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Este mes, hace sesenta y nueve años, cuando el Altalena ardió en la playa de Tel Aviv, el pueblo judío estaba al borde de la guerra civil.

El “Caso Altalena” refleja los dolores de parto de la nueva nación. Fue la continuación de la lucha ideológica entre la ideología sionista socialista de izquierdas defendida por David Ben Gurión y la forma de pensar revisionista sionista de centro-derecha, cuyo líder era Menajem Begin. ¡El asunto todavía puede suscitar reacciones emocionales más de seis décadas después!

En el curso del primer mes de la Guerra de Independencia, el renaciente Estado judío perdió 1176 soldados. Aunque no hay estadísticas exactas disponibles, las pérdidas de los ejércitos árabes invasores también fueron extremadamente altas. Por lo tanto, ambas partes aceptaron fácilmente la tregua negociada por la ONU. Ambos tuvieron un valioso espacio para descansar, redistribuirse, entrenar y planificar. Era el mismo día del acuerdo de tregua en el que el Altalena dejó el mismo puerto francés de donde había zarpado el desafortunado Éxodo el año anterior.

El 20 de junio de 1948, al comienzo del primer alto el fuego durante la Guerra de Independencia, el Altalena, fletado por la rama europea del Irgún de Menajem Begin que llevaba, además de novecientos inmigrantes, “doscientas cincuenta ametralladoras ligeras, cinco mil rifles y una gran cantidad de municiones” (Judaica, 368) llegó a las costas del recién creado Estado de Israel. Unos días más tarde, el Altalena era unos restos destruidos y quemados a setecientos metros de la misma orilla del mar de Tel Aviv. Jaim Arlosoroff (el primer alcalde de Tel Aviv) había sido asesinado quince años antes el día anterior.

El Altalena ardiendo en las costas de Tel Aviv (Oficina de Prensa del Gobierno de Israel)

Hay dos narrativas diferentes de por qué el Altalena fue destruido a las órdenes de Ben Gurión. Begin afirma que traía las tan necesarias armas tanto para sus combatientes del Irgún, que se habían integrado en las Fuerzas de Defensa de Israel un mes antes, como para la facción independiente que luchaba en Jerusalem. Ben Gurión afirmó que el Irgún estaba intentando una toma de control militar. El barco atracó inicialmente en Kfar Vitkin, al norte de Tel Aviv, con el conocimiento y la aceptación tácita de Ben Gurión y las Fuerzas de Defensa de Israel, y descargó a la mayoría de los refugiados. Las fuerzas de las FDI dieron a Begin y a sus hombres un ultimátum de diez minutos para entregarle todas sus armas. Begin quería negociar. El tenso punto muerto fue roto por el fuego de armas pequeñas y hubo bajas en ambos lados.

En medio del tiroteo en Kfar Vitkin, el Altalena levó anclas y (Begin) se dirigió a la calle Frishman en Tel-Aviv. Esperaba poder negociar, y así evitar más derramamiento de sangre (Revolt, 237). Ben-Gurión lo veía desde otra perspectiva. En una conferencia de prensa, una vez que el barco llegó a Tel Aviv, el Ministro de Relaciones Exteriores anunció:

El Gobierno está decidido a mantener su soberanía y su capacidad para cumplir con sus obligaciones internacionales. No permitirá que grupos armados indisciplinados fomenten la anarquía política y militar. El barco de Etzel (Irgún) debe ser entregado al Gobierno de inmediato e incondicionalmente.

El comandante de las fuerzas del Palmaj en la playa, Itzjak Rabin (el primer ministro de Israel asesinado) recordó que “había una sensación de golpe militar … fue uno de los momentos más difíciles que recuerdo” (de la película documental “Altalena”, de Ilana Tzur). Otro oficial del Palmaj recordó: “Fue una batalla para salvar la democracia israelí … fue un choque entre las camisas azules (socialistas) y las marrones (revisionismo)” (Tzur).

Cuando comenzaron los disparos en la playa de Tel Aviv, fue intenso, ya que cada uno tenía sentimientos y emociones fuertes sobre la otra facción. Rabin, justificando la decisión de Ben Gurión de usar la fuerza, declaró que “si Ben Gurión no hubiera hecho lo que hizo, el resultado habría sido desastroso para Israel y las FDI” (Tzur). El odio mutuo era tan intenso que incluso después de que una artillería lanzada desde Camp Yonah golpeó el Altalena y encendió la munición, los sobrevivientes del Irgún que nadaban a tierra fueron disparados por las fuerzas de Palmaj / FDI que estaban en la playa!

Los restos del Altalena quemado permanecieron un año en la playa de Tel Aviv, como una herida que se negaba a sanar. Ben Gurión justificó su acción declarando: “No nos juzguemos unos a otros. La historia decidirá dónde se encuentra la justicia. Un solo ejército, un solo gobierno, una sola autoridad nacional”. También hizo otra declaración mucho más polémica con respecto al asunto Altalena. Según informes de prensa, David Ben-Gurión declaró: “Bendito es el cañón que hizo estallar el barco de armas”.

Por el contrario, Menajem Begin, a pesar de que sus seguidores clamaban venganza después de que otros dieciséis soldados del Irgún fueran asesinados en la playa de Tel Aviv, se elevó por encima de la atmósfera de odio mutuo y desconfianza y declaró: ¿Guerra civil? ¡Jamás!”

Ben Gurión no quería ejércitos separados dentro de las FDI y por lo tanto ordenó la integración del Irgún y el Palmaj en las FDI. Inicialmente, la desconfianza mutua hizo difícil esa cooperación. Del carácter de Ben Gurión, Walter Laqeuer escribe:

Él introdujo un elemento de dureza, resolución y obstinación poco común entre los hombres y mujeres de esa generación, y era un animal completamente político, a veces sospechoso de maquiavelismo. En algunos aspectos, más perspicaz que sus colegas, podría ser increíblemente obstinado e idiosincrásico en sus decisiones …

Entonces, ¿Begin intentaba un golpe militar? En las propias palabras de Begin:

Los mal intencionados susurraron que teníamos la intención de transportar las armas a nuestros arsenales subterráneos. Pero la verdad es que para ese entonces ya no teníamos arsenales secretos. Habíamos dado al ejército todas nuestras armas y equipo, y ellos tenían pleno conocimiento de dónde habían estado todos nuestros puntos de concentración. ¿Después que salimos de la clandestinidad y después de que toda nuestra gente era conocida para al ejército, cómo demonios podríamos haber ocultado armas suficientes para equipar diez batallones de infantería?

¿Coraje o traición? En última instancia, cómo se evalúa el asunto Altalena todavía depende de la ideología política.

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico