La mesa de Rosh Hashaná – Parte I

Este no es un artículo de recetas para Rosh Hashaná. Aquí no trataremos de cómo preparar las comidas especiales de Rosh Hashaná sino de cómo prepararnos a nosotros mismos antes de comerlas. Buscaremos, en una corta secuencia de artículos, explicar el significado más profundo de los Simanim del Seder de Rosh Hashaná. Empezamos por el Tamar (dátil) y el Karti (puerro).

Tamar – Karti (Dátiles – Puerro): Tanto cuando comemos los dátiles como la tortilla de puerro expresamos pedidos aparentemente idénticos. Con los dátiles proferimos: “She itamu oivenu … (que se extingan nuestros enemigos)” y con el puerro decimos: “She ikaretu oivenu … (que se exterminen nuestros enemigos)”. ¿Para qué dos Simanim que expresan la misma petición? Obviamente existe una diferencia sutil pero decisiva entre ellos.

La fuente de la petición de los dátiles está en el salmo 104: “Itamu jataim min haaretz urshaim od einam (Que se terminen las iniquidades de la faz de la tierra y los perversos dejarán de existir”.

Bruria, la esposa del famoso Rabi Meir baal hanes, interpretó este versículo de una manera fascinante. Rabi Meir vivía en una pésima vecindad, la Guemará en el tratado de Berajot, nos cuenta que sus vecinos le molestaban diariamente. Un día, totalmente agotado por tanta maldad sin motivo, Rabi Meir dice a su esposa que va a rezar para que estos vecinos perversos se mueran y con esto ya dejen de pecar. Bruria le dijo que no se debe rezar por la muerte del pecador, sino que debemos pedir que el perverso deje su mal camino y regrese al sendero de la Torá, como está escrito “se terminarán las iniquidades…” y automáticamente los Reshaim dejarán de existir, pues ya serán buenos.

Esto es lo que pedimos con los dátiles, el fin del mal y no de los malvados, es decir, que desaparezca la maldad de la faz de la tierra pues todos serán buenos.

Por otro lado, nuestra paciencia y tolerancia tiene un límite sin el cual la sociedad sucumbiría en un caos total generado por la impunidad. Hay un momento, cuando se agotan todas las posibilidades de educar y persuadir, que debemos luchar no solo contra el mal, sino que debemos apartar y castigar al malvado. Esto es lo que representa el Karti (puerro), o sea, la exclusión de los perversos “incurables” que no quieren volver al sendero del bien e insisten en perjudicar y maltratar al pueblo de Israel.

Curiosamente, este mensaje se expresa no solo en palabras, los dátiles y el puerro tiene un secreto todavía más profundo para revelarnos. En la Torá los dátiles son llamados “miel”. En Rosh Hashaná aprendemos cuál es nuestra arma secreta par para extinguir el mal: la dulzura. Shlomo Hamelej, el más sabio de todos los hombres dijo: “Así como el rostro se refleja en el agua, el corazón del hombre se refleja en el de su semejante”. Esta es la lección de Bruria, rezar y actuar para el bien de los demás, ser agradable y dulce, manifestar nuestro amor incondicional por todo judío y con esto “del atroz saldrá la dulzura”. Este es el camino de la Tora, atar a cada judío con lazos de amor, hasta que deje sus malas acciones y revele el bien intrínseco que tiene en su interior.

Solo cuando el corazón del perverso ya está tan duro que la miel no lo puede ablandar, entonces recurrimos al Kartí, que con su forma representa el bastón de la justicia que golpea al vilano. Pero, aun que inevitable, este método no nos aplace, el sabor del Karti es amargo, agrio.

Por eso comemos los dátiles antes de la tortilla de puerro, primero intentamos transformar el malvado en bueno acercándolo por medio de la dulzura. Solo después, apelamos al bastón de la justicia quedando un mal sabor de boca por haber llegado a esta situación en que tenemos que apartar por no haber logrado acercar.

Que por el mérito de que seamos dulces el uno con el otro, D´s nos decrete un año bueno y dulce, Amén.