PEDRO HUERGO CASO

Con el plenilunio del mes de Shvat, Tu Bi´Shvat (15 del mes de Shvat) la Casa de Israel celebra el Año Nuevo de los Arboles. De entre todos los árboles mencionados en el Tanaj -algunos de suma importancia, como la vid, el olivo, la higuera o el granado-hay dos que pese a estar emparentados por una misma raíz (lingüística) la raíz semítica “El“, divinidad, sus nombres son traducidos sin embargo como árboles de especies diferentes: el roble y el terebinto.

El Alón, el roble -nombre común para hombres y mujeres en Israel (femenino, Alona) es el primer árbol con el que se encuentra Abraham al llegar a Canaán; junto a él, en Hebrón, montó su tienda. Ahí sigue, moribundo desde 1996 pero haciendo honor a su fama de fuerte, rebrotando…..Junto a los robles de Mamré compró después Abraham la Cueva de Majpelá, donde está enterrada toda la familia patriarcal (excepto Raquel)

La Elá -el Terebinto (también llamado Lentisco) del cual se extrae la trementina, el disolvente de la pintura, es el árbol a cuya sombra enterró el Patriarca Iaakob los ídolos paganos de Labán; pero quizás la más famosa Elá sea la que se refiere al Valle del Terebinto, en la falda occidental de los Montes de Judea, frontera entre filisteos e israelitas; allí tuvo lugar, por un lado, la famosísima confrontación entre el Rey David y el gigante Goliat; y por otro, la trágica muerte de Absalóm, el tercer hijo de David, famoso por su belleza y su magnífica cabellera; fue el vengador del incesto de su hermano Amón contra su hermana Tamar, además de pretendiente al trono de su padre, que se decantaba por Salomón; se autoproclamó rey y en la lucha derivada de esta osadía, su hermosa melena principesca quedó enganchada entre las ramas de un terebinto y fue tres veces asaetado hasta morir.

De estos dos árboles se hacían, parece ser, y en tiempos muy remotos, la mayoría de los ídolos cananeos que tanto se critican en la Biblia.

El, la raíz de Elá y de Alón, fue una divinidad semita del origen que tuvo más de setenta hijos divinos, estaba casado con Ashera, plural Astarot, la cual recibía culto…en árboles ornamentados a tal efecto. El (que está en todos los nombres hebreos que termina como Daniel, Ezequiel, etc.) En ugarítico – esa fuente primigenia del hebreo, del arameo y del fenicio- significaba el padre de todos los dioses, el superior. Y de ahí el plural Elohím. En otra lengua semítica como el árabe, dio Alá. Se representaba como un toro. Por eso al primer signo del alefato, aléf (de El) se le presupone un origen de toro. Cuando el mundo hebreo abraza el monoteísmo, El, el alef, pasa a ser el Uno, el número uno.

Tanto la elá como el alón, el terebinto y el roble, eran usados en el culto del Templo en Jerusalén, como nos cuentan Oseas e Isaías, quienes a menudo los recuerdan como metáforas de la fuerza que perdura -son árboles de hoja perenne- incluso después de haber sido talados en holocaustos forestales.

Sinónimo hebreo de árbol, Etz, es Ilán (femenino, Ilana) y por eso a Tu BiShvat se le denomina Rosh Ha´Shaná La´Ilanot. Ilán también comprende la raíz semítica El, pero en vez de llegar por el ugarítico El lo hace por el acadio Ilu.

Pero, ahora bien, ¿por qué hay un año nuevo, un Rosh Ha´Shaná para los árboles?
Ni “rosh” significa cabeza ni “Shaná” significa año. Lo traducimos, eso sí, por Año Nuevo. Pero “rosh” significa principio, como “Be´RESHit (…)” En el principio (…) y no *en la cabeza. Es decir, “rosh” (de donde “rishon”, primero) es principio, incluso principal en la acepción de jerarquía: Rosh Ha´Yeshivá (director de una academia talmúdica) A la cabeza se le llama Rosh porque es algo principal. De igual manera, “Shaná” no significa año, sino cambio, del verbo Leshanot, cambiar, de donde shinui, cambio. Rosh Ha´Shaná es, literalmente, el principio del cambio.

Y es dos Shabats antes de Tu Bishvat cuando se lee la parashá “BO”, en la que Adonay ordena para empezar a salir de Egipto, empezar por un orden (seder) de calendario.

Las renovaciones en el calendario hebreo, son en cuatro momentos del año y de varias índoles –sociales, espirituales, laborales- pero todas generadas por un mismo motivo: el diezmo, la parte del fruto que hoy llamamos impuestos fiscales y que entonces se ofrecían al Templo.

El calendario hebreo está establecido de acuerdo a un ciclo de siete años. El séptimo año es conocido como el año de Shmitá (año sabático) durante el cual la tierra se deja en barbecho: no se cultiva. En el primer, segundo, cuarto y quinto año del ciclo de seis años, los agricultores separaban el “primer diezmo” (maaser rishón) destinado a la tribu de Levi; el “segundo diezmo” (maaser shení) se llevaba a Jerusalén para ser consumido allí. En el tercer y sexto año se da el “diezmo del pobre” (maaser aní) en lugar del segundo diezmo.

Los diezmos deben ser dados de las frutas que crecen en los árboles cada año. Uno no puede dar el producto del año actual para otro año. Para el propósito del diezmo de los árboles, el año nuevo se calcula desde el momento en que las frutas de los árboles comienzan a florecer. Tu Bi´Shvat es la fecha límite entre un año y el siguiente. En el año que sigue al año de Semitá, los frutos que florecieron antes de Tu Bi´Shvat pertenecen al primer año del ciclo, y los frutos que florecieron después de Tu Bi´Shvat pertenecen al segundo año del ciclo.

Es decir, hay una renovación de diezmo según el calendario. Eso es Tu Bi´Shvat: un orden cíclico de almanaque agrícola en función del fisco. Mantener este ritmo celestial produce, en primer lugar, cohesión, una forma de fuerza: la unidad.

Jag Sameaj!