CARLOS ALAZRAKI

Estimado Benito:

Hoy, lunes 20 de marzo, me encuentro muy a gusto escribiéndote mi carta semanal.

Simplemente no se me ocurre nadie mejor para escribirle que en el día de tu natalicio.

Y te tengo que ser honesto:

Me metí a Internet para recordar muchas partes de tu vida que me habían enseñado en la escuela y que por el paso de los años se me habían olvidado.

Neta, neta… ¡Qué fregón fuiste!

Naciste humilde, hablando zapoteco, nada de español, huérfano a los cuatro años, educado por tus abuelos, lejos de la ciudad de Oaxaca y de la Ciudad de México, y con muy pocas probabilidades de triunfar en la vida. Sin embargo, tu determinación y tu coraje siempre te sacaron adelante.

Huiste de tu pueblo para llegar a Oaxaca capital, estudiaste español, dominaste el latín, te educaste en una escuela de curas y, contra todas las predicciones, acabaste tu carrera de abogado.

No conforme con todo esto, fuiste regidor, secretario de Educación, diputado local y gobernador de tu estado. Hasta… emigrar a la Ciudad de México.

Antes de cumplir treinta años te exiliaste en Nueva Orleans junto con Melchor Ocampo y otros distinguidos políticos mexicanos. Fuiste dos veces Presidente de la República, creaste las Leyes de Reforma. Decretaste a México como un Estado laico y moriste en paz.

Serviste con amor, lealtad, ética y honestidad a tu adorado México. Multiplicaste por mucho las escuelas y la educación por el bien de la nación. Y a pesar de los conflictos políticos que tuviste, estoy convencido de que hasta el día de hoy has sido uno de los tres mejores presidentes de nuestra historia. Y es por esto que quise escribirte mi carta semanal.

Para platicarte lo que está pasando en la política y con los políticos en este siglo veintiuno. Para empezar, te platicaré que vivimos en una democracia plena.

Hoy contamos con más de seis partidos políticos. En la mayoría de los treinta y dos estados existe la alternancia. En la Presidencia de la República… también….

La libertad de expresión existe casi al cien por cien. La libertad de tránsito también. Tu herencia de un Estado laico continúa sana y salva. Al día de hoy somos el país número catorce en el mundo.

Ya casi se eliminó el analfabetismo y hay muchas universidades y servicios sociales.

Aunque, en mi opinión, aún faltan más. Al igual que los centros de salud. Sin embargo, seguimos muy jodidos. Existe una enfermedad casi incurable que se llama corrupción.

Benito… ¡no tienes idea! Ex presidentes, gobernadores, presidentes municipales y funcionarios menores han hecho su agosto ¡a costa de nosotros!

Están impunes y la policía se hace como que no los encuentra. No hay forma de parar esta enfermedad. Y, para el colmo, nosotros los ciudadanos hacemos poco para pararla.

Y es lo que más coraje me da. Somos los genios del bla, bla, bla, pero desgraciadamente no actuamos. Y por culpa de esta maldita plaga no podemos crecer. Ésta es la mayor desgracia que padecemos.

Pero, en fin, mi querido Benito, espero que pronto se pueda curar. Mientras tanto tú sigue descansando en paz.

Y para despedirme: gracias por enseñarnos tu gran frase. Lástima que el mundo no te haga caso. Viviríamos en un gran planeta.

 

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Fuente:razon.com.mx