes”, pero no tenemos permitido inspeccionar sitios donde fue encontrado uranio. El prometió una prohibición de ocho años sobre las pruebas de misiles balísticos por parte de Irán, pero Teherán violó inmediatamente y repetidamente esa prohibición con sólo un rechazo suave del Occidente. El prometió que el acuerdo nuclear no se trataba de “normalizar” relaciones con un régimen delincuente. Pero él lo quiere en la OMC.

¿Obama está racionalizando un acuerdo fallido o quiso engañar al público estadounidense? De cualquier forma, la verdad se está poniendo al día con el acuerdo con Irán.

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México