Enlace Judío México.- Mirar al pasado, abrazar el presente y darle la bienvenida con el corazón abierto al futuro, fue el sentido profundo de la conmemoración de la Shoá, al escuchar el diálogo con algunos representantes de la Segunda Generación. (1)

RAQUEL SCHLOSSER

Me he preguntado muchas veces cuándo terminará esta guerra.

Para los militares, cuando regresaron las tropas.

Para madres y padres de los que no volvieron, nunca.

Para los políticos, con la firma de tratados de paz y los Derechos Humanos, que es una deuda con los muertos.

Pero…

Para las familias rotas de injusticia, con duelos perenes por los asesinatos masivos, humillaciones y las desapariciones. ¡Cuándo!

Tantos eran los inocentes que mataron, que tenían que esperar turno para subir al cielo.

Una noche triste, la noche de conmemorar una tragedia para el Pueblo Judío y para el mundo, se transformó en una luna nueva, mágica. Se colocó el énfasis en quienes sobrevivieron la Shoá y en su descendencia. Fuimos testigos de que el Pueblo Judío va hacia delante.

Escuchamos los testimonios de hijos e hijas de sobrevivientes, que dieron fe del canto de quienes fueron participantes sufrientes de los niveles más bajos a los que la humanidad ha llegado: el nazismo.

Las almas, tantas almas sin Kadish, escucharon las voces de su descendencia.

No murió el amor por la vida.

Los sobrevivientes estaban en primer plano, eran los protagonistas reales a través de las memorias transportadas por el lenguaje de sus descendientes.

Se les dio voz a las hijas e hijos de quienes deseaban un mundo distinto al que les obligaron a vivir. Formaron familias y sus ilusiones fueron realizadas. Muchos de ellos transformaron el trauma social en un recurso inextinguible de impulso vital. Les dieron a sus hijos e hijas lo que el nazismo les arrebató. Cuidaron y educaron a sus retoños pensando en un mundo floreciente, honesto, justo, amoroso, pacífico, abundante, con trabajo honrado. También fuimos testigo de que las heridas fueron tan profundas, que para muchos sus sonrisas fueron secuestradas.

Las entrevistas a hijas e hijos de sobrevivientes, sobre su cotidianidad, nos abrieron la puerta de su casa y de sus corazones. Nos permitieron entrar a la cocina y sentarnos en su mesa, donde compartimos la ansiedad del hambre en sus historias sobre la comida. Nos trasladaron a los sueños soñados de quienes fueron testigos de las cenizas, y fertilizaron con su anhelo el futuro. Escuchamos en sus respuestas más semejanzas que diferencias.

Cada año se han prendido seis velas en memoria del Pueblo Judío masacrado por la injusticia, el prejuicio, la discriminación, la violencia social, el silencio, la complicidad política y el poder autoritario, que combinados crean una fórmula letal.

Este año, la luz simbólica de las velas fue prendida por los Apellidos de cada una de las familias, fueron nombrados uno a uno. Los descendientes de los sobrevivientes ocuparon su lugar en el escenario: hijas, hijos, nietos, bisnietas, yernos, nueras. Apellidos que no murieron en Europa. Entre cada apellido se escuchaba un eco: vale la pena vivir. Su vida no fue en vano aunque fue truncada.

Al nombrarlos, implícitamente se bendecía a los Justos entre las Naciones, quienes salvaron vidas arriesgando la suya. También a quienes de manera anónima colocaron eslabones en la cadena de salvar una vida. A la Resistencia y a quienes fueron testigos mudos de su movimiento para protegerlos.

Al nombrar a cada familia, se agradecía a éste nuestro país, México, que los acogió y donde conocieron el chile y la libertad.

La toma cerrada de la cámara, capturaba los rostros de sus herederos que daban cuenta de que cada uno venía de un árbol infinito. Mientras les mirábamos, nos convertíamos en testigo de su trascendencia: el color de los ojos de la bisabuela a la que no conocieron, del abuelo que desapareció, de la similitud con los hermanos de la abuela que no se salvaron… Estábamos de frente a una generación que cuando se mira al espejo, contiene todas esas generaciones, aquellos rostros que estaban compuestos de todos aquellos que pasaron la vida. Estábamos frente a su legado.

El deseo profundo de la fuerza del “Nunca Jamás” ni contra nosotros ni contra nadie más, fue expresado por los descendientes.

Recordar y mirar al futuro fue hacer un servicio a la humanidad, mostrando la fuerza de recuperación y amor por la vida del Pueblo Judío, fue el reto consumado de la Conmemoración del Respeto, la Justicia y la Esperanza después de la Shoá.

 

 

*Fundadora y Directora del Instituto de Estudios Transgeneracionales

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(1) Salomón Schlosser, sobreviviente de auschwitz (minúscula intencional) tatuaje 111907

Descendencia:
Raquel y Samuel Schlosser Stavchansky
Nietas/os : Tessy, Maury e Isi Schlosser Presburger
Daniela Bassini Schlosser