EDUARD YITZHAK

Cuenta la leyenda judía del gueto de Praga “La Calle Beleles”, que en tiempos del rey Rodolfo II (Viena, 1552 – Praga, 1612) [1] se declaró súbitamente entre los judíos de Praga una epidemia cuyas víctimas eran exclusivamente niños sin afectar a los adultos. El ángel exterminador causó terribles estragos en las casas de los israelitas. Cientos de cadáveres eran llevados diariamente, y a veces hora tras hora, al Beit Jaim (“Casa de la vida” –cementerio), donde a menudo se amontonaban insepultos hasta que por fin podían ser enterrados, faltaban manos para abrir fosas donde inhumar a los infortunados pequeños fallecidos antes de llegar a la flor de la edad. Las ponzoñosas emanaciones de los cuerpos insepultos contribuían, además, a que la peste se agravara aún más. La aflicción y los lamentos se adueñaron de la comunidad hebrea y, como la epidemia afectaba únicamente a la judería, resultaba evidente para los judíos que se trataba de un castigo que caía sobre toda la comunidad como reparación de algún crimen ignorado cometido entre los judíos. Se recitaban oraciones especiales y se establecieron días de ayuno para expiar el pecado e implorar del cielo que apartara la peste, aún así los sepultureros continuaban sin dar abasto pese a todo.

Fue entonces cuando los rabinos y los eruditos judíos de Praga se reunieron para deliberar juntamente y de común acuerdo sobre cómo aplacar la furia del ángel exterminador. Los rabinos estudiaron primero cuál podría ser la causa de la epidemia, es decir, cuál podría, verosímilmente, ser el crimen por el cual se habría impuesto desde el Cielo un castigo tan cruel a la comunidad judía.

¿Qué hemos hecho nosotros incorrectamente para que nos pase esto? ¿Cuál es la falta que hemos cometido nosotros para tener esta situación? se preguntaron.

Ante una situación adversa e infortunada el individuo y/o sociedad puede optar entre dos vías, la introspectiva: mirar a su interior, observarse y analizarse a sí mismo, buscar en su interior la causa del problema o infortunio; desgraciadamente esta actitud es poco habitual en el ser humano y en menos todavía en la sociedad. La otra, la más frecuente, es culpabilizar a un factor externo, al chivo expiatorio.

La primera actitud, la autocrítica, investigar la causa en el mismo individuo o sociedad ante la situación conflictiva, catastrófica, permite mejorar al individuo y/o sociedad al corregir los fallos y errores y consecuentemente le posibilita avanzar en todos los órdenes de la vida.
La segunda, la del chivo expiatorio, es totalmente acrítica [2], la búsqueda de una causa externa, evitando la introspección, es negadora de la realidad, pretende absolver sin ningún tipo de análisis serio al propio sujeto acrítico, sin perspectiva de crítica ni de auto análisis, errando en el propio juicio, lo que a su vez imposibilita encontrar soluciones correctas y adecuadas al problema. La radicalización y extremismo de esta actitud acrítica en una sociedad lleva al totalitarismo al hacer creer a la sociedad y al individuo que no es necesario corregir nada y que sólo es imprescindible eliminar el factor externo para “sanarla” y excluir desde el gheto, pogromo y exterminio al sector de la sociedad que es considerado como culpable y contaminante, llegando a la conclusión de es necesario para el bien de toda la sociedad en su conjunto eliminar al “agente externo” ya que “lo externo es la causa de todas las desgracias y males”.

Ante la epidemia causante de la elevada mortandad infantil del gueto de Praga, los rabinos y sabios judíos se plantearon cuál era la falta, el crimen ignorado cometido entre los judíos: ¿Cuál es la falta que hemos cometido nosotros para tener esta situación?
En ningún momento culpabilizaron al factor externo, los no judíos de Praga.

