Protestas, blogueros ultraortodoxos, ingenieros, jueces, rabinos y el ‘shabbat’ componen una kafkiana trama que erosiona el hasta ahora impermeable escudo del primer ministro,Benjamin Netanyahu.

SAL EMERGUI

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Lucha política, Estado y religión, ‘statu quo’ no estático, obras ferroviarias, tensión en el Gobierno israelí y en su principal partido (Likud), protestas, blogueros ultraortodoxos (‘jaredim’), ingenieros, jueces, rabinos y el ‘shabbat’ componen una kafkiana trama que erosiona el hasta ahora impermeable escudo del primer ministro,Benjamin Netanyahu.

Empecemos por el final. El enfado por la decisión de Netanyahu de suspender los trabajos de la red ferroviaria en Tel Aviv el pasado sábado cediendo a la presión de sus dos socios ultraortodoxos en la coalición (13 de 66 escaños) contrarios a la “violación de la santidad del ‘shabbat'” no derribará su Gobierno pero le hace un enorme daño: por primera vez, el partido centrista Yesh Atid, del ex periodista Yair Lapid, supera al Likud en intención de voto.

Aunque Netanyahu ha demostrado ser el más astuto en la historia electoral de Israel, la última encuesta es dramática al postular a Lapid como gran alternativa aumentando de 11 a 24 escaños, mientras Netanyahu bajaría de 30 a 22. Es pronto para enterrar al vencedor de los comicios del 96, 2013 y 2015 pero ‘Bibi’ es objeto de la ira generalizada. Y difícil de combatir ya que no corresponde al campo donde está más cómodo (derecha frente a izquierda en conflicto con palestinos) sino a algo profundo que toca una sensible fibra de la mayoría israelí: el desproporcionado poder de los políticos ‘jaredim’ en comparación con su porcentaje en la población (alrededor del 10%).

Un cuarto de millón de personas sufrió en sus carnes la falta de trenes y el consiguiente atasco en las carreteras provocadas por la decisión de Netanyahu de suspender las obras minutos antes de la entrada del ‘shabbat’. Sus duras acusaciones contra el ministro de Transportes y rival en el Likud, Israel Katz, no consiguieron desviar el descontento.

Todos se agarran al ambiguo ‘statu quo’. Los ‘jaredim’ denuncian la violación del ‘statu quo’ establecido por David Ben Gurión, cuando declaró la independencia de un país que hoy tiene cada vez más personas trabajando en el día sagrado para el judaísmo. Los seculares replican que el ‘statu quo’ garantiza trabajos vitales en infraestructuras y denuncian “coacción religiosa”.

La influencia de las redes sociales

Hasta ahora, los políticos con tirabuzones hacían la vista gorda. Ya sea a los permisos estatales de trabajo en ‘shabbat’ a 400 empresas o a los numerosos centros comerciales, restaurantes y locales abiertos en esta jornada. Pero las redes sociales han cambiado las reglas de juego. La irrupción de medios y blogs ultraortodoxos que denuncian las obras obligan a sus diputados a rebelarse.

“Los ‘jaredim’ tienen perdida la batalla por el ‘shabbat’. Un país moderno con una renta per cápita de más de 35.000 dólares no puede hacer huelga en sábado. Por eso los aeropuertos y puertos, las empresas de comunicación, electricidad y servicios funcionan en sábado”, señala el comentarista económico Sever Plosker que recuerda que Netanyahu anuló las obras que él mismo autorizó hace ocho meses. “El economista se ha ido y el cínico político se ha quedado”, remata.

“No cerrarán Tel Aviv”, nos dice Cobi Shamir, dueño de uno de los nutridos colmados abiertos en ‘shabbat’ en la “ciudad que no duerme”. Conversamos en su pequeño local con motivo de las informaciones sobre el supuesto plan del ministro de Interior y líder del ultraortodoxo Shas, Arie Deri, de cerrar en ‘shabbat’ todos los kioscos de Tel Aviv dejando abierto sólo tres grandes complejos de ocio. “Necesitamos trabajar en ‘shabbat’ ya que muchos salen los viernes por la noche y al día siguiente necesitan comprar cosas que no pudieron durante la semana. Que nos dejen vivir como queramos”, pide antes de confesar: “Voté en el pasado a Netanyahu pero ya no lo haré más tras ceder ante los más religiosos”.

“Estoy harta de su chantaje político. Nosotros tenemos que servir en el ejército y después trabajar para poder estudiar mientras la mayoría de ellos están exentos de la mili, no trabajan y son subvencionados por nosotros“, protesta la joven cliente Revital. En el sur de Tel Aviv, Moshé cierra su kiosco en ‘shabbat’. “Necesitamos un día de descanso. Es un tema social pero también religioso ya que Israel es un Estado judío”, reivindica. Ante el revuelo causado, Deri negó ayer que quiera poner el candado en los establecimientos.

Recordando quizá la serie ‘Yes, Prime Minister’, Netanyahu ha recibido con alegría la sentencia del Tribunal Supremo (TS) que le desautorizó recordándole que la potestad para los permisos laborales corresponde al ministro de Trabajo, Haim Katz. “Respeto la decisión del TS”, se apresuró a decir desprendiéndose de la patata caliente y sagrada.

Katz aprobó ayer trabajos imprescindibles en vías ferroviarias para mañana sellando quizá la polémica. Pero la lucha por el ‘shabbat’ descarrilará en cualquier momento.

Fuente: El Mundo