JOSÉ MARÍA CARRASCAL

¿Está el islamismo en otra «guerra de religión»? Muy posiblemente. Lo peor es que nos incluye a los occidentales.

No ganamos para sustos. Al Brexit le siguió el bestial atentado de Niza, y a la carnicería, el intento de golpe en Turquía. La historia nos dirá si estuvo tan mal preparado como el de Tejero. Desde luego, los perpetradores no se lucieron: ocupar la televisión pública dejando abiertas las privadas, a través de las cuales el presidente podía animar a sus seguidores contra los golpistas, era pegarse un tiro no en el pie, sino en la cabeza, cosa que ocurrirá a algunos. Erdogan sale más reforzado de lo que estaba y puede hacer lo que quiera. Mientras, el Ejército, durante un siglo la espina dorsal de Turquía, sale no sólo debilitado, sino también dividido.

No es una buena noticia. Turquía es la piedra angular del Oriente Medio, la primera trinchera occidental en la zona más volátil del planeta. Hasta ahora ha aguantado los envites tanto rusos como del islamismo radical, con un equilibrio cada vez más inestable y sin recibir la recompensa que merece. Bruselas ha pospuesto ad calendas graecas su ingreso en la UE. El dinero prometido por detener la oleada de emigrantes llega con cuentagotas y el apoyo en su lucha con los independentistas kurdos es más vocal que efectivo. Claro que tampoco Erdogan se deja querer. Desde que ganó las elecciones en 2002, su objetivo fue sacudir el tutelaje que el Ejército venía ejerciendo sobre los civiles desde que Atatürk ocupó el poder en 1920, dispuesto a modernizar su país, confinando a los clérigos a las mezquitas. Erdogan quiere confinar a los militares a los cuarteles, para lo que ha venido haciendo purgas entre ellos, al tiempo que buscaba una reaproximación al islam, sin llegar a confundirse con los yihadistas. Aunque les permite vender el petróleo que extraen de los pozos que ocupan en Siria. Es lo que debió de desencadenar la intentona de ayer, junto con el carácter cada vez más autoritario de su régimen, con cierre de medios de comunicación, despido de jueces incómodos y detención de disidentes.

Al fondo de todo está el forcejeo entre las dos ramas del islam: la chiita, que encabeza Irán, y la sunita, que lidera Arabia Saudí, por cuál es la verdadera heredera del Profeta desde la muerte de este. Con el agravante de haber aparecido un Daesh que se proclama el más puro de todos y ha declarado la guerra a Occidente donde, cuando y como sea. El cristianismo tuvo un conflicto semejante en los siglos XVI y XVII, con la llamada Guerra de los Treinta Años, que duró bastante más y asoló Centroeuropa, hasta que, exhaustos, católicos y protestantes, decidieron firmar la paz. ¿Está el islamismo en otra «guerra de religión»? Muy posiblemente. Lo peor es que nos incluye a los occidentales, pues la globalización nos la ha traído a casa. Es más: los avances tecnológicos la han hecho mucho más cruel, sofisticada y difícil de ganar, con una Turquía que no sabemos hacia qué lado se inclinará tras el susto de la otra noche.

Fuente:abc.es