THELMA KIRSCH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Shemini Atzeret

“Y en el octavo día tendréis una reunión, no haréis ninguna obra servil…”
Aunque técnicamente no tiene relación con esta fiesta, y ese día no hay que vivir en la Sucá, mucha gente sigue con esa costumbre, ya que no puede aún quitar su Sucá y prefiere alargar un día estando dentro de ella.

En Shemini Atzeret se dice Yzkor o la plegaria para recordar a los muertos.

Se dice también la tefilá o el rezo para que llueva o Tefilat Hagueshem, porque necesitaremos la lluvia para que se prepare la tierra para la siembra. Esta plegaria la dice el Jazán envuelto en el kitel (abrigo blanco) y el Talit.

Simjat Torá (La alegría de la Torá).

En Israel se lleva a cabo el mismo día que Shemini Atzeret.

En Simjat Torá se acaba de leer el último capítulo de la Torá y se sacan del Aarón Hakodesh todas las Torot y se dan siete vueltas alrededor de la Bimá, afuera del Shul o del patio o jardín que este tenga. Son las siete Hakafot. Después se guardan todas y se dejan tres afuera.

¿Por qué tres?

En una se lee el relato de la desaparición de Moisés y la bendición que le da al pueblo de Israel sintiendo que el momento de su partida se acerca y decide hacerlo, no dejar pasar el tiempo y no lograrlo.

En la siguiente se lee como creo D-os al mundo. Bereshit, en el inicio.

Y en la tercera se lee el libro Va Midvar o el detalle de los sacrificios festivos de la fecha.

Acabar o iniciar la lectura de la Torá es un gran honor:

-Jatan Torá o el Novio de la Torá, es el que concluye de leerla.
-Jatan Bereshit o el novio del inicio, es el que inicia nuevamente.

Los solteros están pendientes de que les sea dado este honor, y realmente cuando es así, la lectura es distinta, ya que lleva un anhelo que quizá se cumplirá muy pronto y serán bendecidos.

Los niños acompañan a los mayores y tienen la oportunidad de cargar la Torá, muchas veces ayudados por sus padres. Algunos llevan las banderas que el Kerén Kayemet distribuye y ponen en el mástil una manzana o una velita encendida (costumbre que ha ido quedando atrás por la seguridad de todos).

Cantan y se divierten, pelean por llevar tal o cuál Torá. Muchas a nombre de los seres queridos que han sido donadas por sus familias y algunas muy antiguas, tan antiguas como la comunidad y a las que se trata con singular respeto.

Y como constantemente me dicen que siempre tengo una historia que contar. Esta vez se trata de uno de los rollos más antiguos que hay en el Shul y que seguramente los que vivimos ahora no lo saben, ya que sucedió hace muchos años. Yo conozco la historia porque tiene que ver con mi familia.

Mi bobe nos contaba que una vez llegó un Sofer ofreciendo el único tesoro que poseía, una Torá terminada y revisada para que no existiese ningún error. Una Torá Kosher. ¿Pero, por qué quería vender algo tan valioso, tan preciado? Para casar a su hija. A su única hija.

Acudió a mis abuelos y les propuso el trato. En aquellos días el dinero era escaso y titubearon. Mi bobe, mujer de valor, de gran fuerza y decisión, convenció a mi zeide de que podían juntar el dinero que pedía el Sofer. ¿Por qué? era la pregunta que todos se hacían…. Pero mi bobe tenía sus motivos: ella tenía 3 hijos varones y sabía que no tendría más.

No tenía una hija a quién casar. Por lo que pensó que comprando ese Sefer Torá, sería como estar dando la dote para la boda de su propia hija. Y así fue. Hasta el día de hoy la Torá está en su lugar en el Aarón Hakodesh, se nota que ha sido usada y enrollada una y otra vez, pero nadie sabe quizás, que esto significó mucho para una mujer que hizo tanto por la comunidad. Que tuvo las puertas abiertas siempre y el corazón dispuesto.

Recordar estos cuentos para nosotros es como abrir capítulos pasados de nuestra familia. Aumentar nuestra alegría, y por sobre todo, saber que la recompensa no tarda en llegar, así como esos tres hijos de esta señora que soñaba con tener una hija se convirtieron en grandes hombres, hombres de bien, inteligentes y conscientes de la Tzdakah, activos comunitariamente y sobre todo, siempre presentes en su familia.

Que todos podamos contar bellas historias en estos Jaguim únicos y especiales para cada uno de nosotros.