IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Bill Gates es uno de los personajes más célebres de la actualidad. Fundador y dueño de Microsoft, es el hombre más rico del mundo. Su nombre completo es William Henry Gates III, y el origen de su familia es una mezcla de alemanes, ingleses, escoceses e irlandeses. Su árbol genealógico está bien trazado por lo menos hasta 1700, y la familia es básicamente anglo-sajona protestante.

Pero me acabo de topar un blog sensacionalista y conspiranoico –su nombre lo dice todo: Blog Anti Nova Ordem Mundial (en portugués, por supuesto)– donde un integrante (que sólo se identifica como Petrovsky) tradujo y copió un artículo originalmente publicado en un blog de my.opera.com, llamado “Espada de Luz”, mismo que ya no está disponible.

El artículo es un típico bodrio que supone que los judíos sionistas controlamos el mundo, y en esa lógica propone que Bill Gates sería, en realidad, un judío o un cripto-judío.

Lo más cómico es que no sólo sería eso, sino que además sería ¡mi pariente!

Nótese la sensacional lógica del autor original: después de establecer como una tautología que los judíos sionistas dominamos casi todo en el universo, habla de un misterio que “podría estarse resolviendo”. Y para explicarnos cuál es ese “misterio” comienza por señalar que Hollywood está lleno de judíos, y para demostrarlo pone una larguísima lista de actores, músicos, directores o productores que cambiaron sus nombres hebreos originales. Así, nos recuerda que Woody Allen realmente se llama Allan Konigsberg (algo que todo mundo sabe), que Lauren Bacall se llamaba Joan Persky (algo que también todo mundo sabe; me sorprende que no se mencione que fue prima de Shmone Persky, mejor conocido en la política sionista como Shimon Peres), que Charles Bronson se llamaba Charles Buchinsky (otro dato más que conocido), o que Bob Dylan se llama Robert Zimmerman (lo mismo…).

Luego menciona a Kevin Costner, Richard Dreyfus, Harrison Ford, Richard Gere, Steven Segal, Dustin Hoffman, Ron Perlman y Bruce Willis (entre muchos otros) como “judíos infiltrados en Hollywood para promocionar el Sionismo”.

Continúa con sus sesudas deducciones para resolver un misterio que nadie estaba enterado de que es un misterio:

“Pero el caso de Bill Gates es diferente… ¿sería él un judío con un nombre típicamente americano?”

Entonces pasa a compartir lo que Wikipedia dice sobre el origen del apellido Gates, claramente relacionado con la palabra “puertas”, y cuya presencia en Inglaterra se puede rastrear desde el siglo XIII.

Es decir: no nada más no nos ofrece ninguna razón para considerar “misterio” a este misterio, sino que incluso nos ofrece datos que confirman el origen inglés de la familia Gates.

Pero el razonamiento riguroso no es patrimonio de este tipo de anti-semitas. Así que nuestro autor original (a quien a estas alturas del artículo empiezo a tomarle cariño) dice: “Note una cosa: ese nombre (Gates) pasó por constantes variaciones de ortografía; ¿luego Gates sería un nombre ligado a otro nombre?… investigando mucho y navegando por internet, acabamos encontrando esa lista que tal vez sea la prueba más concreta de que Gates puede ser un cripto-judío”.

Y lo que nos ofrece es una lista de judíos portugueses que fueron obligados a tomar nombres cristianos cuando en 1497 se les impuso el bautismo forzoso. La lista fue originalmente publicada por una página dedicada a la historia de los judíos en Portugal, y allí se mencionan los nombres originales de estas personas junto con sus nombres nuevos:

Abraao … pasó a ser Gonzalo Dias
Abraao Gatel pasó a ser Jerónimo Henriques
Benyamin Beneviste pasó a ser Duarte Ramires de Leao
Eliezer Toledano pasó a ser Manoel Toledano
Isaac Catalán pasó a ser Rafael Dias
Isaac Tunes pasó a ser Gabriel Velho
Icer … pasó a ser Gracia Dias
Luna Abravanel pasó a ser Leonor Fernandes
Salomao aben Haim pasó a ser Luis Alvares
Salomao Coleiria pasó a ser Gonzalo Rodrigues
Salomao Molcho pasó a ser Diogo Pires
Samuel Samaia pasó a ser Pero Francisco
Santo Fidalgo pasó a ser Diogo Pires
… Arame pasó a ser Francisco Martins
… Cabanas pasó a ser Estevan Godinho
… Cohen pasó a ser Luis Mendes Caldeirao
… Gatel pasó a ser Francisco Pires

Disfruten el despliegue de inteligencia (es un decir, por supuesto): primero nos habla de un misterio que nadie sabía que era un misterio (el origen de Bill Gates); luego, nos presenta datos que confirman que los Gates ingleses descienden de… ingleses; finalmente, nos dice que la mejor prueba para demostrar que un Gates descendiente de los Gates ingleses podría ser, en realidad, descendiente de cripto-judíos, es una lista de judíos portugueses forzados a cambiar de nombre.

Su lógica es sensacional: la familia Gatel está registrada como ashkenazí (concretamente, alemana). Y con ese dato le resulta evidente que entonces los Gates de Bill Gates, de origen inglés, podrían ser en realidad judíos portugueses. ¿Cómo? Así:

“… todo me lleva a creer que existió un éxodo ashkenazí a tierras ibéricas. Probablemente ellos pasaron a España, y fueron expulsados hacia Portugal”.