Esta actitud es completamente diferente de la que han tomado, y continúan, durante siglos y siglos los hijos de Esaú y de Ismael. Dos siglos antes de los hechos en el gueto de Praga tuvo lugar la Peste Negra que causó una elevadísima mortandad en toda Europa entre los años 1348 y 1351. Muchos historiadores afirman que desapareció a causa de la plaga el 30 por ciento de la población europea, algunos creen que esta tasa llegó a alcanzar el 50 por ciento [3]. Para los cristianos medievales los hebreos eran quienes más ofendían a D-s, pues los consideraban los responsables de la crucifixión de Jesús, lo que había despertado la ira divina provocando la epidemia, así que el odio popular, alimentado por los sermones de los sacerdotes y la secta cristiana de los flagelantes, se volcó contra ellos. Marcados los judíos desde sus orígenes con el estigma de pueblo maldito y deicida, así como Jerusalem como ciudad deicida, el hecho de mantener sus costumbres, su lengua y religión, apartados del resto, les convertía en foco habitual de la ira de los cristianos. El populacho, instigado por los sacerdotes y los flagelantes, culpabilizó a los judíos por la Peste Negra.

Los primeros linchamientos comenzaron en la primavera de 1348, justo después de las primeras muertes producidas por la peste. El cargo contra ellos era que estaban envenenando los pozos. Estos ataques tuvieron lugar en Narbona y Carcasona, donde los judíos fueron sacados de sus hogares y arrojados a enormes hogueras. El judío considerado como “eterno extranjero” era el blanco más obvio, el chivo expiatorio de siempre, era contemplado como “el fuera de la ley” que se había separado voluntariamente del mundo cristiano, y a quien durante siglos se había hecho objeto de odio.

Esta acusación de envenenamiento de los pozos, ya era muy antigua; aparece en la plaga de Atenas cuando se dijo que el envenenamiento era obra de los espartanos. También se contaba con el ejemplo más reciente de la plaga de 1320-21, en la que se culpó a los leprosos, creyéndose que actuaban instigados por los judíos y el Rey de Granada en una gran conspiración para destruir a los cristianos de la península Ibérica. Cientos de leprosos fueron atrapados y quemados en Francia durante 1322, y los judíos fueron del mismo modo asesinados.

En Saboya, donde se celebraron los primeros juicios formales en septiembre de 1348, se confiscó la propiedad de los judíos mientras estos permanecían en prisión esperando que se probasen las acusaciones que contra ellos se levantaron. Naturalmente las acusaciones fueron “comprobadas” mediante el método medieval a base de confesiones obtenidas mediante la catolicísima tortura de la religión que preconizaba poéticamente “ofrecer la otra mejilla” llegando a la conclusión que: “Existía una conspiración judía internacional con base en Toledo, de donde partían emisarios que llevaban el veneno escondido en pequeñas bolsas, así como instrucciones rabínicas sobre la forma de envenenar pozos y manantiales”. Los judíos fueron considerados culpables; once de ellos fueron quemados vivos y el resto de la comunidad judía tuvo que pagar un impuesto de ciento sesenta florines al mes durante seis años para seguir residiendo en la ciudad. Las confesiones obtenidas en Saboya, distribuidas por carta de ciudad en ciudad, formaron la base para una serie de ataques a lo largo y ancho de Suiza, Alsacia y Alemania. Aunque la Peste Negra afectaba a toda la población sin distinción de sexo ni de clases social o religión, el colectivo judío sufrió menos por sus medidas de higiene, basadas en la Torá y el Talmud, a diferencia de la total falta de higiene entre los cristianos.

En Basilea, el nueve de enero de 1349, toda la comunidad judía de varios cientos de personas fue quemada viva en un edificio de madera construido especialmente al efecto en una isla del Rin, -como actualmente Estado Islámico quema en jaulas a sus oponentes- y se emitió un decreto por el cual ningún judío podía volver a la ciudad en doscientos años. En Estrasburgo, el consejo municipal, que se oponía a la persecución, fue depuesto por el voto de los gremios y se eligió otro dispuesto a cumplir la voluntad popular. En febrero de 1349, antes de que la peste alcanzase la ciudad, los judíos de Estrasburgo en número de dos mil, fueron conducidos a un camposanto donde todos aquellos que no aceptaron la conversión al cristianismo fueron quemados vivos en hogueras. En cada ciudad el populacho se dirigía al barrio judío aullando venganza contra los judíos acusándoles de “envenenadores de pozos”.

