La importancia de las ideas de Spinoza se vería siglos después con la llegada de la Ilustración a Europa, especialmente a las comunidades judías de Alemania. Los nuevos judíos reformistas, los sionistas seculares, los judíos europeos ilustrados, hasta los idishistas, todos vieron en las ideas de Spinoza, la justificación teórica de sus posturas.

MARCOS GOJMAN

En 1954, cuando era el Primer Ministro del Estado de Israel, David Ben-Gurión le escribió al rabino de la comunidad judía sefaradí de Ámsterdam, Salamon Rodrigues Pereira, pidiéndole revocar el decreto de excomunión (en hebreo “jerem”) que fue promulgado hacía casi 300 años, en 1656, en contra del filósofo Baruj Spinoza. Obviamente, el rabino Rodrígues se negó a hacerlo.

Baruj Spinoza (1632-1677) nació en Ámsterdam y era hijo de inmigrantes judíos llegados de Portugal, donde habían sido obligados a convertirse al catolicismo y quienes pudieron retornar a su antigua fe, gracias a la relativa seguridad y tolerancia que encontraron en Holanda. Su padre, Miguel, un comerciante acomodado, era miembro del comité directivo de la sinagoga y de la escuela a la que asistía su hijo. El joven Spinoza recibió una educación tradicional en el Talmud-Torá, además de estudiar por su cuenta los clásicos de la filosofía judía medieval. Hablaba portugués, hebreo, español, holandés y latín. Su padre murió cuando él tenía 21 años.

Spinoza rompió con los dogmas tradicionales. Steven Nadler dice: “El Dios que Spinoza presenta en su libro “Ética”, está muy lejos del Dios tradicional de las religiones monoteístas. Lo que Spinoza llama “Dios o Naturaleza” (Deus sive Natura) carece de todos los atributos psicológicos y éticos de una deidad providencial. Su Dios no tiene voluntad personal, emociones ni preferencias; no formula planes, no emite mandatos, no tiene expectativas, ni hace juicios. El Dios de Spinoza no es bueno, ni sabio, ni justo. Para él es un error pensar en Dios en términos normativos o de valor.

Lo que Dios es, para Spinoza, es la Naturaleza misma.” Por lo tanto, para Spinoza, no hay Creación Divina, no hay libre albedrio, no hay nada después de la muerte, no hay premio ni castigo divino, no hay revelación en el monte Sinai, no hay para que rezar ni suplicar, etc. Decía que la creencia en una divinidad, había creado una inmensa superestructura de hábitos, instituciones y rituales, la totalidad de la religión organizada, que ha llevado a su vez a la esclavitud a la mente humana. Sus libros también fueron puestos por la Iglesia Católica, en el Índice de Libros Prohibidos

La excomunión significó para Spinoza perder toda relación con otros judíos, incluyendo a su familia. Pudo mantener contacto con un puñado de ellos, pero vivió el resto de su vida en compañía de intelectuales cristianos humanistas. Su obra refleja una aguda preocupación por la cuestión judía y es un constante diálogo con la Torá, los profetas, los rabinos y los filósofos como Maimónides. Él nunca se convirtió al cristianismo, pero asumió el nombre latino Benedicto en lugar de Baruj. Spinoza era un alma amable y gentil, tranquila, benevolente y gregaria, que rara vez se enojaba. Sus críticos admiten que, a pesar de estar en desacuerdo con su filosofía, fue uno de esos raros individuos que demostró que se puede vivir una vida santa y secular sin Dios.

La importancia de las ideas de Spinoza se vería siglos después con la llegada de la Ilustración a Europa, especialmente a las comunidades judías de Alemania. Los nuevos judíos reformistas, los sionistas seculares, los judíos europeos ilustrados, hasta los idishistas, todos vieron en las ideas de Spinoza, la justificación teórica de sus posturas. ¿Por qué quería Ben Gurión cancelar el jerem? Porque para él Spinoza representaba el judío ideal, el judío secular que está desligado completamente del judaísmo rabínico. Porque Spinoza fue, sin duda, el primer judío secular.

 

Bibliografía: Artículos de Steven Nadler, Steven B, Smith, Daniel B. Schwartz y otras fuentes.

 

Fuente: alreguelajat.com