La sola mención de su nombre produce un escalofrío, porque está asociado al horror y la barbarie. Al asesinato sistemático, a la crueldad como hecho cotidiano y a la matanza institucionalizada. En el campo de exterminio de Auschwitz, un complejo que agrupaba varios campos situado en territorio polaco ocupado por los nazis, murieron hasta su liberación por las fuerzas soviéticas en enero de 1945 alrededor de un millón cien mil personas.

MALU BARNUEVO

Fueron cinco años en los que los trenes cargados de prisioneros, en su mayoría judíos, llegaban puntuales al anden de Auschwitz donde eran recibidos por el siniestro lema “El trabajo libera”. Pocos escaparon a la muerte en aquel lugar dirigido por las SS que es uno de los mayores símbolos de la maldad que puede alcanzar el ser humano. La UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1979, convirtiéndolo en un monumento contra el olvido. Una aberración que no debería repetirse en ningún lugar del mundo y tendría que visitar todos los que una vez más hoy tocan los tambores de guerra.

Hace más de setenta años que el Ejército Rojo entró en Auschwitz y mostró al mundo el mayor horror producido por la Alemania nazi, y algunos de quienes allí estuvieron en el bando de los verdugos consiguieron escapar a la justicia. Su principal argumento para hacerlo siempre fue que no eran conscientes de lo que ocurría en el campo. Que como soldados se limitaban a obedecer órdenes, pero que jamás vieron las largas colas de judíos dirigiéndose a las cámaras de gas donde, según declaraciones de los supervivientes, llegaban a ejecutar a 3,000 personas en cinco minutos.

Y hasta hoy no había sido posible encontrar pruebas certeras que desmontaran sus coartadas, por más que la supuesta ignorancia resultase un insulto para la dignidad de tantas víctimas por su inconsistencia. Sin embargo, las modernas tecnologías en 3D han ayudado a quitar la máscara a estos asesinos; Ralf Breker, director de Tecnología Fotográfica de la Policía Criminal Bávara, explica cómo surgió el proyecto: “En 2012 nos reunimos con la fiscalía del municipio de Weiden. Hablamos sobre el procedimiento judicial del antiguo guardia de las SS Johann Breyer. La fiscalía nos preguntó si sería posible recrear en 3D el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y respondimos que sí”.

La idea de la fiscalía era demostrar, a través de estos escenarios digitales en tres dimensiones, la imposibilidad de varios oficiales nazis de no haber sido testigo de los asesinatos, ya que desde los lugares en que se movían habitualmente eran visibles tanto los hornos crematorios como las cámaras de gas.

Breyer murió antes de que se celebrara el juicio, pero la recreación 3D aportada por el equipo de Breker permitió condenar a Reinhold Hannig quien, con 94 años, tuvo que oír por fin cómo un juez le declaraba culpable de haber sido cómplice en la muerte de más de 170,000 personas.

Tal vez este haya sido el último juicio que se celebre en Alemania contra asesinos nazis, puesto que la mayoría de ellos ya han muerto. Sin embargo, la tecnología 3D, asegura Breyer, va a ser muy importante para ayudar a forenses e investigadores en próximos delitos. Ojalá que ese modelo de Auschwitz también sirva para que, como escribió Primo Levi -superviviente del campo de exterminio- en un sobrecogedor poema- no olviden estos hechos “Los que vivís seguros. En vuestras casas caldeadas. Los que os encontráis, al volver por la tarde, la comida caliente y los rostros amigos”.

 

 

Fuente:lavanguardia.com