JUDIT BOKSER LIWERANT

El 27 de enero es el Día Internacional de la Memoria del Holocausto, en homenaje al trágico desenlace del exterminio nazi. La fecha marca el día de la liberación de Auschwitz, el núcleo y símbolo del asesinato de seis millones de judíos.

El Holocausto, la Shoá, Auschwitz. En las diferentes dimensiones que sus nombres designan, marcó una ruptura existencial y conceptual en la historia que inauguró y simbolizó un siglo, que si bien estuvo marcado por asesinatos masivos, masacres y genocidios, ninguno tuvo un alcance tan devastador y singular como este acontecimiento sin parangón.

Acontecimiento histórico sin precedentes que ha puesto de manifiesto, en su singularidad, la vulnerabilidad de la condición humana y devino universal, en la posibilidad abierta –desde su propia especificidad a otras formas de genocidio en subsecuentes escenarios históricos.

Auschwitz fue un momento aunque el terminal de un largo proceso de guerra contra un pueblo. Se proyectó como el núcleo del asesinato de la planeada aniquilación total del pueblo judío y del judaísmo impedido solo por la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. Nunca antes en la historia un Estado legítimamente constituido se propuso aniquilar a un colectivo por su condición fundacional.

El asesinato y la destrucción de la vida comunal judía fue para el Estado nazi un fin en sí mismo, por lo que dedicó sus energías y sus instituciones gubernamentales, industriales, tecnológicas y científicas así como los constructos ideológicos y atavismos para cometer el exterminio de judíos bajo el eufemismo de la Solución Final.

Estado, ideología, partido, líder y sistema de dominación. Ideología racista y antisemitismo. Tanto la razón de la modernidad como el mito pre-moderno se fusionaron como elementos contrarios y coexistentes en el seno del nazismo. Mientras que por una parte la dimensión mítica, arraigada en la tradición, el imaginario y las teorías populistas raciales, se centró en el supuesto peligro del judío; por la otra, se insertó en el discurso científico y moderno del pensamiento racial del siglo XIX. El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la incorporación al Tercer Reich de millones de judíos provenientes de los países conquistados condujo a los nazis a pensar en métodos radicales: desde la deportación a zonas fuera de Europa —Plan Madagascar— a la concentración territorial en Europa —los guetos polacos— y acabando con el exterminio físico de los judíos —del método de fusilamiento en masa de los Einsatzgruppen a los campos de exterminio, entre ellos Auschwitz.

Ciencia, técnica y barbarie. Barbarie y civilización. Evidencias y testimonios de lo que Primo Levi llamó “la práctica de la crueldad inútil” en Auschwitz, una ingeniería dispuesta no para alcanzar objetivos políticos o militares, sino por la crueldad en sí misma.

El curso de los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX proyectó nuevos símbolos del genocidio, diversos a la Shoá. El [re]conocimiento del terror estalinista el Gualg, Timor Oriental, Ruanda; dramáticas experiencias del siglo que pasó.

Hoy el Holocausto se proyecta como el referente de una moralidad universal. La exclusiva visión burocrática y despersonalizada del genocidio obliga a revisar la concepción del papel del individuo y de la moral en la historia. La imagen de una maquinaria más que la del hombre como el instrumento primario del exterminio tiende a absolver a los individuos y obscurece, como señala Langer, la identidad y la catálisis de los verdaderos culpables que iniciaron y llevaron a cabo el crimen.

A analizar la singularidad del Holocausto como genocidio y a la emergencia de otros genocidios, contribuye el dossier del número 228 de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales (RMCPyS). Discernimientos teóricos-conceptuales, estudios de caso el genocidio armenio; Darfur, la violación sexual de mujeres mayas en Guatemala como práctica genocida amplían el espectro de lo analizado en sus páginas.

Al abordar otros genocidios nos enfrentamos con la crucial pregunta en torno a la especificidad y a la necesidad de comparación. De allí que en el artículo inicial el gran historiador y fundador de los Estudios del Holocausto, Yehuda Bauer, sostiene que, en la medida en que el Holocausto tuvo características que no existieron en ninguna otra forma de genocidio debe abordarse la interrogante inmediata ¿sin precedentes en comparación con qué? A su entender, lo que fue único en el Holocausto fue la totalidad de su ideología y su traducción desde un pensamiento abstracto hasta un asesinato planeado, lógicamente implementado. De allí que las diferencias deben ser abordadas con el objetivo analítico de aprender lo que ha sucedido para dejar al descubierto la relación dialéctica entre particularidad y universalidad del horror. El sufrimiento de las víctimas de este genocidio no fue de ningún modo mayor que el sufrimiento de las víctimas de otros genocidios; no se puede hacer una gradación de sufrimiento. Cuando decimos “extremo” , afirma Bauer, nos referimos al carácter ideológico, global y total del genocidio de los judíos, parte central de una guerra que causó cerca de 35 millones de víctimas en una lucha de seis años, entre ellos polacos, gitanos…

Nombrar, analizar y reflexionar el Holocausto y otros genocidios es una tarea que convoca a las ciencias sociales. La RMCPyS, una de las publicaciones académicas pioneras de las ciencias sociales en México, que ha contribuido a moldear el proceso de desarrollo de las disciplinas sociales en el país y América Latina, ha sido partícipe del estudio de procesos y profundas transformaciones de la realidad social.
El Dossier reúne temáticas y plumas de reconocidos investigadores internacionales y nacionales. “El Holocausto y las comparaciones con otros genocidios”, de Yehuda Bauer; “¿Fue moderno el Holocausto?”, de Peter Hayes; “Trauma cultural, moralidad y solidaridad. La construcción social del “Holocausto”” y otros asesinatos en masa, de Jeffrey C. Alexander; “Entre ciencia y ficción: notas sobre la demografía de la Shoá”, de Sergio DellaPergola; “Trabajar con la historia del Holocausto”, de Debórah Dwork;

“El concepto de genocidio y la “destrucción parcial de los grupos nacionales”. Algunas reflexiones sobre las consecuencias del derecho penal en la política internacional y en los procesos de memoria”, de Daniel Feierstein; “Claves conceptuales y metodológicas para comprender las conexiones entre México y el Holocausto ¿Historias independientes o interconectadas?”, de Judit Bokser Liwerant, Daniela Gleizer, Yael Siman; “Los usos del Holocausto en Argentina, apuntes sobre las apropiaciones y resignificaciones de la memoria del genocidio nazi”, de Daniel Lebovich y Emmanuel Kahan; “Esbozo histórico del genocidio armenio”, de Carlos Antaramián; “Causas del genocidio de Darfur. Un análisis basado en el modelo de Bárbara Harff”, de André Rangel; “La violencia sexual como genocidio. Memoria de mujeres mayas sobrevivientes de violación sexual durante el conflicto armado en Guatemala”, de Amandine Fulchiro y la reseña del libro de Michel Kichka, La segunda generación. Lo que no le conté a papá, editado por Orly Bagel y la Fundación Metta, a cargo de Gilda Waldman.