BRIAN SCHAEFER / ENLACE JUDÍO MÉXICO –En 1983, el Jewish National Fund otorgó a Donald Trump el premio Árbol de la Vida, un “premio humanitario otorgado a los individuos por su destacada participación comunitaria [y] su dedicación a la causa de la amistad entre Estados Unidos e Israel”.

Durante su hipnotizante campaña presidencial, Trump, el candidato republicano, se ha jactado con frecuencia de este y otros honores de la comunidad judía para resaltar sus buenas relaciones con Israel, incluyendo el Premio Libertad de la publicación judía conservadora Algemeiner a principios de 2015, y haber servido como Grand Marshall del Desfile del Día de Israel de 2004.

Sin embargo, a pesar de haber dicho repetidamente que “ama a Israel”, Trump no siempre ha estado a la altura de los deseos del acérrimo campamento pro-Israel, lo que provocó reacciones escépticas cuando dijo en un evento en Charleston, que planeaba ser “neutral” en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos.

Esta imparcialidad fue recibida fríamente por los líderes judíos pro-Israel, aislando a Trump de un campo republicano que casi uniformemente toma la línea pro-Israel.

En diciembre, varios candidatos se reunieron con miembros de la Coalición Republicana Judía para atraer donantes – particularmente al magnate de casinos Sheldon Adelson. En el momento en que Adelson y su esposa Miriam estaban divididos entre apoyar al senador por Florida Marco Rubio y el senador por Texas Ted Cruz.

Mientras tanto, Trump tropezaba. Un día antes, creó una conmoción durante una entrevista con Associated Press en la que puso la carga de lograr un acuerdo de paz sobre Israel. “Mucho dependerá de Israel y si Israel quiere o no hacer el trato – si Israel está o no dispuesto a sacrificar ciertas cosas”, dijo.

En el evento de RJC, reiteró esta idea a un público escéptico que y causó un pequeño escándalo cuando le dijo a la multitud, “No me van a apoyar porque no quiero su dinero” y se refirió a todos en la sala como “Negociadores”, cosa que algunos consideraron prueba de que Trump alberga ideas estereotipadas sobre los judíos.

Luego se hundió aún más cuando no se comprometió a mantener a Jerusalem como la capital indivisa de Israel, diciendo en lugar de eso que “esperaría hasta encontrarme con Bibi”, posponiendo la idea a un viaje programado a Israel donde se encontraría con el primer ministro Benjamin Netanyahu. Trump recibió abucheos de la audiencia.

Pero Trump nunca tuvo la oportunidad de hablar con Netanyahu. Menos de una semana después de la reunión del RJC, Trump infamemente pidió “un alto total y completo de los musulmanes que ingresan a Estados Unidos hasta que los representantes de nuestro país puedan averiguar qué está pasando”, según un comunicado de prensa de la campaña. Netanyahu rápidamente condenó la declaración, dejando a Trump zafarse torpemente de la visita.

Seguramente no fue el resultado que cualquiera de los políticos quería: los dos han tenido una relación amistosa en el pasado, con Trump apoyando a Netanyahu antes de las elecciones del Knesset de 2013. En un video de 30 segundos, dijo a los israelíes: “Realmente tienen un gran primer ministro en Benjamin Netanyahu. Él es un ganador, es muy respetado, es tenido en muy alta estima por todos. Voten por Benjamin – un hombre fabuloso, un líder fabuloso, genial para Israel”.

Sin embargo, tres años después, Trump seguía sin poder convencer a los republicanos judíos de que él también era genial para Israel. A medida que el campo republicano disminuyó y los candidatos pro-israelíes confiables como Rubio y Jeb Bush abandonaron la carrera, el campo pro-Israel se quedó con el fervor pro-israelí de Cruz y el pragmatismo del gobernador de Ohio John Kasich, quien le dijo a Haaretz en abril que se mantendría fuera de las negociaciones de paz hasta que Estados Unidos fuera invitado a participar.

Los tres se enfrentaron cara a cara, junto con Hillary Clinton, en la conferencia política anual del Comité de Asuntos Públicos de Israel en Washington, DC, en marzo, para convencer a los líderes judíos de que Israel sería su principal prioridad internacional.

