MOSHÉ YAALON

El ex ministro de Defensa israelí y jefe del Estado Mayor Moshé “Bogie” Yaalon expone sus visiones sobre el acuerdo nuclear con Irán, las relaciones entre Israel y los palestinos y lo que espera del próximo presidente de Estados Unidos.

El continuo terremoto de los últimos cinco años en el mundo árabe ha reorientado el panorama político y contribuido a una profunda inestabilidad que probablemente persista en un futuro previsible. Este reajuste se debe al colapso del sistema del Estado-nación impuesto por las potencias colonialistas, que generó países construidos artificialmente como Siria, Irak y Libia creando peligrosos vacíos de poder. Es muy poco probable que estos países divididos se vuelvan a reconstruir en confederaciones o cantones étnicamente homogéneos.

Israel debe ser sobrio y realista para lidiar con su vecindario peligroso, y su respuesta debe basarse en principios claros. En primer lugar, no debe hacerse ilusiones o basarse en un enfoque paternalista tratando de imponer la democracia o un marco de Estado-nación en países que no están dispuestos a aceptar este tipo de arreglos. La verdadera democracia significa algo más que la celebración de elecciones – requiere un largo proceso de educación y socialización, que no existe en esos países.

En segundo lugar, Israel no desea intervenir en conflictos internos árabes, a pesar de que actuará con decisión si sus intereses se ven amenazados y tomará represalias claras y predecibles. Aprendió esta lección en los acontecimientos que siguieron su apoyo al presidente libanés Bashir Gemayel durante la guerra de 1982. Hoy en día, el gobierno israelí ha adoptado una posición neutral al no expresar una postura sobre si Bashar al-Assad debe permanecer en el poder en Siria. Al mismo tiempo, no permitirá violaciones de su soberanía en los Altos del Golán, ni que armas avanzadas o químicas sean enviadas a sus enemigos; las Fuerzas de Defensa de Israel ya han demostrado que responderán con firmeza a tales acciones. Al mismo tiempo, Israel proporciona ayuda humanitaria en Siria, incluyendo alimento, tratamiento médico, y combustible, con el fin de mejorar las difíciles condiciones de las víctimas de la violencia y evitar que el problema de los refugiados empeore.

Israel ha empleado un enfoque similar con Hamas: toma represalias tras lanzamientos de cohetes, aún tratando de evitar una escalada y proporciona ayuda humanitaria a la población de Gaza, incluyendo agua y electricidad. Por otra parte, la cooperación estratégica sin precedentes de Israel con Egipto y Jordania contribuye a su seguridad general en la región.

Esta estrategia ha creado una situación de seguridad bastante tranquila a pesar de la turbulencia regional. Hezbolá ha evitado entrar en conflicto con Israel, y no ha habido un solo ataque transfronterizo de yihadistas sunitas en Siria, incluido el Estado Islámico. Por otra parte, desde que Israel ha responsabilizado a Hamas de los cohetes disparados desde Gaza, este tipo de ataques son poco frecuentes.

La mayor amenaza contra Israel viene de Irán. Aunque el acuerdo nuclear alarga el plazo hacia la bomba, tiene una serie de consecuencias negativas. Los iraníes han retenido parte de su infraestructura nuclear, y por lo tanto conservan la capacidad de construir armas nucleares en los próximos diez a quince años. También siguen enviando armas convencionales a grupos terroristas en todo el Oriente Medio, incluyendo a Hezbolá, las milicias radicales chiítas en Irak y Siria, y los huzíes en el Yemen. Irán ha ayudado a establecer la infraestructura terrorista en los cinco continentes – un hecho que contradice su interpretación como país moderado, bajo el mandato del presidente Hassan Rouhani. Algunos consideran a Teherán como parte de la solución a los turbulentos conflictos regionales debido a su voluntad de luchar contra el Estado Islámico. Sin embargo, su oposición al grupo yihadista sunita es sólo una maniobra para eliminar a un rival ideológico y obtener una mayor presencia en la región.

A pesar de estas amenazas, el terremoto geopolítico ha creado nuevas oportunidades para Israel. Actualmente, el Oriente Medio se divide en cuatro grandes campos: el eje chií de Irán, que incluye el régimen de Assad, Hezbolá y los huzíes del Yemen; el eje de los Hermanos Musulmanes, dirigido por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que también abarca elementos en Egipto y Hamas; el campo yihadista global, que incluye el Estado Islámico y Al Qaeda; y el eje sunita, que comprende a Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, y otros. Israel comparte varios adversarios con los países del campo sunita con los que ya mantiene una cooperación sólida (aunque silenciosa), y hay un interés mutuo para seguir aumentándola.

Estados Unidos debe unirse a Israel en su alineación con el eje sunita. Un movimiento reciente en este sentido fue la firma del Memorando de Entendimiento bilateral en el que Washington concederá a Israel 38 mil millones de dólares en ayuda militar durante la próxima década. Sin embargo, los países sunitas han hecho eco de la frustración de Israel ante el gobierno de Obama por no abordar sus preocupaciones sobre el acuerdo nuclear, permitir que los proxies de Irán provoquen problemas en la región, y por vacilar en su compromiso con los líderes sunitas, incluyendo a Hosni Mubarak y Abdul Fattah al -Sisi a raíz de las revoluciones de Egipto. Estos países no piden a Estados Unidos desplegar tropas terrestres en la región – sólo quieren que Washington demuestre una mayor participación mediante su apoyo en el terreno mediante ataques aéreos y de inteligencia.

Por último, mientras que en los últimos años la atención del mundo se ha desplazado en gran parte a cuestiones árabes más amplias, la cuestión palestina sigue tomando un lugar importante. Sería ideal solucionar el conflicto, pero por el momento no tiene solución. Contrariamente a lo que se supone, el conflicto no se deriva de los territorios disputados capturados por Israel en la guerra de 1967, sino del hecho de que los palestinos no están dispuestos a aceptar la presencia de Israel como Estado-nación del pueblo judío . Siempre y cuando no estén dispuestos a reconocer la legitimidad de Israel, las concesiones territoriales no tendrán valor alguno. Esta línea de razonamiento también disipa la idea de que las retiradas unilaterales de Israel crearían un impulso político para un plan de paz.

Debido a que actualmente las diferencias son demasiado grandes, Israel debe gestionar el conflicto en lugar de tratar de resolverlo. Para avanzar hacia una solución política, el país debe preocuparse por construir una sociedad palestina de abajo hacia arriba mejorando la economía, la infraestructura, la aplicación de la ley, y el gobierno de la Autoridad Palestina. En última instancia, los palestinos también tendrán que hacer cambios radicales en su sistema educativo, dejar de demonizar a los judíos, y reconocer que Israel tiene derecho a por lo menos algunas de las tierras. En otras palabras, no pueden promover la causa de la paz y afirmar que Tel Aviv es un asentamiento. Estos grandes cambios en la sociedad palestina son un requisito previo para verdaderas negociaciones.

Fuente: The Washington Institute / Resumen de Aryeh Mellman

Traducción: Esti Peled

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