En Friburgo, Augsburgo, Núremberg, Múnich, Monterrey (Prusia), la muchedumbre cristiana se dirigía hacia el barrio judío y masacraba a los hebreos con una meticulosidad con el objetivo de exterminar totalmente a la comunidad judía. En Worms, en marzo de 1349, la comunidad judía, compuesta por unas cuatrocientas personas se quemó dentro de sus hogares, antes que ser muertos por sus enemigos. La comunidad más numerosa de Fráncfórt del Meno siguió el mismo ejemplo, propagándose el incendio a gran parte de la ciudad. En Colonia la muchedumbre cristiana se entregó a su “caritativa” labor de matanzas y saqueos. En Maguncia, que contaba con la comunidad judía más importante de Europa, sus miembros se decidieron por fin a defenderse. Con armas almacenadas de antemano mataron a doscientas personas del populacho, un acto que sólo sirvió para aumentar la matanza por parte de los ciudadanos, enfurecidos por la muerte de cristianos. Los judíos lucharon hasta que se vieron perdidos. Entonces se encerraron en sus casas y los cristianos les prendieron fuego, seis mil hebreos perecieron en Maguncia aquel 24 de agosto de 1349. Algunos grupos se salvaron mediante la conversión y el príncipe Ruperto del Palatinado, junto con otros príncipes, protegió a grupos de refugiados. El duque Alberto II de Austria fue uno de los pocos gobernantes que tomó medidas eficaces para proteger a los judíos en su territorio. Los últimos pogromos tuvieron lugar en Amberes y en Bruselas, donde toda la comunidad judía fue exterminada en diciembre de 1349. Cuando acabó la peste quedaban muy pocos judíos en Alemania y Países Bajos. Como espíritus sin hogar los judíos fueron regresando lentamente desde el Este de Europa donde se habían refugiado, pero volvieron en peores condiciones y más segregados que antes. El mito del envenenamiento y sus masacres habían convertido la imagen del judío malvado en un estereotipo. El período de florecimiento medieval de los judíos había acabado y las murallas del gueto aunque no físicas, ya se habían elevado con más dureza.
Siglos más tarde, tras la crisis económica y social en Alemania posterior al Tratado de Versalles (1919), tratado de paz que terminó oficialmente con el estado de guerra entre la Alemania del Segundo Reich y los Aliados de la Primera Guerra Mundial, los nazis, con el apoyo de la absoluta mayoría de alemanes y austríacos, y la complicidad de muchos europeos, culparon a los judíos de todos los males de todos los tiempos que acontecieron en tierras germanas (Alemania y Austria). Los judíos alemanes y austríacos no sólo fueron repudiados como ciudadanos alemanes y austríacos sino que se les despojó de su categoría de humanos, fueron considerados subhumanos, untermenschen, y todos los judíos fueron culpados de todos los males de la humanidad, siendo absurda y contradictoriamente calificados de Untermenschen (subhumanos), comparados a ratas y seres inferiores al ser humano, pero que a su vez eran los dominantes y controladores del mundo de los humanos, de los realmente humanos, los arios. Estos, comandados por los nazis, se otorgaron la potestad de decidir quién tenía derecho a la vida y quién no.

Siglos antes, la cristiandad desde sus primeros siglos formulaba acusaciones de tipo teológico contra los judíos: “la degeneración del pueblo elegido del Antiguo Testamento al no aceptar a Jesús como Mesías y D-s, de pueblo deicida, al culpabilizarlos de la muerte de Jesús, y por lo que era justo el castigo que D-s les había infligido por ello, dispersándolos por el mundo”. Los judíos fueron considerados hasta fechas recientes por la absoluta mayoría de autores católicos europeos los causantes de la Reforma protestante, de la secularización, de la laicización y de todas las caídas del catolicismo, de la Revolución Francesa, de la Bolchevique y de la desreligiosidad de Occidente. Esto no fue exclusivo del Catolicismo, Martín Lutero, el más famoso reformador escribió las siguientes líneas en su “obra maestra” Von den Jüden und Ihren Lügen (De los judíos y sus mentira) en 1542: “Con esto podréis ver fácilmente cómo interpretan y obedecen el quinto mandamiento de la ley de Dios, a saber, que son sabuesos sedientos y asesinos de toda la cristiandad con plena intención, desde hace ya más de 14 siglos, y de hecho a menudo fueron quemados hasta la muerte bajo la acusación de haber envenado el agua y los pozos, robado y descuartizado niños, para enfriar en secreto su furia con sangre cristiana.”