“Podemos avanzar mejor en estabilizar el Medio Oriente, proporcionando a Israel nuestro apoyo del 100 por ciento”, dijo Kasich en su discurso de AIPAC.

Cruz, en su discurso, repitió ideas familiares, consistentemente refiriéndose a Israel como “la nación de Israel”, explotando el “relativismo moral” de comparar las acciones militares de Israel con los ataques terroristas palestinos, tomando prestada una frase favorita de Netanyahu que Israel está “a favor de proteger [a sus] civiles y [Hamas] está usando a sus civiles para proteger sus misiles” e incluso revivió una alegación de 2014 de que la detención de vuelos de la FAA a Tel Aviv durante la guerra de Gaza fue un juego de poder de Obama.

Reconociendo la importancia del momento y tomando esto como una señal, Trump apareció inusualmente preparado y demostró a la comunidad judía que había tomado en serio las lecciones de los meses anteriores.

Con la ayuda de un discurso bien preparado (escrito con una buena asesoría de su yerno, el promotor y dueño judío de medios Jared Kushner, y Ron Dermer, el embajador de Israel en Estados Unidos), un par de teleprompters y puntos de conversación bien ensayados, todo un alejamiento de su estilo usual improvisado- Trump dio en el clavo.

“Cuando me convierta en presidente, los días de tratar a Israel como un ciudadano de segunda clase terminarán desde mi entrada”, dijo, aplaudiendo. “Me reuniré con el primer ministro Netanyahu inmediatamente. Lo conozco desde hace muchos años y podremos trabajar juntos para ayudar a traer estabilidad y paz a Israel y a toda la región”.

También habló con más dureza que antes, aunque un poco confusamente, sobre el acuerdo con Irán, prometiendo primero “desmantelar el desastroso acuerdo” y luego prometiendo “hacer que se cumpla como nunca han visto que se cumpla un acuerdo”. Diciendo que Barack Obama posiblemente fue “lo peor que le pasó a Israel”, y corrigió su error en la reunión del RJC unos meses antes: “Vamos a trasladar la embajada estadounidense a la eterna capital del pueblo judío, Jerusalem”, dijo.
La actuación fue suficiente para al menos temporalmente calmar las preocupaciones del establishment republicano judío, aunque Trump no pudo capturar posteriormente el voto judío en las primarias de Nueva York unas semanas después, incluso aunque ganó el estado en general.
Y a pesar de sus cuidadas concesiones a la retórica pro-Israel en AIPAC, curiosamente y quizás algo desafiantemente no ha dejado de defender su neutralidad en lo referente al conflicto israelí-palestino.

Aunque la política exterior no aparece como una de las siete “posiciones” en la página principal de la campaña de Trump, dedica un video de 50 segundos a expresar su apoyo a Tierra Santa, uno de los 20 videos cortos en su página con una leyenda “soy muy pro-Israel [sic]”.

Trump dice que hará todo lo posible para resolver el problema. A pesar de que regularmente hizo alarde de sus proezas negociadoras en la campaña electoral, curiosamente, fue el candidato más vocal sobre lo difícil que sería desafiar estas negociaciones en particular, llamándolas “la negociación más dura de todos los tiempos”, como para minimizar las expectativas. Y aunque no ha dicho de lado de quién está, ha dejado claro que está del lado de Israel:

“Me encantaría ver un acuerdo entre Israel y los palestinos”, dice en su video de campaña. “Quiero mantenerme lo más neutral posible, porque si no eres neutral, el otro lado nunca lo hará. Pero recuerda, Israel, te amo”.

Algunos republicanos judíos, haciendo eco de un estado general de reconciliación cautelosa en el Partido Republicano, parecen convencidos de que Trump ha aprendido las lecciones sobre Israel tras las primarias y están dispuestos a acogerlo como el candidato del partido. Otros están volcando silenciosamente su atención a otras carreras políticas, y lo rechazan por sus declaraciones ofensivas sobre los musulmanes, mexicanos y mujeres, entre otros.

Pero una persona que finalmente parece lista para dar la bienvenida a Trump en el campo pro-Israel es Adelson, quien recientemente señaló su disposición a apoyar económicamente al magnate inmobiliario, de multimillonario a multimillonario. De todos los honores relacionados con Israel de los que Trump puede presumir, este podría ser el más difícil de todos.

Fuente: Haaretz.com