MAURICIO ALISKEVICIUS

Un pensamiento como judío, judío diaspórico, judío israelí, judío paciente.

Cuando visité Israel por primera vez, leí en una revista que la palabra clave para entender Israel era rega, equivalente en hebreo a “¡un momento!”, o sea: “¡espera !”.

Viviendo en Israel aprendí que la palabra clave era otra, pero no cambiaba la situación: sablanut (paciencia).

Cuando leímos la Biblia, vimos que el pueblo judío fue obligado por Moisés a esperar. Esperar 40 años para que la mente tuviera un cambio importante, olvidar un estilo de vida para poder aprender otro estilo diametralmente opuesto.

Después seguimos esperando.

Esperamos siglos a que el imperio babilonio nos considerara iguales, hasta que finalmente, con pequeños cambios de nombre, (turcos, otomanos, árabes) tuvimos que volver a escapar de esas tierras.

Nos echaron abajo el Primer Templo, y esperamos a tener el segundo. Nos echaron abajo el Segundo Templo, y esperamos 2,000 años para lograr recuperar sus restos. Ahora estamos esperando que nos quiten estos restos, toda la superficie de la zona, y hasta los viejos rollos encontrados en el Mar Muerto, ya que ahora parecería que no nos pertenecen.

Esperamos que la Revolución Francesa nos igualara, nos tratara de “ciudadanos”. Tuvimos que esperar mucho, no fue la revolución quien nos dio iguales derechos.

Esperamos que el comunismo, de la mano de Joseph Stalin, trajera al mundo la igualdad en la que nos incluiría. Stalin logró cumplir gran parte de esa igualdad: mató tanto a judíos como a ucranianos y gente de otras naciones.

Esperamos que Birobidjan fuera nuestra definitiva nueva patria. Algunos lo siguen esperando.

Esperamos, los judíos alemanes y otros cercanos, que Adolph Hitler trajera la felicidad y grandeza de Alemania.

Hasta le ayudamos, al igual que a Stalin. Algunos judíos eran alemanes más que judíos, alemanes antes que judíos.

La grandeza llegó; para nuestro pueblo, el pueblo judío, tuvo el nombre de “Holocausto”. Sí que fue grande.

Los judíos continuamos esperando, tenemos paciencia, mucha. Esperamos que a partir de 1948 se nos iba a tratar como un pueblo igual a los demás, con una patria propia. Los ejércitos árabes se encargaron de que hasta hoy sigamos teniendo paciencia, sablanut, esperando.

Los judíos creímos en la Humanidad, o sea, la humanidad de los seres humanos. Habíamos creído en la Declaración Balfour y después en las declaraciones de las Naciones Unidas. Los propios británicos se encargaron de repartir estas tierras de forma tal que no pudiéramos concretar nuestros sueños; le dieron a quienes nos querían eliminar, países y armas, y se fueron para dejarlos hacer su trabajo.

Las propias Naciones Unidas se están encargando de que nuestra espera sea eterna, crean y dirigen organismos como UNESCO y UNWRA, así nuestra espera continúa y nuestra paciencia se ejercita a diario.

Esperamos vivir tranquilos en zonas consideradas remotas para algunos. Fuimos a muchos países, como por ejemplo Argentina, y no tuvimos que esperar: los pogroms comenzaron apenas judíos pisaron esas tierras. Fuimos a otros lugares, Chile, Paraguay, Brasil, donde debimos convivir con colonias nazis en lugares como Colonia Dignidad, Bariloche, Carlos Paz, vimos en Paraguay festejar año a año el onomástico de Hitler, con o sin Hitler personalmente, esto se sabrá de un momento a otro. Pero sí convivimos con Mengele, Eichmann, y tantos de sus camaradas.

Seguimos esperando. Vimos que de una pequeña familia judía que se estableció en medio del desierto, en Uruguay, casi en la frontera con Brasil, se fue formando un pueblito que ahora es una ciudad llamada Chuy. Una ciudad comenzada con don Samuel, su esposa y sus hijos, que progresó más que la media de ese país, durante mucho tiempo poblada casi totalmente por judíos, pero que ahora es un reducto palestino, del cual sale dinero para el terrorismo, donde todo comercio tiene grandes carteles de propaganda con la bandera palestina y las fotos de Yasser Arafat.

Vimos un mundo convulsionado a la espera de qué sucedería cuando Adolfo Hitler fue designado Canciller de Alemania. Tuvimos paciencia, algunos países no la tuvieron. El ejército alemán comenzó a invadirlos país por país para conquistar toda Europa. Los judíos esperamos; esperamos que de la libre América, los países de los tres continentes americanos, saliera quien nos defendiera, o por lo menos quienes recibieran a nuestros refugiados que escapaban de las garras mortíferas. Esperamos mucho, demasiado. Se nos cerraron todas las puertas bajo un nombre teatral: neutralidad.

Mientras tanto, judíos que vivían en algunos lugares sudamericanos, continuaron sus vidas sin ver, o sin querer ver, que en algún país del continente determinados gobiernos autodeclarados neutrales, negociaban con los nazis la ayuda que podían prestar para que una vez conquistada Europa, su ejército saltara a Sudamérica para desde allí seguir hacia el Norte y lograr la total conquista del triple continente.

En algún otro país, pequeño en comparación, el gobierno no veía que se construía un aeropuerto para la llegada de la fuerza aérea nazi, y en la ciudad más cercana, un club desplegaba la bandera nazi con la cruz gamada en pleno centro, en la avenida principal. La colectividad judía en todos los casos tuvo paciencia, esperó. Mientras tanto, judíos apoyaban, votaban y ayudaban a esos políticos sudamericanos a continuar gobernando. Los judíos norteamericanos también tuvieron paciencia y esperaron, cuando un famoso barco fue devuelto a aguas alemanas con toda su carga de judíos que intentaban escapar del infierno de la guerra.

¿Qué nos pasa hoy, 12 de noviembre del año 2016?

Es shabat, esperamos. Somos un pueblo que espera siempre milagros divinos.

Esperamos que ganara quien ganara las elecciones norteamericanas, el pueblo judío se iba a beneficiar, tanto el de Israel como el de la diáspora.

Esperamos que muchas personas cuya mente está predispuesta al racismo, a la supremacía “blanca”, a apoyar o integrar organizaciones como el Ku Kux Klan, a defender la supremacía del Sur contra el Norte, siempre hablando de Norteamérica, añorando volver a una segunda guerra de secesión, tengan la mente tan abierta que van a favorecer a los judíos, ya sea en Israel o fuera del mismo.

¿Seguimos esperando?

¿Dónde quedo aquella gran frase: NADA DEBEMOS ESPERAR SINO DE NOSOTROS MISMOS …?

Personalmente, se me agotó la paciencia, no puedo seguir esperando. Mi actitud será otra.