Lutero se pregunta en dicho libro: ¿qué han hecho los cristianos para merecer tal destino (ser asesinados por judíos, los asesinos de toda la cristiandad)? y la imagen que el Reformador protestante traza de los judíos es que éstos quieren gobernar el mundo, son archicriminales, asesinos de Cristo y toda la cristiandad, y son una “plaga, pestilencia y pura desgracia”. Este retrato que hace Lucero sobre el judío y el judaísmo ha sido a menudo repudiado por la mayoría actual de teólogos reformados, posteriormente a la derrota nazi. Pero, a pesar de la negación y la denuncia, las acusaciones han sobrevivido. En más de cuatrocientos años, la imagen no ha cambiado.

Sólo hay que leer los Protocolos de Sión”. Sus afirmaciones acerca de los judíos continúan circulando hasta hoy, especialmente por Internet, aún después de que en 1921 quedara demostrado que se trataba de un fraude histórico creado por la Ojrana, la policía secreta zarista, en 1902. Muchísimos autores católicos, y también no religiosos, españoles han suscrito la tesis que “Existe en el mundo una conspiración judía contra España, que data nada menos que de 1492. Desde entonces la acción semita ha venido influyendo en los desastres españoles, cuyo objetivo es esclavizar España” [4]. El totalitarismo pardo, el de la extrema derecha, considera a los judíos de ser los causantes de todas las desgracias europeas y por extensión de toda la humanidad. El totalitarismo rojo, los herederos de Stalin y nostálgicos del Gulag, cree que el Estado de Israel, el judío de las naciones, es el culpable del capitalismo y de todos los males que acontecen en la humanidad.

El totalitarismo verde, el salafismo y yihadismo, adoctrina a las masas musulmanes en su odio hacia Israel al que acusa de todos los males que acontecen en el mundo musulmán, de las guerras entre sunnitas y chiítas, y por extensión de todas las catástrofes que acontecen en la humanidad. Es habitual leer en la prensa árabe y musulmana que Israel ha creado Estado Islámico, y contradictoriamente, que también apoya a su enemigo Bashar al Assad. Igual que se ha culpado simultáneamente al judío del capitalismo y del comunismo y de todas las revoluciones habidas y por haber. Esta culpabilización al judío parecería jocosa y absurda, si no fuera por los gravísimos crímenes que se han cometido contra Am Israel, Inquisición, pogromos, conversiones forzadas, expulsiones, genocidio, Holocausto. Una pregunta habitual que muchos se formulan es: ¿por qué siempre se ha perseguido a los judíos?, llegando a la conclusión que alguna responsabilidad tendrán los judíos cuando siempre se les ha perseguido. La pregunta correcta sería: ¿Qué tienen los judíos que siempre han sido perseguidos por los totalitarismos, por aquellos individuos y sociedades que no aceptan la diversidad? ¿Cómo es que cuando las sociedades y naciones caen bajo el totalitarismo ideológico persiguen a los judíos y dejan de oprimirlos cuando aquellas son democráticas?

La historia nos muestra que los judíos son las primeras víctimas de las naciones y colectivos humanos cuando éstos son arrastrados por el supremacismo ideológico, el proselitismo y la aceptación de que el fin justifica los medios.
Estos totalitarismos rechazan de plano esta ley de Am Israel: “Respeta a todo ser humano, aún si este es diferente a ti, no comparte tus ideas o se te opone. Nunca olvides que todo ser humano es caro por el solo hecho de haber sido creado a semejanza de D-s”.[Tzelem Elokim].

