MARTA PLANA

Hace unas semanas tuve la fortuna de participar en un viaje a Israel, reconocida cuna del emprendimiento y de algunas de las mejores start-up de la actualidad, para asistir al DLD Tel Aviv Innovation Festival, la mayor feria de innovación del país donde se dieron cita emprendedores e inversores de todo el mundo.

Allí, junto a representantes de importantes organismos vinculados a la digitalización de nuestro país, pude conocer de primera mano la firme apuesta del Gobierno israelí para promover un ecosistema emprendedor. Una política activa y sostenida en el tiempo, que no se reduce a los meros gestos o buenas intenciones a las que estamos acostumbrados en España.

Desde hace más de 20 años, Israel ha fomentado una cultura de la innovación, asumiendo sus riesgos; una visión internacional desde el primer día para sus proyectos, un factor clave para el éxito en un mercado global; facilidades de acceso a la inversión privada en las fases iniciales de una start-up; ventajas fiscales y un claro y decidido apoyo institucional. Todo ello ha tenido como resultado la creación de uno de los mejores ecosistemas emprendedores del mundo, sólo superado por Silicon Valley. Baste un ejemplo: para asegurar el éxito de los proyectos emprendedores, el Gobierno israelí puede llegar a aportar hasta el 85% del capital de inversión necesario, dejándole el 15% restante al emprendedor.

Es evidente que en España tenemos un amplio margen de mejora en este ámbito. Por mucho que nuestros políticos animen a emprender y adornen constantemente su retórica con el apoyo al sector, la realidad es que desde las Administraciones Públicas no se articulan medidas efectivas y reales que favorezcan el emprendimiento.

En el South Summit 2016, una importante feria del emprendimiento del Sur de Europa celebrada hace pocos días en Madrid, el interés de los políticos brilló por su ausencia. De hecho, sólo el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, visitó el espacio y escuchó las reivindicaciones y reflexiones de algunos de los emprendedores que allí nos dábamos cita. Un gesto muy de agradecer, pero que en este momento es claramente insuficiente.

España cuenta, sin duda, con buenos mimbres para crear un hub emprendedor de primera magnitud: la creatividad y la innovación en nuestro ADN mediterráneo y un gran expertise tecnológico. Pero nos falta sacudirnos nuestra atávica aversión al riesgo y a la estigmatización del fracaso. Y por supuesto, un honesto y decidido apoyo de las administraciones, a todos los niveles: en inversión en I+D, en incubadoras y aceleradoras públicas, en incentivos fiscales, en programas de financiación en la fase semilla de los proyectos, donde el nivel de riesgo de que un proyecto innovador no acabe teniendo éxito es más elevado.

Solo tenemos que mirar a Israel para ver que los frutos de una política seria de fomento del emprendimiento no son inmediatos, pero sí muy tangibles y beneficiosos como forma de generar riqueza, empleo y oportunidades en el país. Urge un diálogo sereno entre todos los actores implicados –Gobierno, start-ups, universidades, centros de investigación- para que nosotros también empecemos a cultivar de verdad.

Fuente:lavanguardia.com