Se impone la reforma de la Constitución que establecería un sistema presidencialista en sustitución del actual modelo parlamentario.

El ‘sí’ a la reforma de la Constitución que establecería un sistema presidencialista en sustitución del actual modelo parlamentario toma ventaja en Turquía. Con el 60% de los votos escrutados, el ‘sí’ se lleva el 56% de las papeletas, según los resultados oficiales.

De triunfar esta opción, supondría remover los cimientos del sistema político turco: el parlamentarismo fue establecido en 1924 por el fundador de la República de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk.

De momento, gran parte del recuento procede por el momento de las zonas orientales del país, granero de votos del gubernamental Partido Justicia y Desarrollo (AKP), por lo que el resultado podría variar a medida que avance el recuento.

El “sí” vence en Anatolia y en la región del Mar Negro, bastiones del gubernamental Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP), mientras que el “no” se impone en la costa del Egeo, el Mediterráneo y en las zonas surorientales, en las que se concentra la población kurda.

Alta participación

La participación ronda el 86%, informan medios locales. Unos 55 millones turcos estaban llamados a las urnas y se vaticinaba un resultado ajustado, ya que las encuestas daban posibilidades de victoria tanto al “sí” como al “no”. De hecho, muchas se tornaban poco fiables por el gran número de indecisos y personas que no quieren desvelar su voto.

El resultado dirimirá si el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aglutina aún más poder en sus manos. Erdogan considera necesaria la reforma para lograr una mayor estabilidad y garantizar así mejor el crecimiento económico y la seguridad. Sus opositores, por el contrario, la rechazan y creen que supondrá mayor concentración de poder.

Erdogan podría ser presidente hasta 2034

En caso de triunfar el ‘sí’, la reforma se comenzaría a aplicar en 2019 y abriría la puerta a que Erdogan, que ahora tiene 63 años, pudiera ser presidente con amplios poderes hasta el año 2029 o, incluso, hasta el 2034.

Los críticos afirman que la reforma puede suponer una deriva autoritaria. Entre otras implicaciones, supondrá que se elimine el cargo de primer ministro, cuyos poderes pasan al presidente, que se convierte en Jefe de Estado y de Gobierno. Nombraría ministros y altos funcionarios sin necesidad de consulta al Parlamento, y los poseedores de las carteras no podrán ser tumbados por una moción de censura.

Fuente: La Vanguardia