La respuesta a las preguntas anteriormente formuladas es: porque los judíos son el Pueblo del Libro y llevan la Torá, la Palabra del Eterno. La verdad es una carga pesada, por consiguiente, son pocos quienes la sostienen [Meiri Mishlé 3:18]. Todos estos totalitarismos predican las mentiras más absurdas que pretenden justificar la deslegitimización del pueblo judío como pueblo, del Estado de Israel como estado de los judíos. Las personas con pensamiento totalitario buscan en el exterior las causas de sus fracasos y recurren a las mentiras más absurdas como la que circula en internet, entre otras muchas, en la que se afirma que “los judíos no padecen cáncer por que el sionismo impulsa la quimio y controla el gran negocio de las medicinas desde la ciencia pasando por las universidades donde se aliena a los médicos para recetar basura en el cuerpo de los no-judíos”. Es la versión moderna de la falsa acusación contra los judíos de envenenar los pozos como causantes de la Peste Negra. Todavía muchos edomitas, hijos de Esaú, vuelven a repetir las mismas absurdas necedades y falsedades en versión moderna que si no fueran por su maldad, inmoralidad y peligrosidad –como se ha visto a lo largo de la historia- , serían tomadas como payasadas y estupideces de ignorantes y jumentos espirituales.[5]. A lo que podemos recordar que “La verdad no queda anulada porque los incrédulos la nieguen”. [Rabí Saadia Gaón]. La verdad es una carga pesada, por consiguiente, son pocos quienes la sostienen [Meiri Mishlé 3:18]

Am Israel ha buscado la verdad en su interior y en su relación con el Eterno a pesar de que es mucho más fácil y cómodo culpabilizar a factores externos, buscar chivos expiatorios. Ante la epidemia y mortandad infantil en el gheto de Praga se investigó la causa en la propia comunidad. Am Israel siempre ha actuado así a lo largo de la historia. Los libros del Tanaj canonizados por el mismo Am Israel, tienen como protagonista al Eterno y su relación con Am Israel, los descensos, faltas, pecados de éste así como también sus elevaciones y ha condenado a través de sus profetas las desviaciones existentes. Los profetas de Israel han reprendido a las élites dirigentes, religiosas y al mismo pueblo cuando se ha desviado de la senda del Eterno.

Durante y después del Holocausto, el genocidio sufrido por el pueblo judío perpetrado por los alemanes, el asesinato de más de seis millones de seres humanos por el mero hecho de ser judíos, los rabinos y sabios judíos se han formulado la pregunta: ¿Qué hemos hecho los judíos para sufrir el Holocausto? ¿Por qué D-s ocultó su rostro de nosotros?

D-s, el Eterno es el Creador de todo lo existente, y sus leyes regulan el Universo en todos los aspectos, desde el movimiento de la partícula más pequeña a la globalidad de todo el Cosmos. El salmista en Tehilim 102:2 dice: No escondas de mí Tu rostro cuando me encuentre angustiado;¡dígnaTe escucharme! Y en Tehilim 67:1: D-s tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer Su rostro sobre nosotros.
La ocultación del rostro de D-s se refiere a que el Eterno deja que las leyes de la naturaleza actúen por su cuenta sin proteger en especial a Am Israel. [6]

Yirmiahu 33:4-5: Yo, el Señor, el D-s de Israel, tengo un mensaje acerca de las casas de Jerusalem y de las casas de los reyes de Judá que van a ser derribadas. El salir a pelear con espadas contra los caldeos que levantan rampas para atacar la ciudad, solamente servirá para llenarla de cadáveres. Yo, en mi terrible ira, los haré morir, porque he apartado mi rostro de esta ciudad a causa de las muchas maldades que han cometido. El Eterno ha prometido no ocultar más su rostro sobre nosotros. Leemos en Ezequiel 39:29:No les ocultaré más mi rostro, porque habré derramado mi Espíritu sobre la casa de Israel –declara el Eterno D-s.
Oh Am Israel, que el Eterno haga resplandecer Su rostro sobre nosotros, y tenga de nosotros misericordia; el Eterno alce sobre nosotros Su rostro, y nos dé paz.

NOTAS

[1] Rodolfo II de Habsburgo (Viena, 18 de julio de 1552 – Praga, 20 de enero de 1612), Archiduque de Austria, rey de Hungría (1572-1608) y de Bohemia (1575-1611) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1576-1612). Rodolfo II fue el hijo y sucesor del emperador Maximiliano II y de María de Austria y Portugal, hija del emperador Carlos V de Alemania y I de España. Fue educado durante 8 años en El Escorial y en la Corte de Madrid junto a su tío el rey Felipe II, quien, como jefe de la Casa, intentó sustraerlo a las influencias de su padre, Maximiliano II, de simpatías protestantes. Muy pronto instaló su corte en Praga. Durante su reinado Praga hospedó a casi todos los destacados alquimistas de la época. Católico fervoroso, Rodolfo sería uno de los impulsores de la Contrarreforma en Bohemia. Durante su reinado se fue fraguando un profundo conflicto religioso a causa del creciente descontento de los estamentos checos ante esa re-catolización forzada.

