La Ciudad de México es una de las grandes ciudades del mundo, al igual que Jerusalem, Atenas y Roma, Es un estrato de diferentes culturas como la de Teotihuacán y los pueblos toltecas de 2800 y 1000 años atrás respectivamente; las impresionantes ruinas de los mexicas o los aztecas de Tenochtitlán, como se les conoce fuera de México, de hace 500 a 700 años. Las influencias de la colonia española se notan en toda la ciudad. Todo esto está rodeado de la metrópolis moderna del Distrito Federal – la Ciudad de México.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Las preparaciones y decoraciones del Día de Muertos comienzan a finales de octubre. Mexicanos de todas las clases sociales lo celebran principalmente el 1 y 2 de noviembre. Esta tradición de honrar a los difuntos es anterior a la conquista de México por los españoles en 1521. Nació de las energías primordiales de la maravilla de los seres humanos y los temores en torno a la muerte y el más allá.

Las familias se reúnen y celebran con un picnic en el cementerio para consolar sus familiares más cercanos y a los espíritus de los difuntos. Cuando se van, espolvorean pétalos de caléndula desde la tumba hasta sus hogares para mostrar a los espíritus cómo hacer su visita anual.

En la mayoría de los hogares y negocios se dan ofrendas, un altar o santuario con imágenes de parientes que han fallecido, flores, adornos de colores, y alimentos que el difunto querría comer. Casi siempre hay un poco de tequila.

Esta antigua tradición que conecta a los difuntos con los vivos es sin duda muy reconfortante.

En muchos hogares judíos, tenemos una tradición similar, aunque no se realice la misma conexión.

La Torá establece claramente que hemos sido creados a la imagen de Hashem/D-os. “Y Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó.”

En la liturgia judía, se hace referencia a la Shejiná. El espíritu de D-os que impregna la tierra, la atmósfera y el universo. La Shejiná es una manifestación del Espíritu Santo de Dios en la que los judíos pueden conectarse al eterno a través de las mitzvot.

Los judíos reciben la Shejiná en Shabat.

Bryan Goldsmith, amigo mío y hermano de la fraternidad AEPI, quien tiene un doctorado en Ingeniería Química, explicó que “todos los elementos de la tabla periódica hasta el hierro se forman por fusión de las estrellas. Los otros elementos se forman al final de la vida de una estrella que culmina en una supernova. Todos los elementos del cuerpo humano se formaron dentro de las estrellas. Por otra parte, el cuerpo humano se compone de oxígeno, carbono, hidrógeno y nitrógeno, que son los cuatro elementos más comunes en el universo. ¿Será coincidencia? Creo que no.”

Sabiendo que estamos conectados con el universo, con D-os y con los demás, nos vinculamos con cada uno de nuestros antepasados. Al igual que la ofrenda del Día de Muerto, cada semana los judíos se conectan con sus antepasados.

El pueblo judío inventó el “fin de semana” con la celebración del Shabat. Durante miles de años, la gente trabajaba todos los días, de sol a sol, con excepción de los judíos que descansaban desde el viernes al atardecer hasta el sábado por la noche. En la antigüedad, eran burlados por tener este día de descanso.

Podemos hacer que cada antepasado sienta el calor y sea bienvenido a nuestros hogares al encender las velas de Shabat y santificar la noche diciendo el kidush sobre el vino y la bendición sobre la jalá. La oración del kidush sobre el vino dice, ” … con amor y buena voluntad, [D-os] nos ha dado su santo Shabat como una herencia, en recuerdo de la obra de la Creación. Toda la celebración del Shabat es una fiesta semanal de la creación del universo.”

Si los espíritus de nuestros antepasados de 50, 100, 500 o incluso 2,500 años atrás entrasen a nuestros hogares, sabrían de inmediato lo que está ocurriendo. Sería tan conocido como ver la luna en la noche.

El viernes por la noche, utilizo el antiguo y modesto candelabro de mi abuela para sostener las velas. Después del canto de la oración del vino, todos dicen amén, y la copa se pasa de uno a otro.

Si nuestros antepasados se encontrasen con nosotros físicamente, se unirían en nuestras oraciones y beberían con nosotros. Cuando nos reunimos en la casa en torno a lo sagrado, cada uno a su manera, invitamos a nuestros antepasados a algo reconocible.

Después de todo, ¿dónde aprendimos a hacer mitzvot? Lo hemos aprendido de nuestras familias. Nuestras madres y padres nos recordaban decir “buenos días, por favor, gracias.” Lo que puede caer bajo el comentario filosófico del Rabino Shamai en el Pirkei Avot, la Ética de los Padres, para “recibir a todos con buena cara.”

Las grandes civilizaciones antiguas se han extinguido – mexicas, romanos, griegos, el Egipto faraónico – y hoy nos maravillamos de sus ruinas. A diferencia de aquellas civilizaciones, nuestras tradiciones judías siguen vivas, fuertes, y de muchas maneras muy similares a lo eran hace 2000 años o más.

Damos la bienvenida a cualquier persona a nuestra mesa de Shabat, para disfrutar y compartir nuestra herencia transmitida por nuestros padres y abuelos desde hace milenios. Damos la bienvenida a la Shejiná. Debido a que todos hemos sido creados a la imagen de D-os, y en el nacimiento de las estrellas, la energía de nuestros antepasados continúa el Día de Muertos. O quizás, ¿ya que todos compartimos las mismas moléculas y átomos, en realidad nunca nos han dejado?

Shabat es nuestra noche y el día de la vida. Nuestro día de descanso y renovación. Los invitamos a celebrar con nuestro gran pueblo y familia, la luz de las velas, y compartir un poco de vino esta noche del viernes. A celebrar nuestra conexión y nuestra creación.

Fuente: Forward / Neil Goldstein Glick

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