Los medios de comunicación informaron que una nadadora palestina no tuvo acceso a una piscina de tamaño olímpico por culpa de Israel. La verdad es que tuvo acceso a varias.

LIEL LEIBOVITZ

Mientras la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río celebra el espíritu de competencia y camaradería que atrapa los corazones y las ojos de millones de personas en todo el mundo cada cuatro años, las festividades oscurecieron momentáneamente debido a un breve y punzante recordatorio de la inhumanidad del hombre hacia el hombre. Y, como de costumbre, todo fue culpa de Israel. Al presentar a la nadadora palestina María al-Atrash, los medios de comunicación se apresuraron a señalar que la joven atleta no sólo había enfrentado el desafío de los rigores del entrenamiento para los Juegos Olímpicos, sino también el hecho de que la ocupación había evitado su acceso a una alberca de tamaño adecuado, de 50 metros de largo, el tamaño olímpico estándar. Tales instalaciones lujosas, señalaron los medios de comunicación a sus espectadores indignados, simplemente no estaban disponibles en Palestina.

Si contáramos con periodistas que tuvieran la capacidad de utilizar herramientas de investigación avanzada como el Internet, podríamos habernos beneficiado de saber que la oficina del gobierno israelí que coordina las actividades en Cisjordania, o COGAT, emitió un comunicado el mes pasado en su página de Facebook, donde decían que con mucho gusto le asignarían una alberca a al-Atrash, si se hubiera tomado la molestia de solicitar un permiso para entrenar en Jerusalem, lo cual, al igual que los atletas palestinos antes que ella, se negó a hacerlo y de todos modos le desearon la mejor de las suertes. También podría haber sido útil tener en cuenta que muchos de los atletas de todo el mundo entrenan al igual que al-Atrash, en albercas semi-olímpicas de 25 metros. Pero además de eso, en los territorios palestinos no hay una, sino varias albercas olímpicas.

Hay una alberca de lujo en Gaza, construida, tal vez, con algunos de los restos de cemento de los que Hamas pudo prescindir después de despilfarrar miles de millones en sus túneles del terror; hay una en Naplus; y cuando llamé a la gente en el complejo Murad, me aseguraron que su piscina también está debidamente dotada.

En 2010, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, envió una nota de condolencia a la familia del recientemente fallecido Abu Daoud, el autor intelectual de la matanza de Munich 1972. El podría haber hecho más por al-Atrash y otros atletas palestinos en vez de honrar a las familias de los terroristas que asesinan a inocentes judíos. Con tales equivocadas y sangrientas prioridades, el sueño de oro olímpico de Palestina sigue siendo tenue.

Lo cual no puede decirse de los libaneses: otro vecino de Israel que demostró que el espíritu olímpico está “vivo”, tratando de bloquear la entrada de la delegación de Israel a un camión. Y esto fue sólo en el primer día de los juegos. Sin embargo, si los Juegos Olímpicos nos enseñan algo, es que excusas y acusaciones políticas sucias están siempre en juego, pero, por suerte, una vez finalicen, el mejor siempre gana.

Fuente: Tablet Magazine