[2] Acrítica es la falta de sentido crítico. El acrítico es quien critica sin discernimiento, falto de sentido, es una persona poco juiciosa, sin discernimiento.

[3] Existen discrepancias entre los historiadores sobre cuál fue realmente el punto de origen de la peste negra. Actualmente se cree que su origen geográfico no estuvo en China, sino en algún lugar de Asia Central y que desde allí se extendió por la ruta de las caravanas hasta llegar al mar Negro y luego a Europa. El pretendido origen chino fue una noción equivocada del siglo XIV, basada en informes verdaderos pero retrasados que se referían a las grandes calamidades ocurridas en China -peste, hambre e inundaciones- a principios de la década de 1330, demasiado pronto por tanto para estar relacionadas con la peste que aparece en la India en 1346. En 1347, millones de personas estaban muriendo en China, la India y en gran parte de las tierras del Islam. A Europa llegaban rumores sobre una terrible enfermedad acompañados de descripciones apocalípticas sobre el origen de la epidemia, como lluvias de ranas y serpientes, tormentas con fuertes granizadas y rayos y finalmente un humo hediondo y truenos espantosos. Ese mismo año, la Peste entró en contacto con los europeos en el puerto de Caffa –hoy Teodosia–, entonces colonia de Génova en el Mar Negro, hacia donde acudían las numerosas caravanas citadas. Poco después, la ciudad fue asediada por el khan tártaro Djani Beck, quien se vio obligado a levantar el sitio cuando una misteriosa plaga –la temible Peste Negra– comenzó a matar sin miramientos a sus tropas. Al general se le ocurrió entonces la brillante y terrible idea de lanzar al interior de la ciudad mediante catapultas los cadáveres pestilentes de centenares de sus soldados, treta mediante la cual pretendía “envenenar a los cristianos” y, como si de una pionera guerra bacteriológica se tratara, logró que la muerte negra penetrara en Caffa. Después, doce galeras ocupadas por genoveses que habían contraído la enfermedad arribaron al puerto de Mesina (Italia) en octubre de 1347 y propagaron la peste de forma increíblemente rápida, mientras otros barcos, también infectados, llegaban desde Oriente a Génova y Venecia. Cuando las autoridades genovesas reaccionaron ya era demasiado tarde. Nada ni nadie podía detener ya a la peste. Y para enero del año siguiente, 1348, ya ha penetrado en Francia, vía Marsella, y ha llegado hasta el Norte de África. La rata negra, buena pasajera de los barcos, la va extendiendo a lo largo de las costas y ríos navegables. Al mismo tiempo que penetra en España, en Italia alcanza Roma y Florencia, y llega a Paris en junio del mismo año, pasando poco más tarde a Inglaterra a través del Canal de la Mancha. Ese mismo verano llega a Suiza y por el Este se extiende hasta Hungría. En 1349 la peste reaparece en Paris, se extiende por Picardía, Flandes y los Países Bajos; de Inglaterra pasa a Escocia e Irlanda, así como Noruega donde, procedente de Inglaterra, llega un barco fantasma con un cargamento de lana y toda la tripulación muerta, que embarranca cerca de Bergen. Desde Noruega se extiende la epidemia a Suecia, Dinamarca, Prusia e Islandia, llegando incluso hasta Groenlandia. Deja una extraña bolsa de inmunidad en Bohemia y alcanza Rusia en 1351, aunque el primer brote ya había remitido en casi toda Europa a mediados de 1350. Las cifras de defunciones hablan por sí solas. Los venecianos morían en la increíble proporción de 600 personas al día. Inglaterra perdió el 25 por ciento de su población y Escocia prácticamente un 30 por ciento. En Francia y Alemania acabó con la vida de nada menos que el 50 por ciento de su población. Muchas ciudades vieron impotentes cómo sus habitantes disminuían drásticamente. Florencia, con 100.000 habitantes, perdió a la mitad de su población. En Venecia falleció el 60 por ciento de la población –moría la increíble proporción de 600 personas al día– y en Avignon la mitad de sus habitantes. En la sede pontificia, en sólo 6 semanas, 11.000 personas fueron enterradas en un mismo cementerio. Se decidió entonces que el Papa, Clemente VI, bendijera el Ródano e incontables cadáveres se arrojaron al río, que sirvió como sepultura. Sin embargo, aquella precipitada y desesperada acción contribuyó a expandir también la epidemia. En algunas ciudades de la península Ibérica desapareció más de la mitad de la población, como en Barcelona, donde murieron 38.000 de sus 50.000 ciudadanos. En el Reino de Mallorca, fallecieron alrededor de 9.000 personas. https://www.enlacejudio.com/2010/12/15/la-epidemia-de-peste/
https://eltrabajonoshacelibres.blogspot.com.es/2012/09/a-finales-del-siglo-xiv-tuvo-lugar-en.html
https://www.vallenajerilla.com/berceo/lopezjara/muertenegra.htm

