HANA LEVI JULIAN

Hace una semana una importante publicación judía fue persuadida por una organización judía liberal para publicar un anuncio pagado que presionaba por la liberación de un sanguinario asesino, el líder terrorista de Tanzim Marwan Barghouti, junto con miles de terroristas árabes como él.

El texto del anuncio fue escrito por Barghouti y el pago fue realizado por la organización judía por la paz (JVP), a la que la Liga Anti-Difamación de Nueva York ha descrito como el mayor “grupo judío antisionista” en Estados Unidos, que apoya firmemente la campaña de boicot, desinversión y sanciones contra Israel.

El anuncio, lleno de medias verdades y mentiras, era una apuesta por la simpatía por la causa de asesinos condenados y despiadados que se quejan después de haber tenido la desgracia de ser capturados y obligados a pagar por sus crímenes y luego buscar un pase libre de (lo llaman “lucha por la libertad”) de un público ingenuo.

Fue escrito por un asesino igualmente despiadado. En el pasado, Barghouti ha sido presentado por los activistas de extrema izquierda como una especie de “activista social” o “líder político” en las calles de la Autoridad Palestina. Pero la verdad es que en el momento de ser capturado, Marwan Barghouti dirigía la división terrorista Tanzim de la Brigada de los Mártires de Al Aqsa, organización terrorista de la facción líder de Fatah de la Autoridad Palestina, liderada por el supuesto “socio de paz” Mahmoud Abbas.

Barghouti fue condenado en 2004 por haber sido el autor de los asesinatos de cinco personas, entre ellas un sacerdote ortodoxo griego, un motorista de Jerusalem y tres israelíes que murieron en Tel Aviv, además del atentado suicida con bomba contra el Centro comercial Malja de Jerusalem.

Está cumpliendo cinco términos consecutivos cadena perpetua en prisión por los asesinatos anteriores. No es un político, y no es un activista social. Es un asesino sanguinario sin respeto por la vida humana.

Cualquier intento de deificarlo, pulir su aureola o defender su llamado “activismo”, ya sea creando problemas dentro de una prisión o escudriñando los medios de comunicación ilegalmente en un teléfono o trozos de papel, es una negación de la realidad de quién es este hombre en su esencia.

Quienes temen temen mirar lo suficientemente profundo como para percibir la verdad del mal dentro, es mejor que no traten de analizar lo que no entienden.

Además, por el bien de Tikun Olam, (mejorar el mundo) es mejor no perpetuar ese mal, y mucho menos ayudar en su crecimiento. Eso nunca fue la libertad que la “libertad de expresión” tenía la intención de preservar.

Hay un dicho en hebreo, “Shtika, hi jojmá”. En el silencio, hay sabiduría.

Es mejor amordazar a un terrorista, en lugar de concederle una caja de jabón.

Fuente: Jewish Press – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico