Cohen veía al judaísmo como la religión monoteísta más pura. La entendía como la religión de la razón que terminaría con el paganismo y los mitos y nos llevaría idealmente a un mundo donde los valores éticos serían universales.

MARCOS GOJMAN.

Hermann Cohen (1842-1918) nació en Coswig, un pueblo en el centro de Alemania con una pequeña comunidad judía. A pesar de su tamaño, en 1800 la comunidad recibió permiso para construir una sinagoga en la misma calle donde posteriormente vivirían los Cohen. El padre de Hermann era al mismo tiempo el cantor y el maestro de los jóvenes de la comunidad. La casa de los Cohen reflejaba los valores tradicionales del judaísmo. Gerson y Friederike Cohen, en Shabat, recibían a los viajeros judíos que pasaban por el pueblo. Era costumbre que al final de la cena el padre involucraba a sus huéspedes en discusiones talmúdicas. Fue en este ambiente donde las profundas raíces judías de Hermann se forjaron, lo que le dio un enorme conocimiento del judaísmo y lo motivó a tomar una postura activa en contra del antisemitismo. Hermann estudió en el Gymnasium de Dessau, en el Seminario Teológico de Breslau y en las universidades de Breslau, Berlín y Halle. Fue uno de los fundadores de la “Gesellschaft zur Förderung der Wissenschaft des Judenthums“, la sociedad para el estudio de la ciencia del judaísmo. En 1873 inició su carrera como profesor en la universidad de Marburg. Fue ahí donde escribió la mayoría de sus trabajos sobre matemáticas y filosofía neokantiana. Murió en Berlín en 1918.

Cohen escribió dos libros y más de sesenta artículos sobre filosofía judía. En ellos argumenta que el objetivo de la religión es llenar esos aspectos que definen lo que es una vida moral y que están más allá de las capacidades de la filosofía, como, por ejemplo, entender qué es el pecado, la revelación, el arrepentimiento, la angustia y la culpa. La filosofía sólo define lo universal, por lo que no puede ocuparse de este tipo de conceptos que sólo surgen en relación al individuo. Por lo tanto, es la religión y no la filosofía la que le enseña a la persona a ser ética, a enfrentar la culpa y a arrepentirse de sus actos sin abandonar su responsabilidad moral.

Cohen veía al judaísmo como la religión monoteísta más pura. La entendía como la religión de la razón que terminaría con el paganismo y los mitos y nos llevaría idealmente a un mundo donde los valores éticos serían universales. Entendía al judaísmo como la religión del monoteísmo ético. Veía la llegada del mesías, más como la etapa final en el desarrollo de una ética social judía, que como la llegada de un redentor. Coincidía con Kant que la ética debería de ser universal.

La influencia de Hermann Cohen en la filosofía judía del siglo XIX fue enorme. Su énfasis en la ética universal del judaísmo, como el instrumento para mejorar el mundo, permitía la integración del judío en la sociedad moderna, pero sin perder sus particularidades. Cohen veía como científico, cómo las leyes del mundo físico son inmutables, pero los principios éticos dependen de la voluntad del hombre para que se cumplan. Veía en Dios la explicación racional del porque cumplir con esos principios. Dios y el hombre son socios en la creación de una humanidad regida por principios éticos universales.

Hermann Cohen influyó de manera importante en la obra de Martin Buber y Franz Rosenzweig. Con Buber tuvo diferencias, pues no creía que el sionismo era la solución. Fue un idealista: para él, las ideas, los principios y los valores, tenían prioridad sobre la realidad. Hermann Cohen veía al mundo como lo que podría o debería ser, a diferencia de los que sólo lo ven tal como es.

Bibliografía: An introduction to Modern Jewish Philosophy de N. M. Samuelson y otras fuentes.

Fuente: alreguelajat.com