[4] El antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002) Gonzalo Álvarez Chillida. Marcial Pons, Ediciones de Historia, S.A. 2002.

[5] Un viejo libelo judeofóbico en versión moderna:
¿Por qué los judíos no padecen cáncer?
17 jul 20113. ¿Sabías que en Israel mueren AL AÑO apenas 150 personas de cáncer en una población de 7 millones de habitantes mientras en España mueren AL DÍA 1500 y en Alemania 2400? Esta aplastante realidad tiene una espeluznante explicación y voy directo al grano, sin rodeos ni retórica: el sionismo controla la medicina y nos quiere al resto de población no judía (goyim) enfermos. El sionismo impulsa la quimio y controla el gran negocio de las medicinas, desde la ciencia, pasando por las Universidades donde se aliena a los médicos para meternos basura en el cuerpo. No, no es un gen especial que les inmunice, es una conspiración del “pueblo elegido” (de su falso nacional-sionismo) contra el resto del mundo. Al igual que lo llevan haciendo en otros aspectos como la economía, alimentación, educación, medios de comunicación, etc. etc. etc. Es parte de la jodida conspiración que denuncio sin parar desde que este blog echó a andar. No digo más, ahí está San Google para afinar bien las búsquedas y encontrarse de frente con la realidad. Ah, por enésima vez, no soy antisemita, soy antisionista. El 17 de Diciembre de 2008, tuvo lugar en Noruega un acontecimiento que pasará a la historia de la humanidad. El Gran Rabino Dr. Esra Iwan Götz, ha firmado un documento en el que reconoce públicamente que los Médicos judíos y especialmente todos los Oncólogos, mayoritariamente judíos, efectúan a sabiendas dos tipos de tratamientos. A los judíos se les trata según la Nueva Medicina Germánica® (Interpretación Biológica de la Enfermedad) y a los no judíos se les da el tratamiento oficial de tortura con quimioterapia y morfina:
¿Por qué los judíos no padecen cáncer?

[6] Yob 34:29-31: Pero si D-s calla, ¿quién podrá condenarle? Si oculta su rostro, ¿quién podrá verle? Él vigila a pueblos e individuos, para que no gobierne al pueblo un malvado que lo engañe. ¿Alguien le ha dicho a D-s: He sufrido castigo, aunque no cometí ofensa alguna. Lo que yo no veo, enséñamelo. Si he cometido una mala acción, no lo haré más?
Divrei Hayamim I (1 Crónicas) 16:11: Buscad al Eterno y Su fortaleza; buscad Su rostro continuamente. Tehilim 4:6: Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? ¿Alza, oh Eterno, sobre nosotros la luz de Tu rostro! Tehilim 80:19: Oh Eterno, D-s de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer Tu rostro sobre nosotros y seremos salvos. Tehilim 105:4: Buscad al Eterno y Su fortaleza; buscad Su rostro continuamente. Tehilim 119:135: Haz resplandecer Tu rostro sobre tu siervo, y enséñame Tus estatutos.