La tzedaká (generosidad) es un mandato en la fe judía. A lo largo de los años, los judíos nos hemos caracterizado por ser bondadosos y dar grandes sumas de dinero a todo tipo de fundaciones de ayuda social. Hemos donado a hospitales, escuelas, centros de investigación, institutos de medio ambiente, museos y parques; es algo que nos ha acompañado en todos los países en los que hemos vivido. Siempre, en cualquier rincón del mundo que se visite, no cabe duda de esto, habrá al menos un judío ayudando a otro ser humano.

Esta era una de las características principales que distinguía a Julius Rosenwald, el hombre que hizo de Sears una empresa multimillonaria. A lo largo de su vida donó más de sesenta y tres millones de dólares a instituciones de caridad y organismos educativos; desde joven tuvo siempre la idea de hacer dinero para ayudar.

Sin embargo, no siempre fue el ricachón dadivoso en el que luego se convirtió, en realidad nació en un contexto muy humilde. Sus padres, inmigrantes alemanes, llegaron a Estados Unidos en 1850. Se instalaron en Springfield, Illinois y doce años después la madre dio a luz a Julius en una casa vecina a la de Abraham Lincoln.

Su padre, Samuel, trabajaba en una fábrica de pantalones que pertenecía a la familia de Augusta Nussbaum, la futura esposa de Rosenwald. Cuando los dueños se mudaron a Nueva York, el señor pudo comprar una mercería y una tienda de ropa para hombres, con las cuales hizo dinero suficiente para mudarse a una casa más suntuosa y mandar a su hijo a trabajar a Nueva York.

A los diecisiete años Julius entró como aprendiz a la tienda de su tío. Esa ciudad, y esa época, era el lugar propicio para florecer en la industria y los negocios, ya que se favorecía la interacción entre clases sociales, la innovación científica y el libre mercado.

Rosenwald llegó incluso a convivir con gente tan importante como Henry Goldman (fundador de una compañía multimillonaria) con el que más adelante haría negocios, y Henry Morgenthau, tesorero de Franklin D. Roosevelt. Aprendió rápidamente y al poco tiempo pudo poner su propio negocio de ropa en Nueva York y Chicago.

Para 1890, este hijo de inmigrantes alemanes ya era un exitoso hombre de veintiocho años, casado con Augusta, y se podía dar el lujo de hacer numerosas donaciones al año. Cinco años después, junto con su cuñado Nussbaum, compraría 50% de la apenas formada compañía Sears, Roebuck y Co.

Su dueño, Richard Sears, era un pionero de la publicidad y tuvo la idea genial de hacer catálogos enviados por correo a pueblos y granjas lejanas. Sin embargo, como comerciante no era tan bueno.

Cuando Julius y Aaron compraron la mitad de la compañía el negocio estaba en bancarrota, los productos que tenían a la venta eran de baja calidad y engañaba a sus compradores. Al mismo tiempo que los productos que se ofrecían en los catálogos eran por mucho superiores a los que el cliente recibía.

Rosenwald se propuso hacer de esta empresa una compañía de calidad y recuperar la confianza del cliente hacia la empresa.

Bajo la dirección de este hombre, Sears se convirtió en una compañía gigantesca que contaba con un excelente servicio al cliente. Su éxito radicó en que ahorraba tiempo al campesino y hombre de negocios rural, ya que le aseguraba productos que no eran accesibles en los lugares donde vivían. No tenían que ir de pueblo en pueblo consiguiendo mercancía porque podían simplemente tomar el catálogo de Sears y los artículos llegarían por correo.

Rosenwald se aseguró de eliminar la oferta de productos de mala calidad y que el catálogo incluyera únicamente lo que sí estaba a la venta. Con el tiempo, los estadounidenses se acostumbraron a confiar en su marca, y se convirtió en una constante dentro de “la vida americana”. La tienda entregaba muebles, ropa, herramientas y medicinas por todo el país.

Su director innovó en prácticas mercantiles para incrementar la producción: Fue el primero en implementar la producción en serie (incluso años antes que Henry Ford y otros magnates industriales), garantía en los productos y paquetería por correo.

Hizo el primer laboratorio para probar productos en Estados Unidos, la primera máquina industrial abridora de cartas y, junto con Goldman Sachs, la primera compañía que tenía un rango tan amplio de mercancía.

Fue de los primeros en ofrecer servicios a sus empleados, como ayuda para ahorros, acciones dentro de la empresa, comisiones, servicios recreativos y de salud.

Creó albergues para gente sin casa en Chicago, ayudó a sociedades de inmigrantes, hizo institutos de investigación agraria, fundó la Universidad de Chicago y otras instituciones de educación superior.

Fue muy activo en organizaciones judías y ayudó a víctimas de la Primera Guerra Mundial a inmigrar a Estados Unidos.

Ayudó a disminuir los problemas de racismo en el Sur de Estados Unidos, construyendo espacios donde comunidades negras pudieran tener acceso a la educación: Financió más de 2,000 escuelas rurales, bibliotecas y universidades para negros y dio mucho dinero para fondos de estudios en universidades negras, como el Tuskegee Institute.

Murió en 1932 en su casa de Illinois, fue un hombre que se entregó a los demás, donó por ética y gusto toda su vida. Fue el mejor representante de la generosidad judía.

 

Fuente: The Jewish 100. A Raking of the Most Influential Jews of all Time.