JANE EISNER

Durante muchos años, se les ha dicho a los judíos norteamericanos que deben preocuparse del antisemitismo de izquierda, de aquellos cuya crítica de Israel se desvía hacia la deslegitimación del Estado judío. Distintos esfuerzos bien financiados han surgido para combatir este “nuevo antisemitismo”, especialmente en los campus universitarios, y está llegando el punto en el que el apoyo al movimiento de boicot, sanción y desinversión de Israel se equipara con la traición del pueblo judío.

Estamos tan obsesionados buscando amenazas de un lado que hemos perdido de vista el creciente peligro del otro.

Desatados por la campaña presidencial de Donald Trump y cimentados por el nombramiento de Stephen Bannon a un poderoso puesto en la Casa Blanca, los sentimientos antisemitas de la extrema derecha están más cerca del centro del poder político de lo que han estado en los últimos años.

Este “nuevo, nuevo antisemitismo” se limita en gran medida a ataques en las redes sociales y no está tan generalizado como los esfuerzos globales para aislar a Israel y a los israelíes (por ahora). Pero ignorarlo, desecharlo y justificarlo, esperando que desaparezca – como lo hacen algunos líderes judíos – no sólo es peligroso, sino hipócrita y autodestructivo.

A menos que denunciemos y reaccionemos contra el odio de la derecha con la misma energía y los mismos recursos utilizados para combatir el odio de la izquierda, nos arriesgamos a perder aliados y a disminuir nuestra propia integridad moral.

“Ahora sabemos que existe una amenaza coherente tanto de derecha como de izquierda,” según Yehuda Kurtzer, presidente del Instituto Shalom Hartman de Norteamérica y un sabio observador de los judíos estadounidenses. “No sé por qué no hay una respuesta coherente para la derecha”.

Cuando le hablé a él y a otros acerca de esta idea la semana pasada, todos esperaban saber qué función desempeñaría Bannon en un gobierno de Trump antes de sonar la alarma. Ahora lo sabemos: estratega jefe y asesor principal del presidente.

“Necesitamos hacer un cálculo serio,” señaló Deborah Lipstadt, la preeminente historiadora de la negación del Holocausto que ahora está escribiendo un libro sobre el antisemitismo. “La gente ha golpeado a la izquierda, pero no se puede ignorar lo que viene de la derecha.”

Bannon es el modelo de este fenómeno, y la razón por la que será un cálculo complicado. Algunos judíos que han trabajado con él en Breitbart News hacen fila para hablar de su carácter tolerante.

“Yo tengo los sábados y las fiestas judías libres, y Steve Bannon siempre me desea un Shabat Shalom ‘el viernes por la tarde – si eso le preocupa,” dijo Joel Pollack, editor principal de Breitbart.

Además, su política de Israel es lo suficientemente fuerte como para que Mort Klein, el presidente de la Organización Sionista de América (ZOA por sus siglas en inglés), se jacte de que Bannon asistirá al evento anual de premios de la ZOA el domingo.

Según Klein, Bannon puede ser “lo contrario de un antisemita”, pero la organización de noticias que supervisó hasta que se unió a la campaña de Trump adoptó al movimiento supremacista blanco que es anti-inmigrante, anti-feminista, y en ocasiones, antisemita. “Somos la plataforma para la derecha alternativa,” dijo Bannon orgullosamente a Mother Jones el verano pasado.

Algunos de esos tipos pro-Trump de la derecha alternativa son los que envían los abominables mensajes antisemitas cargados de imágenes del Holocausto a periodistas judíos y otros en todo el país.

Como lo explicó Naomi Zeveloff a principios de esta semana, es posible ser sionista y antisemita al mismo tiempo. Algunos, como Bannon, ven a Israel como un país (blanco) nacionalista, anti-árabe que hay que apoyar – desde allá. Aquí, en Estados Unidos, pueden aceptar, incluso respetar a judíos, pero su objetivo ideológico es limpiar el país de su multiculturalismo y restaurar el privilegio de los hombres blancos cristianos.

Así que de acuerdo con esta lógica, siempre y cuando apoyen ciertas políticas del actual gobierno israelí, está bien conversar con personas que odian a los judíos.

Esto es, aparentemente, mucho más aceptable que ser un judío orgulloso y devoto que no apoya las políticas del actual gobierno israelí. Eso le ganará el título de antisemita.

La hipocresía aquí no sólo es impresionante, sino que es autodestructiva. Los judíos estadunidenses que son blanco de amenazas y hostigamiento antisemitas deben hacer causa común con otros grupos minoritarios que experimentan esto y más en el ambiente político actual. El trabajador indocumentado temeroso de deportación. El musulmán sujeto a crímenes de odio.

Si, por el contrario, los judíos justifican la odiosa conducta de la extrema derecha porque algunas de las personas que lo hacen acaban favoreciendo ciertas políticas de Israel – especialmente cuando esas políticas prolongan casi medio siglo de ocupación – abandonan a los aliados naturales en la lucha por un país más tolerante.

Y aún peor, abandonan a sus hermanos judíos.

Eso es lo que significa apoyar a Steve Bannon en Estados Unidos.

Fuente: Forward

Traducción: Esti Peled

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