NELLY HUSNY SMEKE

En los últimos años hemos visto grandes cambios en las relaciones internacionales, cambios de poderes, luchas geopolíticas y sobre todo la entrada en el tablero de nuevos actores tanto estatales como no estatales con mucha importancia.

Las dinámicas de nuestras épocas han cambiado de una manera acelerada debido a la globalización, al libre mercado, a las redes sociales y a una mayor interconexión de actores no estatales que han logrado unificarse, conectarse y aumentar su capacidad de vulnerar e influir en las dinámicas mundiales.

Los cambios que se han venido dando en el escenario internacional, dejan en claro la necesidad de tener en el actor o potencia líder, un dirigente capaz de lidiar con los nuevos paradigmas de las relaciones internacionales, un líder fuerte y comprometido para controlar y manejar los diversos desafíos que se presentan hoy como dinámicas de un nuevo Orden Mundial, donde los principales o los más “peligrosos” y amenazadores jugadores no son ya actores estatales.

Sin duda alguna, seguimos de cierta manera, en un paradigma donde existe un actor estatal que lidera y toma ciertas decisiones por el “bien común”, ese actor sigue siendo Estados Unidos. Sin embargo, durante los últimos años, específicamente durante el mandato del Presidente Obama, se ha visto un líder más debilitado, más alejado del contexto internacional, con una política exterior sumamente pasiva, en donde no se han tenido los “pantalones suficientes”, coloquialmente hablando, para manejar los nuevos retos de esta era.

Los nuevos paradigmas del escenario internacional exigen un líder con visiones amplias y un tanto tradicionales, se podría decir que es necesario evocar políticas exteriores históricas, coercitivas, la famosa política de la “zanahoria o el garrote”, como en los mandatos republicanos donde los halcones y neoconservadores llevaban la batuta en las dinámicas mundiales, en donde no titubeaban para atacar o contrarrestar el daño e impacto causado por estos nuevos actores que pujan por poderío y liderazgo, causando estragos y muertes. Alterando los ciclos establecidos mediante el caos y el terror en la población mundial.

Las guerras o luchas del nuevo siglo no se van a dar como erróneamente se llegó a pensar. Teorizar sobre una Tercera Guerra Mundial en esta era, es un poco retrograda, irreal y fuera de contexto; mostrando muy poco criterio y análisis de la situación internacional. Para catalogar un conflicto internacional armado como Tercera Guerra Mundial, es necesario que se cumplan ciertos requisitos o criterios históricos similares a los que sucedieron durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, en cuanto a actores involucrados, momentos históricos, razones, luchas de poder, rivalidades geopolíticas, mismos escenarios geográficos etc..

Las guerras o conflictos de nuestra época ya empezaron, como bien lo predijo Samuel Huntington, en su libro “la guerra de civilizaciones”; en donde no discute de conflictos meramente entre estados como tal, sino de civilizaciones, de choques culturales y religiosos y es exactamente lo que está pasando con el ascenso del Islam radical, integrista y la Yihad.

El Orden Mundial ya cambio, los paradigmas empiezan a conformarse de una manera que se predijo hace años, los conflictos mayores o principales no se están generando entre actores estatales, se dan con grupos terroristas, crimen organizado, células y agrupaciones contra actores estatales, civiles, instituciones, y demás. Es una lucha de civilización, una lucha de dominio y control en un ámbito cultural y religioso, con sus factores geopolíticos que obviamente son y serán determinantes.

Muchas veces el enemigo es un llamado lobo solitario, o simplemente la agrupación se encuentra albergada en otro país diferente al de su procedencia. Esta nueva metodología de relaciones internacionales nos brinda un espejo de la realidad caótica, de destrucción y luchas constantes por el poder, un vacío de autoridad y liderazgo. La única manera de resolverlos es cortando el poderío de estos grupos, obligándolos a seguir un determinado orden.

Incluso las nuevas guerras se dan en otros planos totalmente, no en campos o lugares físicos de batalla, sino guerras de información, de espionaje, de sistemas de defensa contra defensa y ese tipo de operaciones.

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en esta época, más que en cualquier otra, están impregnadas con diversas responsabilidades en cuestión de mantener o al menos equilibrar el status quo mundial, se ven marcadas en aspectos de seguridad, no solo en el plano meramente nacional, sino mundial. El candidato que llegue a la presidencia norteamericana marcará el parteaguas; teniendo demasiada presión, responsabilidad y expectativas internacionales por delante para poder ejercer el cargo correspondiente en el ámbito internacional.

Un verdadero líder que sepa hacerle frente a los nuevos retos del Orden Mundial y sepa contrarrestar y neutralizar a los enemigos de la humanidad.