Sucot, o fiesta de las cabañas, es uno de los tres momentos del año en que los antiguos Bnei Israel peregrinaban a Jerusalem. La propia Torá menciona cómo debe celebrarse: “Habló el Eterno a Moshé, diciendo: Dirígete a los hijos de Israel, y diles que el día 15 del mes séptimo será la fiesta de las cabañas, siete días, para el Eterno”. (Vayikrá-Levítico 23: 33-34).

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El motivo central de Sucot es recordar cómo tuvieron que vivir los israelitas durante 40 años en el desierto tras su liberación de la esclavitud: “En cabañas (sucot) residiréis durante siete días, todo miembro de Israel residirá en cabañas. Para que sepan vuestras generaciones que en cabañas hice residir a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto” (Vayikrá-Levítico 23: 42-43).

Es decir, el significado fundamental de Sucot es la unión nacional, como el resto de las fiestas de peregrinación (Pésaj y Shavuot).

Un pueblo, suma de sus frutos

Otro motivo de celebración se añadió a Sucot cuando el pueblo se estableció en Eretz Israel: la llegada de la temporada de la cosecha. “A los quince días del mes séptimo, cuando recolectéis la cosecha de la tierra, celebraréis la festividad del Eterno durante siete días… y tomaréis para vosotros en el primer día un fruto de árbol magnífico, palmas de palmera datilera, rama de árbol frondoso, sauces de arroyo, y os alegraréis delante del Eterno, vuestro Dios, siete días…” (Vayikrá-Levítico 23: 39-40).

Estas palabras de la Torá se refieren a las “cuatro especies”:

“Palmas de palmera datilera”, en hebreo llamadas lulav.
“Un fruto de árbol magnífico”, un cítrico llamado en hebreo etrog.
“Rama de árbol frondoso”, mirto, en hebreo llamado adás.
“Sauces de arroyo”, en hebreo aravá.

Según la tradición, estas cuatro especies representan los cuatro tipos de personas que existen en el pueblo de Israel:

El etrog posee sabor y fragancia. Representa a los estudiosos de la Torá y los que practican buenas acciones.

El lulav, como su fruto, tiene buen sabor pero carece de aroma. También hay personas que han estudiado, pero no practican lo aprendido.

El adás posee un aroma muy agradable pero es insípido, como las personas que hacen buenas acciones sin ser muy estudiosos de los preceptos.

El aravá es insípido y también carece de aroma: algunos judíos no son estudiosos, y tampoco realizan buenas acciones.

Sin embargo, las cuatro especies se utilizan juntas para bendecir; tres de ellas (lulav, adás y aravá) se atan para simbolizar que el pueblo de Israel no está completo si no se juntan todas sus fuerzas.

La alegría

La Torá estipula que hay que alegrarse en Sucot. Además de la alegría de la cosecha, también está aquella que proviene del esfuerzo espiritual realizado durante los anteriores “días de arrepentimiento” (aseret yeméi teshuvá y Yom Kipur). En este momento ya estamos seguros de que ha sido bueno nuestro “veredicto”, y por tanto estamos alegres.

También está la alegría de la peregrinación, la unión y la concentración de todo el pueblo en Jerusalén, “una ciudad que hace que todo el pueblo de Israel sean amigos”. Esta alegría tenía su punto culminante en Simjat Bet Hashoeva, durante la época en que existía el Templo.

Igualdad y cooperación

En la festividad de Sucot se enfatiza la noción de igualdad social y cooperación entre los diferentes niveles sociales. “Te regocijarás en la celebración con tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que moraren contigo” (Devarim-Deuteronomio 16:14). De ahí la costumbre de aumentar las acciones caritativas en vísperas de Sucot, e invitar personas para compartir la festividad.

Fuente:nmidigital.com