Gran Bretaña, después de ser 44 años miembro de la Unión Europea (UE), cumple con el referéndum realizado entre su población el 23 de junio del 2016 para separarse de la misma.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El pasado 29 de marzo la primera ministra, Theresa May (TM) activó el artículo 50 del Tratado de Roma para el inicio formal del proceso de separación, Brexit, que se estima durará aproximadamente 2 años; en ese lapso Gran Bretaña seguirá gozando de los beneficios de la UE y a la vez cumplir con las obligaciones que la misma impone; el Brexit tendría repercusiones en la Gran Bretaña, en la UE y en general en el mundo. Gran Bretaña representa la segunda economía más importante de Europa después de Alemania y la quinta a nivel mundial.

TM ha expresado que el Brexit es el más doloroso ejemplo de las políticas insolidarias, personalistas y arrogantes de la UE, y de la incompetencia e irresponsabilidad de los actuales dirigentes de la UE. Asimismo, considera que perder al Reino Unido, debido en gran medida al éxito de una intoxicante campaña populista antinmigración, basada en la xenofobia, el engaño y la ignorancia “es una tragedia de la que no nos recuperaremos”.

Ciertamente, el Brexit se ganó con el voto de la gente de 60 y más años que buscó recuperar el “control sobre la vitalidad pérdida de la nación y para frenar la inmigración europea”, particularmente los polacos y los españoles, que les “arrebataron” sus puestos de trabajo. David Cameron, predecesor de TM, no se atrevió a afrontar el papel que debería tener el Reino Unido en la construcción Europea y convocó a un apresurado referéndum con la idea de obtener una victoria a corto plazo, un cheque en blanco para obtener de Bruselas la restricción a los inmigrantes para aplacar a los populistas liderados por Nigel Frage y los euroescépticos de su propio partido.

El 48% de los votantes que querían que GB permaneciera en la UE, frente a 52.0% de los que dijeron no, fueron quienes entendieron que desde la formación de la UE, el continente ha alcanzado un nivel de prosperidad y una paz nunca vistos; votar por la permanencia fue la mejor apuesta para las generaciones futuras. La UE ha significado la soberanía combinada de los países miembros que han ejercido influencias en cuestiones mundiales, sin menoscabo a los Estados nacionales; la UE ha fortalecido la cohesión social entre la ciudadanía.

TM ha consignado que no obstante el Brexit, Gran Bretaña no dará la espalda a sus vecinos, que su país “será más fuerte, más justo, más unido y abierto”. No obstante, la carta que hizo llegar al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en relación al “divorcio” de Gran Bretaña de la UE, enfrentó el rechazo unánime de los integrantes de esta última en virtud de que en ella menciona que quiere abogar por pactar la salida y la nueva relación de manera paralela; a Gran Bretaña le interesa un gran acuerdo que garantice un acceso sin trabas a ese mercado de 500 millones de consumidores; cabe destacar que el 63.0% de sus exportaciones e importaciones son hacia y desde la UE. Berlín creé que antes de empezar a hablar de la futura relación será necesario cerrar el contrato de divorcio.

Por otra parte, la carta amenaza con una suerte de chantaje a la UE al vincular sus aportaciones a la seguridad, defensa y lucha contra el terrorismo a las relaciones entre la UE y los británicos. Gran Bretaña quiere un pacto comercial muy benéfico y lo quiere ya, de lo contrario desafía con dejar de cooperar contra el terrorismo. El Ministro del Interior británico reforzó esta posición al considerar que el Reino Unido abandone Europol (la agencia policial de la UE) después del Brexit; lo que dejaría a las fuerzas de seguridad europeas sin una fuente de datos fundamental; la respuesta de Bruselas fue contundente, nada de amenazas.

Por otra parte, el negociador europeo en jefe, Michel Barner, ha subrayado que lo primero es negociar la factura de alrededor de 60 mil millones de euros y los derechos de los ciudadanos, 1.2 millones de británicos viven en suelo europeo, y 3.3 millones de europeos en las islas. La factura que Gran Bretaña tiene que abonar “promete ser un tema muy delicado y retrasar todo el proceso”. Cabe destacar que para rubricar el pacto en dos años hará falta que esté perfilado 18 meses después de la activación del Brexit, en octubre del 2018, así se deja tiempo al Reino Unido y al Parlamento Europeo para aprobarlo antes de las próximas elecciones europeas en mayo del 2019, a las que ya no concurrían diputados británicos.

La negociación va ser dura y no se puede excluir el desastre de que dentro de dos años no haya acuerdo en nada y el divorcio se convierta en guerra monetaria, comercial, fiscal y diplomática. TM ha aceptado la posibilidad de que una vez concluido el plazo, el Reino Unido abandone la UE sin un nuevo marco que regule sus relaciones con el bloque. El negociador de la UE ha tratado de advertir a los británicos contra una ruptura brusca; ese sería el peor escenario posible, con consecuencias especialmente desastrosas para el Reino Unido.