ANDREA BILLUPS

Desde los cuatro meses de edad, cuando se le diagnosticó cáncer de riñón, hasta su muerte a los 4 años, Oscar Litwak pasó gran parte de su vida en el hospital.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – A pesar de que estaba gravemente enfermo, su madre Sharon comenta que el mejor recuerdo de la familia es lo feliz que era Oscar cuando hacía las cosas simples que los niños disfrutan. “Él siempre estuvo en tratamiento, pero lo que más recordamos es que era realmente feliz cuando jugaba”.

Tras la muerte de Oscar en 2003, sus padres, que viven cerca de Los Ángeles, crearon la Fundación Oscar Litwak en honor a su hijo. Su objetivo es asegurar que otros niños que son hospitalizados con problemas graves tengan acceso a materiales creativos y de diversión que alegran sus días mientras son sometidos a tratamiento.

La familia ha instalado carros decorados donde se almacena material educativo como libros, cartas, juegos de mesa, masa y libros para colorear que sirven como distracción. Los carros están hechos de tal manera que una persona puede empujarlos y trasladarlos a distintos lugares.

“Es un concepto muy simple – deseábamos traer algo de alegría a los pequeños hospitalizados,” comenta Sharon Litwak. “Enfermeras y voluntarios llevan los carros a los niños en sus habitaciones cuando su enfermedad les impide salir a la sala de juegos”.

Las estaciones de juego móviles, que cuestan alrededor de 2,000 dólares, están disponibles en 90 hospitales de Estados Unidos, y la organización sin fines de lucro sigue creciendo con el apoyo de recaudadores de fondos de la comunidad local que apoyan la causa de la familia Litwak.

Jessica, Andrea e Ilana, hermanas de Oscar, ayudan a su padre Roberto a llenar los carros de juguetes en un almacén cerca de su casa en Tarzana, California.

“Simplemente somos felices viendo a otros niños sonreír,” dice Sharon. El hospital “es un lugar aterrador, pero con unos cuantos juegos los niños se sienten normales. Vemos pequeños que están muy tristes en el hospital, pero cuando les mostramos los juguetes se les iluminan los ojos”.

Rebeca Waldman se maravilló al ver cómo los juguetes ayudaron a distraer a su hijo de 9 años cuando estuvo internado en el Hospital Pediátrico de Los Ángeles para estudios médicos. Mientras el niño esperaba en la sala con otros pacientes, la madre observaba cómo sus pequeños ojos se iluminaban mientras un voluntario se acercaba con uno de los carros.

Los Litwak (de izquierda a derecha): Jessica, Sharon, Andrea, Roberto e Ilana Litwak (Cortesía de la familia Litwak).

“Los niños se asustan al entrar a hospitales para ser tratados, pero cuando ven estos carros con colores alegres manejados por alguien que les dice ‘¡Oye, vamos a jugar!’ su mente se distrae,” dice Waldman.

“Estoy segura que muchos de estos niños muy enfermos, no tienen mucho tiempo para jugar. Esta es una gran oportunidad para ocuparse en algo diferente. Y creo que es un gesto maravilloso traer alegría a la vida de estos niños.”

Belinda Hammond, una especialista en niños que radica en Santa Bárbara, California, dice que el juego es muy significativo, especialmente en un entorno médico, ya que los niños generalmente están aislados debido a sus enfermedades. La sala de juegos “les da control, que es esencial para su recuperación”.

Hammond explica que muchos hospitales pediátricos no tienen recursos para financiar salas de juego, por lo que las estaciones móviles les ofrecen flexibilidad. Los juegos se pueden ofrecer a niños que son sometidos a cirugías ambulatorias, en la sala de urgencias, o para los hospitalizados a largo plazo.

“El juego es el idioma de los niños – es un medio de aprendizaje y de superar dificultades. El juego en ambientes desconocidos facilita comodidad instantánea a un niño que necesita ese sentido de la normalidad,” explica Hammond. “El juego les proporciona herramientas para expresar sus sentimientos y comprender lo que sucede a su alrededor cuando no tienen las palabras para expresar esas mismas cosas”.

“Los niños se comunican a través del juego. Cuando no tienen palabras, expresan sus temores, preocupaciones, y malestares jugando. El juego en la etapa de tratamiento les permite canalizar sus inquietudes sin preguntar directamente, al tiempo adquieren control de situaciones que en otras circunstancias temen por lo desconocido”.

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