JUAN CARLOS SANZ

El único personaje femenino de los populares dibujos animados es censurado por impúdico en un bastión religioso.

Ni Hillary Clinton en campaña presidencial, ni las ministras del Gobierno de Benjamín Netanyahu. Ninguna mujer se salva de la censura y la invisibilidad en los medios de comunicación de la comunidad ultraortodoxa de Israel, que considera toda representación de la imagen femenina como una incitación a la impudicia. Incluso la multinacional sueca Ikea distribuyó recientemente un catálogo de muebles y decoración destinado al colectivo haredí en el que madres e hijas habían desaparecido de los espacios hogareños. La actriz estadounidense Jennifer Lawrence también se cayó de los carteles que anunciaban la última entrega de la serie de películas Los juegos del hambre en los barrios judíos más conservadores del Estado hebreo.

Hasta Pitufina, el único personaje femenino de la popular serie de dibujos animados creado por el belga Peyo hace 51 años, acaba de esfumarse en los pósteres que daban cuenta del estreno de Los pitufos: la aldea escondida, en Bnei Brak, una ciudad de180.000 habitantes en la periferia de Tel Aviv. No ha sido a causa de un encantamiento del hechicero Gargamel, sino de las ordenanzas municipales de este bastión ultraortodoxo.

La imagen de la diminuta rubia de piel azulada hería la sensibilidad de los vecinos, según reconoció al diario Haaretz la empresa Mirkaim-Hutzov Zahav, responsable de la cartelería promocional de la película, que tomó la decisión de efectuar el borrado digital.

A escasos kilómetros de donde miles de homosexuales participan cada año en uno de los principales desfiles del Orgullo Gay del mundo, la censura religiosa se ha cebado con una inocente figura de animación solo porque representa a una mujer. A pesar de que Sony Pictures ha presentado el último filme de la saga como “el más feminista”, con “Pitufina como gran protagonista”, tan solo sus hermanos Filósofo, Valiente y Torpe permanecen en el gran anuncio del estreno que se alza en las calles de Bnei Brak.

Los ultrarreligiosos judíos constituyen un 12% de la población israelí (8,5 millones de habitantes). La creciente expansión de esta comunidad, impulsada por una tasa de fecundidad de 6,9 hijos por mujer, hace prever que a mediados de siglo su peso demográfico se haya duplicado en el Estado hebreo.

Las estrictas reglas del pudor prohíben que los hombres ultraortodoxos puedan mirar imágenes humanas femeninas. A partir de ahora, el tabú parece haberse extendido también a viñetas y dibujos animados, como los de Pitufina.

Los israelíes laicos ya se han ocupado de advertir a los haredim a través de las redes sociales de que Papá pitufo y otro centenar restante de criaturas azules son machos que se muestran siempre con el torso desnudo.

Fuente: El País