Jared Kushner se reunió con el embajador ruso y el presidente de un banco público controlado por el Kremlin (foto de Reuters)

La investigación de la trama rusa ha irrumpido en la Casa Blanca. El Comité de Inteligencia del Senado llamará a declarar a Jared Kushner, asesor y yerno de Donald Trump, por sus oscuras reuniones con altos funcionarios del Kremlin cuando aún gobernaba Barack Obama. La citación supone un salto en las indagaciones y tiene un enorme potencial explosivo: Kushner no sólo es un importante cargo en activo del Gobierno, sino que pertenece al círculo íntimo del presidente.

Kushner vive las cumbres de Washington. Casado con la hija preferida del presidente, la ambiciosa Ivanka, este judío ortodoxo que nunca trabaja en sábado ha asumido un papel estelar en los primeros meses de mandato. Tiene hilo directo con el comandante en jefe, le asesora en política exterior, lleva desde la sombra la siempre delicada relación con Israel y sirve de contrapeso al extremista estratega jefe, Steve Bannon. Signo de su ascenso político es su designación como jefe del futura Oficina de Innovación Americana, un departamento destinado a incorporar la “mentalidad empresarial” a la Casa Blanca y que actuará de nexo con las grandes empresas estadounidenses.

Su declaración por la trama rusa representa un nuevo golpe a Trump. El escándalo ruso ya ha obligado a dimitir a su anterior consejero de Seguridad, Michael Flynn, y a retirarse de las investigaciones al fiscal general, Jeff Sessions. Aunque en el caso de Kushner no hay nada demostrado, la dinámica de las investigaciones, aceleradas por constantes filtraciones de los servicios de inteligencia, no hacen presagiar un trámite fácil ni corto. Junto al Senado, además, están investigando la Cámara de Representantes y el FBI, que ya ha hecho público que tiene un expediente abierto para determinar si el equipo de campaña de Trump se coordino con Rusia para atacar durante las elecciones a la candidata demócrata, Hillary Clinton.

La citación del comité del Senado llega tras hacerse público que en diciembre, con Barack Obama aún en la presidencia, Kushner se entrevistó con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, y con el responsable de un banco público de desarrollo, Vnesheconombank. La reunión con Kislyak se celebó en la Torre Trump y, según la Casa Blanca, sólo tenía como fin establecer una línea de comunicación entre la futura Administración de Trump y el Kremlin. Junto a Kuscher acudió el general Flynn, que dos meses después tuvo que abandonar su puesto por haber ocultado el contenido de sus posteriores conversaciones con el embajador.

El encuentro en las oficinas privadas de Trump coincidió con un momento especialmente volátil de las relaciones con Rusia. El presidente Barack Obama, en plena cuenta atrás, estaba preparando las sanciones contra el Kremlin por haber orquestado en suelo estadounidense una intensa campaña de desprestigio contra Clinton durante las elecciones. La operación, dirigida por el servicio secreto ruso, supuso la infiltración en los ordenadores del Partido Demócrata y el saqueo de las cuentas de correo de figuras tan próximas a Clinton, como su jefe de campaña, John Podesta.

Ante la posibilidad de ser sancionados por estas acciones, los rusos habían hecho saber que estaban dispuestos a responder. Pero desde el Gobierno en la sombra se buscó evitar la escalada y se les prometió un nuevo comienzo tras la investidura de Trump, el 20 de enero pasado. Flynn fue el encargado de la gestión, que culminó con una serie de conversaciones telefónicas con Kislyak el 29 de diciembre, el mismo día en que la Casa Blanca anunciaba la expulsión de 35 diplomáticos rusos por el ciberataque. Rusia, tras la intervención de Flynn, no tomó ninguna represalia. Semanas después, al conocerse el contenido de estas conversaciones, Flynn tuvo que dimitir.

La conversación en la que participó Kushner se dio unos días antes de las sanciones. La Casa Blanca ha insistido en que se trataron asunto habituales en las transiciones de poder, como la mejora de las relaciones bilaterales y la política en Oriente Próximo. Pero tras esta reunión, Kushner mantuvo, a instancias del embajador, otra con el presidente de Vnesheeconombank, Sergei Gorkov, un personaje muy cercano a Putin. En la fecha del encuentro, Kuschner seguía al mando de su imperio familiar. Los senadores del comité, según medios estadounidenses, quieren preguntar si en la conversación se trató sobre posibles ayudas económicas a las empresas del yerno de Trump. Ambos extremos han sido negados por portavoces oficiales.

Fuente : El País