Enlace Judío México.- El viernes 30 de junio, en el Templo de Horacio 1722, se realizó un acto solemne en el cual Marcelo Rittner ascendió al puesto de Rabino Emérito y Leonel Levy al de Rabino Principal de Bet El.

¡Enhorabuena!

“Transformarse en rabino es un momento en la vida profundamente emotivo. Créanme, que tratar de mirar hacia atrás cuarenta y dos años, no resulta menos emotivo.

Por ello, lo primero que quiero es agradecerles por acompañarme una vez más, ahora en mi nueva etapa como Rabino Emérito. Gracias por compartir este Shabat tan especial en la vida del rabino Leonel y también en la mía.

Les cuento que los últimos días no he podido dejar de imaginarme a mis padres desde su lugar celestial mirar con caras sorprendidas. “¿Emérito?”, “Mordje: ¿A naie maise? ¿Y ahora qué inventaste”?

Y quiero expresarlo con un corazón lleno de gratitud. En mi vida he sido bendecido en todos los aspectos. Dios me ha colmado de bendiciones y ha sido compasivo en perdonar mis fallas. Me bendijo con una gran compañera de viaje y me bendijo con hijos y nietos que dan calor y color a mi vida.

Él me ha concedido poder estar siempre rodeado de fieles y queridos amigos y amigas, de ser parte de un equipo de trabajo comunitario especial, y naturalmente de una comunidad que es ¡la envidia de muchas comunidades!

Yo los observo desde mi lugar y veo más que rostros conocidos. Como si fuera un vuelo de vida, imagino ver en la frente de cada uno una pequeña pantalla donde se proyecta el video de su vida, y en ellos asomo en sus escenas y momentos más importantes, a veces abrazándolos en escenas silenciosas con un fondo gris, y otras, en escenas con colores vivos, música, risas, abrazos.

Les digo que me llena de orgullo porque, es algo que me hace sentir un rabino privilegiado, por ser parte de una comunidad que, a través del tiempo y tantos momentos compartidos, me ha permitido formar parte de sus historias y memorias personales, así como a crear fuertes lazos de vida.

Por todo ello y mucho más les correspondo a cada uno y a todos, con un corazón lleno de gratitud y amor.

Una gratitud que al evocar incluye a mi casa de estudios, el Seminario Rabínico, también la casa del rabino Leonel. Y a mis maestros, en especial al rabino Marshall Meyer, de quien aprendí que los dos ingredientes que no pueden faltar en la vida son la pasión y el idealismo; que cada uno de nosotros tiene una chispa de divinidad y una misión que cumplir; y que debemos entender la urgencia de vivir sin postergar. Y aprendí, como lo expresara Abraham Joshua Heschel, que somos mensajeros con un mensaje.

El Ba’al Shem Tov escribió que su alma había venido al mundo a causa de tres amores: el amor a Dios, el amor a la Torá y el amor a Israel. El amor a Dios siempre ha sido mi motor y mi forma de vida. El amor a la Torá, ha sido enseñarles que debe ser nuestro GPS de la vida.

Y Ahavat Israel, debe incluir el amor a México y a cada ser humano, porque no hay separación entre el llamado del amor y la demanda de justicia. Si no abrazamos estos principios de compromiso social con los más necesitados, no podemos hablar de amor a Dios, ni nuestras jóvenes generaciones tomarán en serio su judaísmo.

Y algo que no puedo callar. El primer ministro de Israel ha negociado sus principios creando una nueva crisis con los judíos de la diáspora al anular el acuerdo de otorgar un espacio a nuestro movimiento en el Kotel. No lo vamos a permitir. Exigimos un solo Kotel para un solo pueblo. Los derechos del judaísmo Masortí y de cada judío deben ser respetados. En Israel y en México.

Completo hoy un ciclo más de mi vida. No hay arrepentimientos. Llegué joven y lleno de sueños. Hoy soy parte de la generación “te ves muy bien” y me encanta.

También este Shabat el rabino Levy comienza una nueva etapa. Me alegra haber confiado en mi intuición cuando aún siendo seminarista en el año 2001 llegaste a Bet El con Meital. Has dedicado tus mejores esfuerzos para alcanzar este merecido momento. Hoy, ya con tu bellísima familia, asumes tu lugar como Rabino principal. Un gran logro y un gran desafío en tiempos complejos. Te deseo que puedas llevar a nuestra comunidad a nuevas alturas y a realizar nuevos sueños. Más que con palabras, Leo, quisiera invocar sobre ti la bendición de Dios, como forma de transmitirte el compañerismo, la amistad, y la esperanza de este nuevo momento en nuestras vidas.

A ustedes mi Kehilá, mi familia Bet El, mi corazón y mis bendiciones, siempre. Estamos juntos y seguimos juntos.

Gracias por la historia y las memorias compartidas.

¡Amén!”