Este Rosh Hashaná 5777, en su sermón, el Rabino Marcelo Rittner anunció que entregaba la estafeta del liderazgo religioso de la Comunidad Bet El al Rabino Leonel Levy. A la vez, dio sendos consejos a su grey y les repartió bendiciones y agradecimientos.

RABINO MARCELO RITTNER

Quiero que mis primeras palabras sean para desearles a ustedes, a sus seres queridos, a toda la familia Bet-El, un shaná tová umetuká, malé jaim briut parnasá ve shalom, un año de sanación espiritual, un año con propósitos, sentido, renovación y satisfacción.

Y como lo hago cada año, también hoy les pido que se acerquen a aquellos de quienes se han alejado. Que dejen de lado el orgullo que nos empequeñece como personas. La vida es contigo mismo, con la familia, con los amigos.

La vida es tan frágil, tan llena de sorpresas… Créanme. Perdonen a los demás de la misma forma como pretendemos que Dios nos perdone a nosotros. Si rezan por una nueva oportunidad, también denla a los demás. Y sean agradecidos, cuenten sus bendiciones que por mucho superan los tzures.

Carpe diem: vivan cada día.

Reciban todo mi cariño y mi brajá personal.

Cuenta el Talmud en Masejet Pesajim que Rabí Yiosef, el hijo del rabí Yehoshua ben Levy, se enfermó de gravedad, y en un momento perdió la consciencia. Afortunadamente, se recuperó, y entonces su padre le preguntó: Mi hijo, MAI JAZIT, ahora que estuviste al borde de la muerte, ¿que viste? Su hijo le respondió: “OLAM AFUJ RAITI. Vi un mundo al revés. Aquellos que eran reverenciados y exaltados aquí por su riqueza y su poder, allí eran humildes, y los que aquí eran humildes, allí eran exaltados. Rabí Yehoshúa le dijo a su hijo: Mi hijo, tú viste claramente el mundo verdadero, el mundo como este debía ser”.

Qué relato tan vigente para describir la realidad actual. Y qué profunda reflexión para el ser humano que habita en ese mundo. Especialmente en estos días sagrados, que tratamos sobre la vida y la muerte, sobre el hombre en busca del sentido de la vida. Un mundo donde tratamos cada vez más con “egos obesos y mentes anoréxicas”.

Vivimos en época de cambios cada vez más significativos. Algunos piensan que los dos cambios más peligrosos que nos toca vivir son los ordenadores superinteligentes y los islamistas radicales. Uno por la eliminación del trabajo humano, y el otro por el fanatismo irracional que quita a la vida humana dignidad y santidad.

Hay cambios que afectan las reglas sociales. Por ejemplo, cuando éramos más jóvenes e íbamos de visita a una casa pedíamos un vaso de agua. Hoy, en cambio, pedimos la clave del wifi de la casa. Antes preguntábamos dónde estaba el baño. Hoy nos interesa saber dónde hay un contacto.

Cambios que afectan a los rituales religiosos. Antes era comenzar abriendo el majzor en la página X. Ahora el ritual debe comenzar con: Por favor apaguen sus celulares. Otros son cambios generacionales. Me pasa con mis amigos. Hace años cenábamos en la Hacienda, porque la comida era buena y la música nos permitía hablar. A los 50 íbamos a cenar y finalmente decidimos hacerlo en la Hacienda porque los martinis eran buenos. Diez años más tarde, discutíamos dónde cenar. Decidimos por la Hacienda: la lista de vinos era buena, las ventanas del restaurante se podían abrir (en caso de bochornos) y el pescado era bueno para el colesterol. Diez años más tarde, el grupo pensó dónde encontrarse para cenar. Fuimos a la Hacienda, porque la luz era buena y tenía rampas de acceso. Hace algunas semanas mi grupo de “te ves muy bien” salimos a cenar. Decidimos ir a la Hacienda porque ¡teníamos ganas de conocerla!

Cada edad tiene su encanto, sólo que algunas tienen encantos muy escondidos y uno tiene que hacer grandes esfuerzos para encontrarlos. Pero ustedes ya saben mi filosofía de vida: Yo quiero morirme joven lo más viejo posible.

Esto me lleva a mi mensaje de este día. El doctor Gawande, en uno de sus libros, formula tres preguntas que cada uno de nosotros en alguna etapa de la vida debería responderse: ¿Cuáles son tus temores? ¿Cuáles son tus metas? ¿Qué sacrificios estás dispuesto a hacer? Según el autor, dedicarnos a responderlas nos ayudará a vivir con más propósito, sentido y mayor satisfacción.