Tras este inteligentísimo análisis de la información, el autor se atreve a hacer una conclusión. Entre paréntesis pongo mis observaciones:

“Tomando en consideración los hechos y los argumentos, el apellido Gates puede ser ashkenazí, y el propio Bill Gates podría ser cripto-judío (impresionante: ashkenazí y cripto-judío portugués al mismo tiempo…). Me atrevo a creer que los sionistas que controlan el mundo tomaron la decisión de colocar a un descendiente de judíos en una de las mayores empresas del mundo: en Microsoft (que yo sepa, nadie colocó a Bill Gates al frente de Microsoft; él la fundó…)”.

Y, por supuesto y como si no fuera poco, nuestro delirante autor aprovecha el último párrafo para arremeter contra la ciencia médica, supongo que para enfatizar que si Gates es descendiente de ingleses pero al mismo tiempo es ashkenazí alemán y cripto-judío portugués, lo siguiente también demuestra su origen judío-español-alemán-portugués-no judío-inglés:

“Bill Gates actualmente financia uno de los mayores sistemas de campañas de vacunación, que para quien no lo sabe, eso es muy peligroso…”.

Lamento no saber quién es el autor de todo este mamotreto, porque me encantaría contarle la historia de la familia Gatell, toda vez que su reconstrucción quedó perfectamente al revés. Pero ante la imposibilidad, la compartiré con ustedes.

En realidad, los Gatell son originarios de Catalunya. Es probable que sean parte de una familia más amplia que en Portugal y Galicia se llamó Gateño, y en Aragón se llamó Gathey. El significado es el mismo: a partir del emblema del Gato como símbolo de la familia, la aplicación de un diminutivo en el dialecto local (-eño en lusitano, -ey en aragonés, y -ell en catalán).

Una parte de la familia Gatell abandonó España entre 1391 y 1492, y los registros inquisitoriales ofrecen evidencia clara para saber que se trasladaron hacia Portugal, donde el apellido –por cuestiones de adaptación ortográfica– es referido como Gatel. Tal y como la lista mencionada previamente registra, los Gatel o Gatell habrían cambiado su nombre a Henriques y Pires, por lo menos.

Así fue como llegaron a establecerse en Amsterdam en el transcurso del siglo XVI y XVII. A la fecha, todavía hay varias familias judeo-portuguesas vinculadas con Amsterdam que siguen usando el apellido Henriques.

Muchas familias sefarditas de Holanda eventualmente se trasladaron hacia Alemania, y la mayoría germanizó sus apellidos. En el caso de la mía, la familia recuperó el nombre original, pero con la adaptación ortográfica: Gattel. Con ese nombre se hicieron célebres a finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX, gracias a la Gattel Hüttfabrik, o Fábrica de Sombreros Gattel, la más prestigiosa en Berlín.

De Alemania pasaron a Estados Unidos, Italia, Francia (donde algunos redujeron la ortografía a Gatel), México (mi tatarabuelo, específicamente: Ignaz Gattel), Rusia (donde el apellido cambió a Gotheil) y, finalmente, Israel. En Alemania también surgió una variante: Kittel (que en Estados Unidos cambió a Keitel).

Por eso, el apellido prácticamente desapareció del universo sefaradí y, recuperado en Alemania, pasó a ser considerado ashkenazí. Fortuitamente, en México algún funcionario de registro civil no entendió bien las explicaciones de mi bisabuelo Rafael Gattel, y nos cambió la ortografía a Gatell. Misma que, en realidad, es la original. Así lo usamos desde hace aproximadamente un siglo.

Los Gatell que permanecieron en Catalunya tienen su historia propia. Aunque nunca fueron una familia muy numerosa (igual que sus parientes lejanos alemanes), se extendieron a Puerto Rico y Argentina, y de allí pasaron a Venezuela, Chile, Cuba y, eventualmente, a los Estados Unidos.

En Puerto Rico, Fidel Gatell i Moragas –natural de Barcelona y de posición aristocrática– se casó con Ana María de los Reyes García de Quevedo, parte de una de las familias más ricas de Venezuela que se exilió después de la independencia, y que por parte de su mamá era descendientes del ilustre poeta Francisco de Quevedo y Villegas. Fidel llegó a ser un destacado farmacéutico en la población de Añasco, y entre 1844 y 1847 fue alcalde de la misma.

Su hijo José María Gumercindo Gatell García de Quevedo fue uno de los más destacados líderes de la Masonería local, y en 1893 fue electo como Venerable Maestro de la Logia Hijos de la Luz, de la población de Yauco. En 1901 volvió a ocupar el cargo.

Podría extenderme hablando de Borchard, Moritz, Leo, Richard y Max Gattel –y su fábrica de sombreros–, o de Felix Gattel –primer seguidor de Freud una vez que logró los planteamientos originales de la teoría psicoanalítica–, o en el otro extremo de Joaquim Gatell i Folch –primer cartógrafo del norte de África–, o Josep Maria Gatell –una de las máximas eminencias contemporáneas en cuestión de tratamiento de SIDA–.

Pero, por más que busco y busco en todos lados, no logró entender cómo los Gatell –catalanes hasta 1492–, luego Henriques –portugueses de Amsterdam durante los siglos XVI y XVII–, luego Gattel o Kittel –alemanes desde el siglo XVIII–, luego Gotheil (en Rusia) y Keitel (en Estados Unidos) –desde el siglo XIX–, pudimos haber engendrado a los primeros Gates de Inglaterra y que vivieron en el siglo XIII.

De verdad: por mucho que lo intento las cuentas no me cuadran.

No me queda más alternativa (pobre de mí, tan falto de imaginación) que concluir que los promotores de las ideas conspiranoicas según las cuales los judíos sionistas controlamos todo y hasta ponemos como líderes de empresas grandes a las personas que fundaron esas empresas, son un hato de ignorantes incapaces de hacer una investigación moderadamente rigurosa.

Es una lástima. Me encantaría ser sobrino de Bill Gates. Digo, porque siempre es bueno tener un tío más rico que Rico McPato.