Con motivo de la inminente publicación de su más reciente libro, Una niña en el país del Holocausto, Enlace Judío acudió a la casa de la escritora Becky Rubisntein, quien amablemente nos concedió una entrevista durante la cual habló sobre su obra y su trayectoria como mujer de letras.

 

ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO –Becky Rubinstein es periodista cultural y maestra de hebreo. Cuenta con una licenciatura en Lengua y Literatura Española y un doctorado en Letras Modernas. Recibió el premio Nacional del cuento Infantil Juan de la Cabada en 1988 por Un Árbol Gatológico y el premio Nacional Tinta Nueva en 2006 por Toro Aciago. Además, en 1997 recibió Mención de Honor en el Premio Mundial de Literatura José Martí, celebrado en Costa Rica. Traduce del idish y del inglés al español, y ha escrito artículos para los diarios mexicanos El Universal y Excélsior. De acuerdo a los críticos, su literatura se enmarca en el posmodernismo.

“Mi historia tiene que ver mucho con la historia familiar, mi tío abuelo fue periodista en Grodno, al llegar a México funda el periódico judío “De Shtime” (“La Voz Israelita”) donde mi papá, Abraham Rubinstein, fue linotipista; a la muerte de mi tío, él fue el director del periódico. Mi mamá cantaba operetas en idish. Mi hermano José Rubinstein escribe en el periódico Excélsior, tiene una columna ahí; y mi hermana pinta. Mi familia está unida al arte y al judaísmo”.

“Desde la adolescencia me gustó escribir. Mi primer poema fue “Adelante, Siempre Adelante”. Puedo decir que ese es el motivo de mi vida, puedes caerte pero tienes que levantarte y seguir adelante. Trabajé como maestra de hebreo, actualmente traduzco poesía de autoras israelíes como Mijal Hirsch, Dalia Ravicovich y Ona Boraj”.

“Estudié para maestra en Israel, dos años y medio; cuando regresé me casé, tuve tres hijas y después me dio una depresión. El psiquiatra me sugirió que entrara a la universidad para poder escribir mejor. Fue terapéutico, no aprendí a escribir, pero sí cómo escriben los demás”.

“Después de la maestría comencé a escribir mejor, tuve la suerte de que una amiga me comentó que en la calle de Hidalgo se reúne un grupo de literatura infantil, me llevó de la mano; después me llevó a un grupo de poetas, adonde encontré a una gran amiga, Martha Madrigal, me fui formando poco a poco de la mano de Isabel Suarez de la Prida, que pudo ser mi mamá, metafóricamente, fue mi mamá en verso. Mireya Cueto fue mi mamá en prosa”.

“Mi próximo libro se llama Una niña en el país del holocausto. Es la historia de Dolly Bestandig, amiga mía de muchos años, sobreviviente del Holocausto. La entrevisté, no es mucho lo que ella recuerda, me comentó que fue la sobreviviente más pequeña, sus recuerdos se basan más en lo que su mamá le contaba, su madre fue una gran pianista, y su padre murió en el Holocausto”.

“Por otro lado traté de que este libro intente hablar sobre lo que fue el Holocausto. He ayudado a varias personas sobrevivientes a escribir sus libros, como al Sr. Peter Katz, a Isaac Kelerstein, al Sr. Peckar. Para mí conocerlos y haberlos ayudado a hacer sus libros fue un privilegio. Fue muy difícil tanto para ellos como para mí ayudarlos a parir historias tan vergonzosas para la humanidad. Este libro es un gran mosaico de historias que reflejan la vida de una niña en medio de cosas muy terribles, innombrables, pero que a la vez hay que nombrar, para que no se olviden”.

Sobre sus temas favoritos, relata, se encuentran “las brujas, el mar, la luna. Me encanta escribir biografías, escribí una biografía de Frida Kahlo para niños. Entre mis personajes favoritos están Don Quijote y Sor Juana”.

“Hay mucha gente que cree en la necesidad de leer, mucha gente dice que en México no se lee, pero hay hormiguitas trabajando por todos lados que se dedican a inculcar la lectura en los niños”, remata.