Apenas la semana pasada les platicamos que el nadador judeo-estadounidense, Anthony Ervin, confirmó que participará en las Macabiadas de 2017 que tendrán lugar el próximo verano en Israel. Investigando la historia de “Tony” nos pudimos dar cuenta que la vida de este atleta va más allá de las albercas y sólo en Enlace te la contamos.

ISAAC SHAMAH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Anthony comienza su carrera como un pródigo; desde muy temprana edad se podía ver su velocidad en el agua y su talento en la disciplina de “Crol” era prácticamente único, sobre todo en las pruebas de velocidad.

Después de dominar en muchas competencias regionales y nacionales, a los 19 años de edad, Anthony calificó a los Juegos Olímpicos de Sídney en el año 2000. En las Olimpiadas, Ervin tuvo una magnífica competencia, la cual trajo una medalla de plata en los relevos 4 x 100 en categoría libre y una gran medalla de oro en la prueba que siempre dominó, los 50 metros libres.

Al concluir las Olimpiadas, Anthony siguió dominando en el mundial de natación en 2001 y en los Juegos Pan-Pacíficos de natación. El dominio era bastante, Anthony creía haber ganado todo y de un día para otro tomó la decisión de retirarse de la natación a la joven edad de 22 años.

Ya retirado de la natación, Tony vendió su medalla de oro en e-bay por tan sólo 17,000 dólares y donó la cantidad a los sobrevivientes del Tsunami que se vivió en 2004.

Pasando este evento, la vida de Ervin tomó un giro negativo; el pródigo nadador se encontraba desempleado, fuera de forma y en una etapa anímicamente mala que lo llevó a ingerir drogas.

En su libro autobiográfico, “Chasing Water: Elegy of an Olimpian”, Anthony nos cuenta cómo esos malos años se convirtieron en un verdadero infierno, lleno de hongos alucinógenos e inclusive de algún intento de suicidio con pastillas.

Al darse cuenta del daño que se estaba haciendo, Anthony buscó ayuda y la buscó en el lugar del que nunca se tenía que haber separado: la alberca.

Al regresar a la piscina, dejar las drogas y rehabilitarse física y mentalmente, Anthony decidió intentar regresar a las competencias; para 2011 Tony logró calificar a las Olimpiadas que se celebrarían en Londres en 2012.

Comenzando los Juegos Olímpicos de Londres, Antonhy se dio cuenta que estaba en el lugar donde debía de estar, sin embargo, también se dio cuenta de que el tiempo no había pasado en vano y que su talento no lo haría ganar en aquella ocasión.
Al concluir este proceso, Tony no se dio por vencido, se comenzó a preparar para Río de Janeiro sabiendo que si quería regresar al podio olímpico esta vez sería aún más complicado.

Para los Olimpiadas de 2016 en Río, Anthony ya tenía 35 años y ganar parecía más que imposible, pero Anthony llegó con una idea en la cabeza, hacer lo imposible.

Contra todo pronóstico, Ervin logró ser parte del equipo de Estados Unidos en la categoría de los relevos; en su primera prueba, al ser parte de los relevos 4 x 100, Anthony y el equipo de Estados Unidos, lograron ganar el Oro, un logro importantísimo, sin embargo Anthony quería más. En Su segunda prueba, los 50 metros libres, sería más complicada, ya que a pesar de que en el pasado la dominaba a placer, ahora se echaba a la alberca siendo el “Tiburón” más viejo de ésta.

En una competencia más que apretada, Anthony parecía ser el muchacho de 19 años que había ganado en Sídney, y para sorpresa de todo el mundo, Anthony ganó la prueba de su vida; los 50 metros libres eran suyos de nuevo, además de que se volvió el nadador más grande en ganar un oro en cualquier categoría masculina.

Para este 2017, Anthony competirá en las Macabiadas, se espera que a sus 36 años vuelva a dominar.