Su olfato para los negocios, pero sobre todo su espectacular cuerpo, han convertido a este israelí en un ícono homosexual.

CLAUDIO M. DE PRADO

El israelí Eliad Cohen, es toda una celebridad en la comunidad gay internacional que, gracias a su cuerpo –cultivado primero en el Ejército y después practicando artes marciales como el jiu jitsu–, ha conseguido montar a su alrededor un imperio que le permite vender miles de entradas cada vez que organiza una de sus famosas ‘PapaParty’ en capitales como Nueva York, Río de Janeiro, Los Ángeles, París y, por supuesto, Madrid.

Fiestas para el público homosexual que, siguiendo la estela de sesiones similares de este tipo como la WE Party, apuestan por la música electrónica, los cuerpos cincelados y los espectáculos con poca ropa para reunir en un mismo recinto a miles de hombres dispuestos a darlo todo.

Eso sí, con una diferencia sustancial: aquí el público no rinde culto al DJ de turno, sino exclusivamente a Cohen, quien protagoniza todos los carteles, anima desde el escenario e incluso vende a través de su página web una línea de bañadores llamada PapaWear para todos los que sueñan ser como él.

Para entendernos, Cohen sería algo así como una Ana Rosa Quintana de la noche gay: si tuviera una revista, él sería la portada de cada número. ¿Y por qué? Muy sencillo, mientras él aparezca, el éxito de ventas de cualquier producto está asegurado. Normal que se permita una vida nómada de viajes en avión en primera clase, noches de hotel en establecimientos de lujo y vacaciones en destinos paradisiacos.

Cohen nació en Acre, una pequeña ciudad al norte de Israel, un país donde alistarse en el Ejército es obligatorio cuando se cumplen los 18 años. Eliad estuvo allí sirviendo durante tres años, hasta que lo dejó para probar una carrera como modelo en Tel Aviv que comenzó como suelen comenzar estas carreras: sirviendo copas como camarero.

Fue en un bar donde los responsables de la Spartacus, la guía del ocio homosexual más famosa del mundo, lo descubrieron y le propusieron convertirse en la portada de la edición de 2011, lo que hizo que su cara se convirtiera en todo un icono para los lectores habituales de este libro que, antes de que existiera Internet, se consultaba para conocer dónde estaban los locales gayfriendly alrededor del planeta.

Después de aparecer en esa portada, Cohen empezó a colaborar con diferentes fiestas temáticas hasta que, viendo su poder de convocatoria, se lanzó a ser gestor de su propia marca.

 

 

Fuente:revistavanityfair.es