Occidente se está sometiendo a las leyes sobre blasfemia. Dinamarca, por ejemplo, ha decidido al parecer que es hora de invocar una vieja y polvorienta provisión sobre la blasfemia. Dinamarca sigue teniendo una provisión en el código penal contra la blasfemia, pero hasta ahora sólo se había utilizado tres veces. La última vez fue hace casi medio siglo, en 1971. Sin embargo, el fiscal general de Dinamarca acaba de acusar a un hombre por quemar un Corán.

JUDITH BERGMAN

En Occidente, la blasfemia como delito penal lleva siglos considerándose en general una reliquia del pasado. En una sociedad mayoritariamente atea, pocas personas se ofenden por los comentarios o actos blasfemos. Los cristianos no se lanzan sobre los supuestos blasfemos con pistolas y cuchillos, y a las editoriales no les preocupa “ofender” a los cristianos.

En 1997, la radio pública danesa pagó a un artista que quemaba la Biblia y lo emitía por la televisión nacional. Nadie fue acusado, aunque hubiese quejas y el fiscal del Estado investigara el caso.

Sin embargo, un danés será procesado. Quemó su propio Corán en su propio jardín y después publicó el vídeo en un grupo público de Facebook “Sí a la libertad, no al islam”, con el siguiente texto: “Tenga en cuenta a los vecinos, apesta cuando arde”. El fiscal general, Jan Reckendorff, declaró:

“La fiscalía considera que las circunstancias de la quema de libros sagrados como la Biblia y el Corán implica en algunos casos que puede haber una vulneración de la provisión sobre blasfemia, dedicada al escarnio o desprecio público contra una religión. La fiscalía opina que dadas las circunstancias de este caso, se debe procesar para que los tribunales tengan la oportunidad de adoptar una postura sobre el asunto.”

El fiscal general podría haber mencionado la Biblia sólo por cortesía. Después de todo, nadie ha sido procesado por quemar la Biblia en Dinamarca, ya que ni siquiera quemarla en la televisión pública se ha considerado suficientemente ofensivo. El Corán es claramente otra cosa distinta.

La decisión ha reabierto el debate sobre la abolición de la provisión sobre blasfemia en Dinamarca, un asunto que salta de vez en cuando.

En Noruega, la provisión contra la blasfemia se abolió en 2005. Una encuesta realizada en enero revelaba que el 41% de los musulmanes noruegos cree que la blasfemia debe ser castigada, y el 7% cree que la pena por la blasfemia en cualquier parte debería conllevar la pena capital.

En Gran Bretaña, al menos un hombre ha sido enjuiciado y sentenciado por quemar el Corán (en 2011) y otros han sido arrestados en 2010 y 2014.

La aplicación de las cláusulas sobre blasfemia, tan fuera de lugar en una Europa post-cristiana, nos retrotrae a la Edad Media, cuando la blasfemia era ferozmente perseguida por la Iglesia. ¿Es realmente una época a la que deba aspirar una sociedad moderna europea tras siglos de lucha por la libertad de expresión?

Mientras, en Canadá, se están aprobando mociones contra la islamofobia, con el objetivo de prohibir gradualmente toda crítica al islam, y también parte de las leyes musulmanas contra la blasfemia. El Parlamento Provincial de Ontario aprobó unánimemente una moción contra la islamofobia en febrero. La moción pedía al Gobierno que “se posicione contra todas las formas de odio, hostilidad, prejuicio, racismo e intolerancia; que muestre su repulsa a (…) la creciente ola de retórica y sentimientos anti musulmanes” y “condene toda forma de islamofobia”. Ni que decir tiene que no se presentó ninguna moción como esta para proteger el judaísmo o el cristianismo.

En octubre de 2016, el Parlamento nacional de Canadá aprobó unánimemente una moción contra la islamofobia, fruto de una petición iniciada por Samer Majzub, vinculado a los Hermanos Musulmanes y presidente del Foro Musulmán Canadiense. En aquel momento, nadie sabia qué estaban condenando: ¿las críticas al islam? ¿Las críticas a los musulmanes? ¿Discutían si el ISIS es una manifestación genuina del islam? Nadie lo sabía, y nadie se había molestado en definirlo.

No obstante, esa falta de definición no ha impedido a Iqra Jalid, miembro del Parlamento por el gobernante Partido Liberal, presentar una nueva moción a colación de la anterior, la moción M-103, al Parlamento canadiense. La moción exige que la “islamofobia” no sea sólo condenada, sino que el Gobierno desarrolle un plan integral para reducir o eliminar la islamofobia. La moción sigue sin ofrecer definición o estadística alguna que sustente su afirmación de que en Canadá hay un problema de “islamofobia”. Sin embargo, a casi nadie le podrá sorprender que la primera moción que condenaba la islamofobia haya sido tan rápidamente seguida de una nueva moción que exigiera medidas concretas del Gobierno. Después de que se aprobara unánimemente la primera moción, el hombre que había iniciado la primera petición, Samer Majzub, dijo esto en una entrevista con el Foro Musulmán Canadiense:

“Ahora que se ha condenado la islamofobia, esto no es el fin, sino el comienzo. Tenemos que seguir trabajando política y socialmente y con la prensa. Antes dudaban de la existencia de la islamofobia, pero ahora no tenemos que preocuparnos por eso: todos los bloques y figuras políticas, representadas por la máxima autoridad legislativa de Canadá, han hablado de su existencia. Ante esta perspectiva, tenemos que hacer que los legisladores actúen, especialmente los del Partido Liberal, que han mostrado una inequívoca apertura en lo que respecta a los musulmanes y todas las etnicidades. Todos debemos trabajar duro para mantener nuestra lucha pacífica, social y humanitaria para que a la condena le sigan políticas integrales.”

¿De verdad que Occidente quiere volver a soltar quijotescamente las inquisiciones de la Edad Media?

Fuente:es.gatestoneinstitute.org