Como estos son días de introspección, pensé que era un tema que me gustaría compartir. Verán: como hace ya algún tiempo que cuando me ven enseguida me piden la tarjeta de la tercera edad por los descuentos, me volqué a reflexionar lo más seriamente posible —cuando me acuerdo de hacerlo— sobre cambios y transiciones. Y como uno de los nombres de este día es Yom Hazicarón, el Día del Recuerdo, quiero abrir mi corazón y volcar mis sentimientos.

Y ¿ante quiénes hacerlo, si no ustedes, mi familia Bet El? Comencé declarando que es tiempo de cambios y transiciones. Ya hace algún tiempo había establecido mis 70 años como un cambio que me permitiera soñar nuevos sueños. No fue una decisión sencilla. Pero es sana. Por ello les comparto que el próximo año, después de Pésaj, el rabino Leonel Levy —quien ha estado con nosotros durante más 15 años— me sucederá como rabino principal de Bet El.

Iasher Koaj, querido Leo. Así como lo hice desde el primer día, confío en tu capacidad y en tus cualidades para que continúes proyectando a Betel como ejemplo de comunidad en nuestro continente.

Una comunidad del siglo XXI, de vanguardia y comprometida desde su visión del judaísmo masortí en la sagrada tarea de tikún olam, de poder lograr el mundo real que Dios concibió. Que te sigas esforzando en la tarea de ser una comunidad judeo- mexicana comprometida con las necesidades sociales y de justicia en México. Y naturalmente te deseo Leo, que sueñes tus propios sueños. Mazal tov y brajot para todos los Levy.

Y ustedes, mi kehilá, que me demostraron tantas veces su cariño, que se hicieron sentir siempre presentes, que juntos celebramos y juntos tristeamos: sepan que varias veces podré ir a cenar a la Hacienda por primera vez, pero nunca olvidaré el cariño, su confianza, el dejarme ser parte de su vida y de su historia y memorias personales. Después de más de 30 años, muy pocos rabinos pueden decir con orgullo que dos comunidades se pelearon por él. Brasil, que quería que me quedara en México, y México que quería que volviera a Brasil.

Bueno, como esto no es una despedida, ahora les cuento las malas noticias. Continuaré activo ayudando y complementando la tarea rabínica. Estaré algunos Shabatot y en Iamim Noraim, y naturalmente en mi oficina para recibirlos cuando quieran platicar, pero Bendito sea Dios, ¡no más juntas! Sobre todo esto, el presidente Schwartz les platicará en Yom Kipur. Familia Bet El, estamos juntos, seguimos juntos.

Fiel a las enseñanzas de mi querido maestro y amigo Elie Wiesel, Z”L, que decía que más importantes que las respuestas era saber hacer las preguntas correctas, ayer por la noche mencioné que, si bien el enfoque de estos días debía ser bein adam lejaveró, “entre el hombre y el prójimo”, yo proponía que fuera antes: bein Adam l’atzmó. Quiere decir: “el hombre consigo mismo”. Bien, ¿Cómo comienzas? ¿Con quién comienzas? ¿Con qué comienzas? ¿Dónde comienzas?

Mi propuesta: bein Adam l’atzmo. En estos días busca reencontrarte contigo mismo. La vida nos enseña que hay algo dentro de cada uno que quiere ser descubierto, pero tiene miedo de ser encontrado. ¿Cuáles son tus temores? ¿Cuáles son tus metas? ¿Qué sacrificios estás dispuesto a hacer?

Comienza contigo mismo, comienza por formularte las preguntas y no pierdas esta oportunidad. No seas un espectador en tu vida, no temas escucharte a ti mismo. Busca reencontrarte contigo mismo. Cada ser humano tiene una misión única y cada esfuerzo, cada suspiro debe estar destinado a reconocer y completar la misión de tu vida.

Escucha el shofar y permite que sus notas hagan vibrar tu corazón, saborea la manzana con miel, renueva energías y sueños, y construye tu mundo. Comienza contigo mismo. Sueña y ya no pospongas la sagrada tarea de vivir.

Hayiom harat olam… Tu mundo y tu vida tienen un nuevo comienzo. ¿Qué tal comenzar hoy?