Si algo aprendimos al escuchar a Tal Becker, negociador y líder del equipo legal del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, en un webinar organizado por la Embajada de Israel en México y la cancillería israelí, es lo siguiente: si queremos resolver un conflicto irresoluble, necesitamos un cambio de mentalidad.

Eso es lo que hicieron los israelíes desde que iniciaron sus viajes a Emiratos Árabes Unidos, con el objetivo de llegar al primer tratado de paz entre Israel y un país árabe que no solo sea en papel, sino que busque mejorar la realidad de sus pueblos.

Por ello, dice Becker, lo primero que se acordó trató de vuelos directos, inversiones y exención de visas.

Por ello también, el nombre de  Acuerdo de Abraham” porque establece que “judíos y árabes son descendientes de un ancestro común, Abraham, y que como tales deben intentar de promover la coexistencia entre todos los pueblos y las religiones a lo largo del Medio Oriente”.

Esta frase, que a primera vista parece ingenua, según Becker reviste una gran importancia: es una legitimación desde el mundo árabe, desde un estado clave del mundo árabe, del derecho a las autodeterminación del pueblo judío en el Medio Oriente” y un rechazo a todas las aseveraciones de deslegitimación del Estado judío.

Cambio de paradigmas

El cambio de mentalidad consistió en superar varios paradigmas que parecían verdades inamovibles para el pueblo israelí como para el pueblo árabe:

El primero, que una nación judía nunca sería aceptada en el Medio Oriente: “Tengo seis hijos y los mayores crecieron con el sentimiento de que el rechazo de Israel en la región era inevitable. Tenían que vivir su vida con el conflicto interviniendo lo menos posible” dice Becker. “La paz no era una promesa, sino un ultimátum”.

“Hoy, la normalización de relaciones con los Emiratos y Baréin está causando un tremendo impacto psicológico a los israelíes, para quienes ya era natural no tener relaciones con los países circundantes”.

El segundo dictaba que los palestinos debían ser los primeros en reconocer la existencia y el derecho a la autodeterminación de Israel- así los demás países seguirían su camino. Incluso dentro del marco mental de los israelíes, el acuerdo con países árabes era el final del arco iris.

Durante mucho tiempo, los Estados árabes dijeron: dejemos que los palestinos, en las negociaciones, hagan las concesiones y reconozcan la legitimidad del pueblo judío- y nosotros lo haremos después. Eso dejaba a los palestinos solos para tomar decisiones. Hoy, el orden del reconocimiento de Israel ha sido revertido.

El tercer paradigma era entender que la estrategia de todo o nada no era útil. “Cuando uno pide todo, generalmente no logra nada”, comenta el negociador.

El cuarto paradigma es que los abogados, cuando entran a la sala de negociación, lo hacen para complicar  e imposibilitar los acuerdos con argumentos legales. En caso del Acuerdo de Abraham, fue para servir de puente. Becker expresa que encontró el mismo entusiasmo del lado de los emiratíes.

El quinto paradigma es el de justicia o paz. Pensar en justicia es encontrar quién tiene la razón y quién es culpable. “Este es el paradigma que se ha llevado a las salas de la ONU” y ha sido la causa de alegatos sin fin. A cambio, el paradigma de paz dicta el reconocimiento del otro, no su demonización. Se busca unir, no polarizar. “El papel del abogado en estas discusiones es el de crear un lenguaje común”.

El enemigo de mi enemigo

“Con los Emiratos Árabes, Baréin, Sudán y otros Estados de la región tenemos una creciente convergencia de intereses en términos de las amenazas que enfrentamos, particularmente de Irán, que nos ha empujado a unirnos”, explicó Becker.

“A veces digo en broma que al líder iraní Ali Jamenei habría que darle un premio a la paz por ayudar a estos países a unirse, porque en cierta medida fue la hostilidad y la agresión de Irán lo que hizo que todos se dieran cuenta de la importancia de trabajar juntos (…) Israel y otros países de la región toman a Irán como una amenaza increíblemente seria, su impacto desestabilizador en la región es claro para todos”.

Dos años vs. dos semanas

Es así cómo el acuerdo, que tardó dos años en redactarse en el caso de Jordania, se logró en dos semanas, según Becker, quien fue propuesto por el gobierno israelí como candidato a la Comisión de Derecho Internacional para el período 2022-2026.

Sin embargo, no olvidemos las dos décadas de diplomacia tras bambalinas, en los cuales los emiratíes, bareiníes y saudíes, entre otros, han celebrado reuniones secretas con israelíes.

La fábula del viento y del sol

“No es cómo hacemos del cambio sino cómo generamos conciencia de que el cambio es posible” dice Becker. Me recuerda una fábula de Esopo, la del viento y el sol”.

“Un día de frío, el viento y el sol apuestan acerca de quién de los dos puede hacer que uno de los transeúntes se quite el abrigo. El viento dice: voy a soplar tan fuerte que volaré el abrigo. Sopla, pero sólo logra que el abrigo se pegue al cuerpo de su dueño. A su vez, el sol sale y se pregunta cómo actuar, pero su calor hace que, por decisión propia, el transeúnte se quite el abrigo”.

“Creo que este paralelismo es importante para entender cómo los israelíes ven estos acuerdos”.

“Al lograrlos, creamos esta dinámica que ha faltado en el Medio Oriente. Cuando la gente vea que es posible, se creará la legitimidad para fortalecer este cambio. Y, finalmente, con el tiempo, esta dinámica será inevitable, incluso en el lado palestino. Los palestinos exigirán ser parte de estas oportunidad”.

¿Quién es Tal Becker?

El Dr. Tal Becker creció en Australia y fue asesor principal de políticas de la entonces ministra de Asuntos Exteriores de Israel, Tzipi Livni, durante las negociaciones de paz con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas. Actualmente es miembro principal del Instituto Shalom Hartman en Jerusalén, donde dirige iniciativas educativas sobre Israel y el mundo judío y funge como asesor legal del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel.

El Dr. Becker también se ha desempeñado como Consejero de la Misión de las Naciones Unidas de Israel en Nueva York y miembro principal del Washington Institute for Near East Policy. Es el ganador del Premio Rabin de la Paz y el Premio Guggenheim 2007 al mejor libro de derecho internacional por su libro Terrorismo y el Estado.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico